Bocadillos espirituales para vivir el Adviento: Sábado de la 1 a. Semana – Ciclo C

ld y proclamad que el reino de los cielos está cercaAl ver a las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, “como ovejas que no tienen pastor”. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo habéis recibido gratis, dadlo gratis”. (Mt 9,35-10,1.6-8)

Con frecuencia vemos sin ver.
Se puede estar al lado de la gente y no ver a nadie.
Porque solo se ve de verdad cuando los demás nos tocan el corazón.
Solo se ve a la gente, no cuando nos dejan indiferentes, sino cuando nos estremecen.
Solo vemos a los demás, cuando su presencia resuena en nuestro corazón.
Creemos que vemos, pero nos pasamos de largo.
Te veo, cuando tu vida me interesa.
Te veo, cuando tus problemas me duelen.
Te veo, cuando tus tristezas y alegrías me resuenan dentro.

Y esto es lo que me fascina de Jesús:
Nunca pasa indiferente.
Nunca pasa a mi lado indiferente.
Nunca pasa a tu lado indiferente.
Para Jesús, ver es “sentir el latido de la gente en su corazón”.
Pasa y “se compadece de ellas”.
Pasa y “siente la realidad de cada uno”.
Las ve “extenuadas y abandonadas”.

¡Con qué frecuencia paso al lado de los demás y ni les miro a la cara, yo voy a lo mío!
Paso al lado de los demás casi sin enterarme.
Paso al lado de los demás casi sin darme cuenta, salvo que me estorben en el camino.

Y los demás:
No pueden serme ajenos.
Los demás son algo que me duele o alegra.
Los demás son algo que forma parte de mí mismo.
Los demás son algo que debiera ver con el corazón.
No somos extraños sino familia.
No somos ajenos sino hermanos.
No somos desconocidos sino hijos de Dios.
Tú debieras interesarme.
Tú debieras despertar mis sentimientos.
Tú debieras ser alguien por quien debo interesarme.

Jesús los veía “como ovejas sin pastor”.
Los veía como abandonados.
Los veía como sin hogar.
Los veía sin un Padre que les devolviese el calor de familia.

Y por eso, Jesús quiere anunciarles la Buena Noticia del Reino.
Y los envía no como buenos comunicadores.
Los envía como “trabajadores”, “los trabajadores son pocos”.
“rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies”.
Pero manifestad la novedad del reino no solo con palabras:
“expulsad los espíritus inmundos”,
“curad toda enfermedad y dolencia”.

El Evangelio no se anuncia solo con la palabra.
Sino haciendo el bien a los demás.
Sanando los corazones de los malos espíritus.
Sanando de las enfermedades, o al menos llevándolos al médico.
Sanando a los que sufren.
Hay muchos sufrimientos que nosotros podemos curar.
Podemos devolver la alegría a los que están tristes.
Podemos devolver la esperanza a los que están desilusionados.
Podemos devolver la paz a los que viven inquietos.
No sé si podremos resucitar muertos, pero podemos consolar a los que quedan.
No sé si podremos limpiar leprosos, pero podemos ayudar a quienes trabajan con ellos.

Y aquí todos estamos comprometidos.
Aquí nadie puede darse el lujo de unas vacaciones en la playa.
Aquí nadie puede decir yo estoy cansado.

Clemente Sobrado C. P.


Archivado en: Adviento, Ciclo C
14:05

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