7. “Simón, ¿duermes? ¿ni una hora has podido velar?” (Mc 14, 37)
– Dormirse, mientras otros luchan y sufren.
Dormirse, mientras otros se mueren de angustia y de tristeza.
Dormirse, ¿para no ver la realidad? Dormirse, ¿para no enterarse de las cosas? Dormirse, ¿para poner distancias entre nosotros y los hermanos que sufren?
– Se puede estar cerca de los demás y estar a la vez muy lejos de ellos.
Se puede estar a su lado y nuestro corazón sentirse extraño a sus vidas.
Se puede estar al lado mismo del que sufre y nuestros ojos permanecer cerrados para no ver su dolor y no sentirse comprometido en él.
– Mientras Jesús se debate en su agonía espiritual de muerte, muy cerca de Él, Simón Pedro y los otros dos, duermen, insensibles a cuanto acontece en el corazón del Maestro, incapaces de mantener sus ojos abiertos y su corazón despierto. El dormido no es compañía para nadie.
– Es fácil en la vida estar al lado del hermano que se siente solo y abandonado y nosotros seguir dormidos a su lado.
Es fácil estar al lado del que cada día lucha por un pedazo de pan para sus hijos, y nosotros seguir con nuestros ojos vendados por el sueño de nuestra indiferencia.
Es fácil estar al lado de los hombres y estar lejos de ellos con nuestro corazón
¿No seremos capaces de estar en vela, en atención, con los ojos abiertos, al menos una hora al día, para poner nuestras vidas en sintonía con las de nuestros hermanos?
¿No seremos capaces de estar despiertos una hora al día para sintonizar nuestra vida con la vida de Jesús, sino que preferimos vivir anestesiados por las cosas que nos distraen?
Actitud para hoy:
– Buscaré momentos a lo largo del día, para sintonizar mi corazón con la vida de mis hermanos que caminan a mi lado. Buscaré momentos a lo largo del día para poner mi corazón en sintonía con el corazón de Dios, que también está esperando mi atención y dedicación.
8. “Volvió otra vez, y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados; ellos no sabían qué contestarle”. (Mc 14, 40)
-Jesús, en su tristeza y angustia, sigue sintiendo la necesidad de la compañía humana. La presencia de los amigos no evita el dolor, pero lo hace más llevadero.
La compañía de los otros no impide el sufrimiento del alma, pero lo humaniza. Sin embargo, a Jesús, aun sus amigos más cercanos le fallan.
El cansancio de sus almas es más grande que su capacidad de presencia.
– «No sabían qué contestarle». ¿Qué respuestas podremos dar a Dios cuando llega a nosotros y nos encuentra siempre fuera, extraños, dormidos?
¿Qué respuestas podremos dar a Dios cuando se hace presente en nuestras vidas y nos encuentra dormidos en nuestros propios sueños, en nuestras indiferencias, en nuestra falta de sensibilidad espiritual?
“No sabían qué contestarle”. ¿Qué podremos decirles a nuestros hermanos los hombres cuando acuden a nosotros y nos mostramos fríos, indiferentes, ajenos y extraños a sus problemas?
¿Qué podremos decirles a los hombres que vienen a nosotros en espera de una ayuda, una palabra, una hora de nuestro tiempo y encuentran como única respuesta nuestra apatía y nuestra indiferencia?
No es fácil dar respuestas, cuando el corazón no tiene más razones que la pobreza de nuestro espíritu.
No es fácil dar respuestas cuando al corazón le faltan las razones del verdadero amor. No es fácil dar respuestas cuando nuestros corazones están tan cansados y adormilados que son incapaces de despertarse ante los reclamos de nuestros hermanos.
Actitud para hoy:
– Hoy debo estar atento. Muchos hermanos míos, están necesitando mi presencia y mi compañía. Hoy no es un día para la indiferencia de los dormidos.
– Hoy puede ser un día en el que Dios me necesite y venga a visitarme. No estaría bien que me encontrase encerrado en mis egoísmos, sino abierto a sus llamadas y exigencias.
Clemente Sobrado C. P.
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