El pueblo de Dios, el sensus fidei





















He predicado cuatro sermones sobre el sensus fidei, que publicaré la próxima semana en un post de este blog, por si queréis escucharlo.

Esos cuatro sermones han seguido paso a paso el documento sobre este tema que publicó la Comisión Teológica Internacional. Los documentos de esta comisión no son magisterio de la Iglesia, pero tengo debilidad por ellos. Son documentos de una magistral profundidad y llenos de exquisitos matices. No creo que les llegue enhorabuena por el trabajo que realizan, pero, desde aquí, les agradezco la labor bien hecha que nos ofrecen.

Debo reconocer que la lectura de ese documento me ha cambiado mi forma de pensar acerca del sensus fidei fidelium. Aunque, ya antes de leerlo, creía en este concepto, debo reconocer que, de forma inconsciente, tenía la idea de que el clero era el guardián de la ortodoxia y punto final. No es que no piense ahora que el clero no deba ser guardián del depositum fidei, pero ya no veo a los laicos como meros receptores, ya no veo a los laicos como meros sujetos pasivos.

Es un concepto realmente complejo a la hora de discernir qué es sensus fidei fidelium y que es mera opinión de la mayoría. Pero, aunque el discernimiento sea complejo, existe este sentir del Cuerpo Místico, este instinto que viene de la unción del Espíritu.

Ya he dicho que en pocos días estarán los sermones aquí disponibles. Ahora bien, no solo me ha cambiado mi forma de pensar, sino que también me hace replantear mi posición en unas cuantas cuestiones teológicas debatidas.

No solo eso, sino que me he dado cuenta, por primera vez, que la tensión dialéctica entre posturas progresistas y tradicionales no es un asunto coyuntural, sino que ha llegado para quedarse. Cierto que existe una postura progresista heterodoxa, como existe una postura tradicionalista que no es otra cosa que un extremismo contra la razón. Ahora bien, la interrelación de argumentos y de construcciones teológicas que existe entre progreso y tradición en sus versiones lícitamente eclesiales existe y existirá.

No existía antes del siglo XIX como posición consumada que ha alcanzado un desarrollo pleno. Antes existía el progresismo solo en cuestiones aisladas. Pero, en un momento dado, eclosionó como un sistema completo que revisaba la entera teología. Hoy me he dado cuenta de que no es adecuado reducir eso a las meras categorías de ortodoxia y heterodoxia.

Siempre había defendido que el concepto de progresismo y tradicionalismo eran conceptos “para entendernos”, pero que solo había ortodoxia o heterodoxia; aunque hubiera muchas posiciones dentro de la ortodoxia. Pero no, me he dado cuenta hoy de que son categorías reales, no meros conceptos instrumentales. Durante la lectura del documento, me he dado cuenta, por fin, de la importancia de la “recepción” de los documentos magisteriales. por parte del pueblo fiel.

No es que esté aceptando la licitud de la posibilidad de una negativa a la recepción. Pero la recepción ya no es un mero proceso pasivo. Ya no es un mero “sí” sin posibilidad de matices. Espero que el buen Dios me dé tiempo y posibilidades para desarrollar todo esto en futuros artículos de mi libro Ex Scriptorio. En cualquier caso, yo siempre con los obispos y semper cum Petro.

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17:22

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