La liturgia diaria meditada - Desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada (Lc 1,46-56) 22/12

Viernes 22 de Diciembre de 2017
De la feria, día 22
Morado



Martirologio Romano: En Chicago en Illinois en los Estados Unidos, santa Francisca Javier Cabrini, virgen, que fundó el Instituto de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús y se empeñó en todos modos para asistir a los emigrantes con insigne caridad. (1850-1917).

Antífona de entrada          cf. Sal 23, 7
Puertas, levanten sus dinteles. Ábranse, puertas eternas, para que entre el rey de la gloria.

Oración colecta     
Señor y Dios nuestro, compadecido del hombre caído, has dispuesto redimirnos por la venida de tu Hijo unigénito; concede a quienes confesamos humildemente su encarnación que lleguemos a gozar un día de la compañía de nuestro Redentor. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        
Dios nuestro, confiados en tu misericordia traemos estas ofrendas a tu altar, para que, purificados por tu gracia, quedemos limpios por los mismos misterios que celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

 Antífona de comunión       Lc 1, 46. 49
Mi alma canta la grandeza del Señor, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas.

Oración después de la comunión
Padre santo, te pedimos que nos fortalezca esta comunión, para que nuestras buenas obras nos acompañen al encuentro del Salvador y merezcamos el premio de la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Sam 1, 19b-20. 24-28
Lectura del primer libro de Samuel.
Elcaná se unió a su esposa Ana, y el Señor se acordó de ella. Ana concibió, y a su debido tiempo dio a luz un hijo, al que puso el nombre de Samuel, diciendo: “Se lo he pedido al Señor”. Cuando el niño dejó de mamar, lo subió con ella, llevando además un novillo de tres años, una medida de harina y un odre de vino, y lo condujo a la Casa del Señor en Silo. El niño era aún muy pequeño. Y después de inmolar el novillo, se lo llevaron a Elí. Ella dijo: “Perdón, señor mío; ¡por tu vida, señor!, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti, para orar al Señor. Era este niño lo que yo suplicaba al Señor, y él me concedió lo que le pedía. Ahora yo, a mi vez, se lo cedo a él: para toda su vida queda cedido al Señor”. Después se postraron delante del Señor.
Palabra de Dios.

Comentario
Ana es una mujer que forma parte de los "pobres de Yavé". Personas con su misma actitud tienen toda su confianza puesta en Dios porque saben que sólo él conduce su vida y tiene la potestad de dar la salvación. La fe de Ana se ve compensada en su hijo Samuel, consagrado al Señor. La oración que hoy rezamos como salmo responsorial es el canto jubiloso con el cual Ana proclama la obra que Dios hace en los humildes.

[Sal] 1Sam 2, 1. 4-8abcd
R. Mi corazón se regocija en el Señor, mi Salvador.

Mi corazón se regocija en el Señor; tengo la frente erguida gracias a mi Dios. Mi boca se ríe de mis enemigos, porque tu salvación me ha llenado de alegría. R.

El arco de los valientes se ha quebrado, y los vacilantes se ciñen de vigor; los satisfechos se contratan por un pedazo de pan, y los hambrientos dejan de fatigarse; la mujer estéril da a luz siete veces, y la madre de muchos hijos se marchita. R.

El Señor da la muerte y la vida, hunde en el Abismo y levanta de él. El Señor da la pobreza y la riqueza, humilla y también enaltece. R.

Él levanta del polvo al desvalido y alza al pobre de la miseria, para hacerlos sentar con los príncipes y darles en herencia un trono de gloria. R.

Aleluya       
Aleluya. Rey de las naciones y piedra angular de la Iglesia, ven y salva al hombre que formaste del barro. Aleluya.

Evangelio     Lc 1, 46-55
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
María dijo: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de sus tronos, y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre”.
Palabra del Señor.

Comentario
"‘Él hace proezas con su brazo; dispersa a los soberbios de corazón; derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos’. Con su lectura sapiencial de la historia, María nos lleva a descubrir los criterios de la misteriosa acción de Dios. El Señor, trastrocando los juicios del mundo, viene en auxilio de los pobres y los pequeños, en perjuicio de los ricos y los poderosos, y, de modo sorprendente, colma de bienes a los humildes, que le encomiendan su existencia".

Oración introductoria 
María, hoy concluye el mes dedicado a honrarte. Gracias por tu compañía. Gracias por tu amor, tu calor y tu cercanía de Madre. Pongo en tus manos este momento de oración, ayúdame a hablar con tu Hijo, a alabarlo y glorificarlo, como lo hacías Tú. 

Petición 
María, condúceme hacia la transformación completa en Jesucristo. 

Meditación

Hoy contemplamos el hecho de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Tan pronto como le ha sido comunicado que ha sido escogida por Dios Padre para ser la Madre del Hijo de Dios y que su prima Isabel ha recibido también el don de la maternidad, marcha decididamente hacia la montaña para felicitar a su prima, para compartir con ella el gozo de haber sido agraciadas con el don de la maternidad y para servirla.

El saludo de la Madre de Dios provoca que el niño, que Isabel lleva en su seno, salte de entusiasmo dentro de las entrañas de su madre. La Madre de Dios, que lleva a Jesús en su seno, es causa de alegría. La maternidad es un don de Dios que genera alegría. Las familias se alegran cuando hay un anuncio de una nueva vida. El nacimiento de Cristo produce ciertamente «una gran alegría» (Lc 2,10).

Isabel, durante cinco meses, no salía de casa, y pensaba: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor» (Lc 1,25). Y María decía: «Engrandece mi alma al Señor (...) porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava» (Lc 1,46.48). La Virgen María e Isabel valoran y agradecen la obra de Dios en ellas: ¡la maternidad! Es necesario que los católicos reencuentren el significado de la vida como un don sagrado de Dios a los seres humanos.

El relato evangélico de la Visitación nos muestra cómo la Virgen, después de la anunciación del Ángel, no retuvo el don recibido, sino que partió inmediatamente para ayudar a su anciana prima Isabel (...) El Magníficat no es el cántico de aquellos a quienes les sonríe la suerte, de los que siempre van "viento en popa"; es más bien la gratitud de quien conoce los dramas de la vida, pero confía en la obra redentora de Dios. Es un canto que expresa la fe probada de generaciones de hombres y mujeres que han puesto en Dios su esperanza y se han comprometido en primera persona, como María, para ayudar a los hermanos necesitados. En el Magníficat escuchamos la voz de tantos santos y santas de la caridad (...) Quien permanece por largo tiempo cerca de las personas que sufren, conoce la angustia y las lágrimas, pero también el milagro del gozo, fruto del amor. 

La escena de este evangelio está llena de sencillez, y al mismo tiempo, de un significado muy profundo. Es el encuentro de dos mujeres, una anciana y otra joven; una a punto de tener un hijo, y otra llevando al mismo Dios en su seno. Y de ese abrazo surgió una frase que repetimos diariamente en el rezo del Avemaría (“bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”), y un hermoso canto llamado el “Magníficat”, porque en latín empieza con esta palabra. 

¿Y qué nos dice María en su canción? 

Primero habla de Dios, porque para ella es lo más importante en su vida. Le llama Señor, Santo y Salvador. Luego cuenta su experiencia; de humilde jovencita de Nazaret a la más grande de todas las mujeres porque ha permitido que Dios haga con ella su obra. La tercera mirada de María es hacia los hombres, sobre todo a los pobres por quienes muestra una dedicación especial. A continuación nos dice que la promesa que hizo el Señor con Abrahán, va a cumplirse con el nacimiento del Mesías, es decir, de su Hijo Jesús. 

Las palabras de María nos traen reminiscencias de otros cantos bíblicos que Ella conocía muy bien y que había recitado y contemplado en tantas ocasiones. Pero ahora, en sus labios, aquellas mismas palabras tienen un sentido mucho más profundo: el espíritu de la Madre de Dios se transparenta tras ellas y nos muestran la pureza de su corazón. Cada día, la Iglesia las hace suyas en la Liturgia de las Horas cuando, rezando las Vísperas, dirige hacia el cielo aquel mismo canto con que María se alegraba, bendecía y daba gracias a Dios por todas sus bondades.

Estamos llegando ya al final del tiempo de Adviento, un tiempo de conversión y de purificación. Hoy es María quien nos enseña el mejor camino. Meditar la oración de nuestra Madre —queriendo hacerla nuestra— nos ayudará a ser más humildes. Santa María nos ayudará si se lo pedimos con confianza.

Propósito 
Llevar la Buena Nueva del Evangelio a un enfermo o a un necesitado. 

Diálogo con Cristo 
Jesús, quiero terminar esta oración consagrándome a María. Quiero imitarla en ese abandono total a la voluntad santísima de Dios, en su fe fuerte, en su esperanza inquebrantable y en su caridad ardiente. No permitas nunca que me separe de mi madre María, porque ella es quien educa mi corazón en la escucha y en la generosidad, para saber ser humilde y dócil a las luces del Espíritu Santo. 

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06:49

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