Lunes 11 de Diciembre de 2017
Misa a elección:
Feria. Morado.
San Dámaso I, papa. (ML). Blanco.
Dámaso fue Papa entre los años 366 y 384. Se distinguió por su celo apostólico, por combatir las distintas herejías que atentaban contra la fe de la Iglesia y por promover y difundir el culto a los mártires. Buscando que los fieles tuvieran una buena versión de la Biblia en la lengua común, el latín de aquel entonces, encargó a san Jerónimo la revisión y traducción de los evangelios a esa lengua.
Antífona Cf. Jer 31, 10; Is 35, 4
Escuchen, naciones, la palabra del Señor, anúncienla en las costas más lejanas. No teman: Ahí está su Salvador.
Oración colecta
Señor y Padre santo, que nuestra oración suba a tu presencia, para que podamos celebrar con un corazón puro el misterio admirable de la encarnación de tu Hijo único. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
O bien: de san Dámaso I
Te pedimos, Señor Dios, la gracia de celebrar siempre los méritos de tus mártires, a ejemplo del papa san Dámaso que tanto los amó y veneró. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
Oración sobre las ofrendas
Dios nuestro, acepta los dones que recibimos de ti y ahora te presentamos; que esta ofrenda realizada en el tiempo presente, sea para nosotros anticipo de la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona Cf. Sal 105, 4-5; Is 38, 3
Ven, Señor, visítanos con tu paz, y nos alegraremos en tu presencia con integridad de corazón.
Oración después de la comunión
Te pedimos, Padre, que fructifique en nosotros la celebración de los santos misterios con los que tú nos enseñas a amar y adherirnos a los bienes eternos, mientras peregrinamos en medio de las realidades transitorias de esta vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Is 35, 1-10
Lectura del libro de Isaías.
¡Regocíjense el desierto y la tierra reseca, alégrese y florezca la estepa! ¡Sí, florezca como el narciso, que se alegre y prorrumpa en cantos de júbilo! Le ha sido dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Ellos verán la gloria del Señor, el esplendor de nuestro Dios. Fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes; digan a los que están desalentados: “¡Sean fuertes, no teman: ahí está su Dios! Llega la venganza, la represalia de Dios: Él mismo viene a salvarlos”. Entonces se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos; entonces el tullido saltará como un ciervo y la lengua de los mudos gritará de júbilo. Porque brotarán aguas en el desierto y torrentes en la estepa; el páramo se convertirá en un estanque y la tierra sedienta en manantiales; la morada donde se recostaban los chacales será un paraje de cañas y papiros. Allí habrá una senda y un camino que se llamará “Camino santo”. No lo recorrerá ningún impuro ni los necios vagarán por él; no habrá allí ningún león ni penetrarán en él las fieras salvajes. Por allí caminarán los redimidos, volverán los rescatados por el Señor; y entrarán en Sión con gritos de júbilo, coronados de una alegría perpetua: los acompañarán el gozo y la alegría; la tristeza y los gemidos se alejarán.
Palabra de Dios.
Comentario
¿Se espera que un desierto sea fecundo? ¿Podemos tener esperanza de fertilidad en un campo muerto? Sí, debemos decirlo: es imposible. Por eso la voz del profeta suena entonces más convincente: Dios puede hacer brotar la vida desde la muerte y la infertilidad.
Salmo 84, 9ab. 10-14
R. Nuestro Dios viene a salvarnos.
Voy a proclamar lo que dice el Señor: el Señor promete la paz para su pueblo y sus amigos. Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra. R.
El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo. R.
El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.
Aleluya
Aleluya. Vendrá el Rey, Señor de la tierra, y quitará el yugo de nuestro cautiverio. Aleluya.
Evangelio Lc 5, 17-26
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un día, mientras Jesús enseñaba, había entre los presentes algunos fariseos y doctores de la Ley, llegados de todas las regiones de Galilea, de Judea y de Jerusalén. La fuerza del Señor le daba poder para sanar. Llegaron entonces unas personas trayendo a un paralítico sobre una camilla y buscaban el modo de entrar, para ponerlo delante de Jesús. Como no sabían por dónde introducirlo a causa de la multitud, subieron a la terraza y, desde el techo, lo bajaron por entre las tejas con su camilla en medio de la concurrencia y lo pusieron delante de Jesús. Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo: “Hombre, tus pecados te son perdonados”. Los escribas y los fariseos comenzaron a preguntarse: “¿Quién es este que blasfema? ¿Quién puede perdonar los pecados, sino sólo Dios?”. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: “¿Qué es lo que están pensando? ¿Qué es más fácil decir: ‘Tus pecados están perdonados’, o ‘Levántate y camina’? Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de perdonar los pecados –dijo al paralítico– a ti te digo, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa”. Inmediatamente se levantó a la vista de todos, tomó su camilla y se fue a su casa alabando a Dios. Todos quedaron llenos de asombro y glorificaban a Dios, diciendo con gran temor: “Hoy hemos visto cosas maravillosas”.
Palabra del Señor.
Comentario
Los fariseos y maestros no se escandalizan por las palabras de Jesús. Parece que están escuchando y aprendiendo, pero se desestabilizan cuando lo ven actuar y proclamar el perdón sobre el enfermo. Es que las palabras, cuando son sostenidas por los actos, tienen más fuerza y obligan a tomar partido.
Oración introductoria
María: En vez de sentirme lejos de ti, me siento más cerca, pues a pesar de que no tenías pecado, sentiste lo difícil que era cumplir la voluntad de Dios en tu vida. Lo sentiste en Belén, en Egipto, en el Calvario. Y cuando das tu sí a Dios en la Anunciación, me enseñas a confiar. Me enseñas a traspasar la cortina negra de mis miedos, de mi flaqueza. Dame tu mano, María, y acompáñame en el caminar.
Petición
Madre mía, ayúdame a caminar siempre a tu lado, quiero aprender que el camino más corto y seguro hacia Dios, eres tú. Haz que jamás me olvide de ti, y si tal vez te olvidare, tú no te olvides de mí.
Meditación
Hoy, el Señor enseña y cura a la vez. Hoy vemos al Señor que enseñaba a los que se consideraban muy sabios en aquellos tiempos: los fariseos y los maestros de la ley. A veces, nosotros podemos pensar que por el siglo en que vivimos o por los estudios que hemos hecho, poco nos queda para aprender. Esta lógica no sobrenatural nos lleva frecuentemente a querer hacer que los caminos de Dios sean los nuestros y no al revés.
En la actitud de quienes quieren la curación de su amigo vemos los esfuerzos humanos para conseguir lo que realmente desean. Lo que querían era algo muy bueno: que el enfermo pudiera andar. Pero no es suficiente con esto. Nuestro Señor quiere hacer con nosotros una sanación completa. Y por eso comienza con lo que Él ha venido a realizar en este mundo, lo que su santo nombre significa: Salvar al hombre de sus pecados.
La fuente más profunda de mis males son siempre mis pecados: «Hombre, tus pecados te quedan perdonados» (Lc 5,20). Muy frecuentemente, nuestra oración o nuestro interés es puramente material, pero el Señor sabe lo que nos conviene más. Como en aquellos tiempos, los consultorios de los médicos están llenos de enfermos. Pero, como aquellos hombres, tenemos el riesgo de no ir con tanta diligencia al lugar donde realmente nos restablecemos plenamente: al encuentro con el Señor en el sacramento de la Penitencia.
Punto fundamental en todo tiempo para el creyente es el encuentro sincero con Jesucristo misericordioso. Él, rico en misericordia, nos recuerda especialmente hoy que en este Adviento no podemos descuidar el necesario perdón que Él da a manos llenas. Y, si es preciso, echemos los impedimentos "el tejado" que nos impiden verle. Yo también necesito retirar las tejas de mis prejuicios, de mis comodidades, de mis ocupaciones, de las desconfianzas, que son un obstáculo para “mirar de tejas arriba”.
Propósito
Hoy rezaré un misterio del rosario y le pediré a María que me ayude a superar aquello que me aleja de Dios.
Diálogo con Cristo y María
María, hasta ahora tal vez no he sido tan buen hijo. Poco me acuerdo de ti y te doy pocas muestras de cariño; pues tú también eres mujer y te gustan las pequeñas muestras de afecto. Ayúdame a ser más cercano.
Jesús, Tú eres hijo de María. Tú sí sabes amarla como madre tuya que es. Que aprenda de ti las palabras, el cariño, la confianza que debo tener en Ella. Tú me la diste como madre al pie de la cruz, que sea yo agradecido por tan hermoso regalo.
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