Hace unos días recibí un email de un chico joven que tiene fe, que cree en la Iglesia. El problema es que comenzó a ver vídeos de un sujeto de Estados Unidos que le convenció de que una conspiración secreta de los illuminati se hizo con el dominio del Vaticano.
El problema de estas historias de conspiraciones es que, al final, se acaba creyendo más a un determinado autor que a la Iglesia. Basta que ese autor diga que la Iglesia está infiltrada de masones para que alguien ya no confíe en la Iglesia. Y así se confía más en un desconocido que en la Santa Iglesia que fundó Cristo como portadora de la Verdad.
Francamente, me dio mucha pena. A veces nos reímos de ciertos vídeos de complots y conspiraciones eclesiásticas, pero nos olvidamos que siempre hay alguna que otra persona que los cree. Y así alguno acaba creyendo a Youtube más que a la Santa Iglesia que Cristo fundó.
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