La liturgia diaria meditada - Parábola de los talentos (Mt 25, 14-30) 19/11


Domingo 19 de Noviembre de 2017
33º Durante el año
Verde.
Semana I para el Salterio.

Martirologio Romano: Memoria de santa Isabel de Hungría, que siendo casi niña se casó con Luis, landgrave de Turingia, a quien dio tres hijos, y al quedar viuda, después de sufrir muchas calamidades y siempre inclinada a la meditación de las cosas celestiales, se retiró a Marburgo, en la actual Alemania, en un hospital que ella misma había fundado, donde, abrazándose a la pobreza, se dedicó al cuidado de los enfermos y de los pobres hasta el último suspiro de su vida, que fue a los veinticinco años de edad († 1231).

Antífona      Cf. Jer 29, 11-12. 14
Dice el Señor: “Yo tengo designios de paz y no de aflicción. Invóquenme y los escucharé y pondré fin a su cautiverio”.

Oración colecta    
Señor y Dios nuestro, concédenos vivir siempre con alegría bajo tu mirada, ya que la felicidad plena y duradera consiste en servirte a ti, fuente y origen de todo bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Concédenos, Señor, que esta ofrenda sea agradable a tus ojos, nos otorgue la gracia de servirte con amor, y nos obtenga los gozos eternos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión      Sal 72, 28
Mi dicha es estar cerca de Dios, y poner mi refugio en el Señor.

O bien:         Cf. Mc 11, 23-24
Dice el Señor: “Cuando pidan algo en la oración, crean que ya lo tienen, y lo conseguirán”.

Oración después de la comunión
Después de haber recibido los dones pascuales te pedimos humildemente, Señor, que la Eucaristía que tu Hijo nos mandó celebrar en su memoria aumente la caridad en todos nosotros. Él que vive y reina por los siglos de los siglos.


1ª Lectura    Prov 31, 10-13. 19-20. 30-31
Lectura del libro de los Proverbios.
Una buena ama de casa, ¿quién la encontrará? Es mucho más valiosa que las perlas. El corazón de su marido confía en ella y no le faltará compensación. Ella le hace el bien, y nunca el mal, todos los días de su vida. Se procura la lana y el lino, y trabaja de buena gana con sus manos. Aplica sus manos a la rueca y sus dedos manejan el huso. Abre su mano al desvalido y tiende sus brazos al indigente. Engañoso es el encanto y vana la hermosura: la mujer que teme al Señor merece ser alabada. Entréguenle el fruto de sus manos y que sus obras la alaben públicamente.
Palabra de Dios.

Comentario
“El libro que nos ha presentado a la mujer modelo es una reflexión de la sabiduría del pueblo de Israel que vivía esta filosofía como pueblo, era su sabiduría popular, era su creencia, en que no es la vanidad de la mujer lo que cuenta, sino su temor de Dios, su interioridad.

Sal 127, 1-5
R. ¡Feliz quien ama al Señor!

¡Feliz el que teme al Señor y sigue sus caminos! Comerás del fruto de tu trabajo, serás feliz y todo te irá bien. R.

Tu esposa será como una vid fecunda en el seno de tu hogar; tus hijos, como retoños de olivo alrededor de tu mesa. R.

¡Así será bendecido el hombre que teme al Señor! ¡Que el Señor te bendiga desde Sión todos los días de tu vida: que contemples la paz de Jerusalén! R.

2ª Lectura    1Tes 5, 1-6
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica.
Hermanos: En cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba. Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche. Cuando la gente afirme que hay paz y seguridad, la destrucción caerá sobre ellos repentinamente, como los dolores del parto sobre una mujer embarazada, y nadie podrá escapar. Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda como un ladrón: todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas. No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios.
Palabra de Dios.

Comentario
San Pablo nos ayuda a considerar que debemos asumir la vida presente con atención, vigilando nuestros actos y elecciones. No simplemente porque pueda llegar pronto “el Día del Señor”, sino porque somos hijos de la luz y, por lo tanto, responsables de iluminar un mundo en el que parece dominar la oscuridad.

Aleluya        Jn 15, 4-5
Aleluya. “Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. El que permanece en mí da mucho fruto”, dice el Señor. Aleluya.

Evangelio     Mt 25, 14-30
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola:
El Reino de los Cielos es como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió.

En seguida, el que había recibido cinco talentos fue a negociar con ellos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos ganó otros dos; pero el que recibió uno solo hizo un pozo y enterró el dinero de su señor.

Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presento otros cinco. «Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado». «Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor; ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor».

Llegó luego el que había recibido dos talentos y le dijo: «Señor, me has confiado dos talentos: aquí están los otros dos que he ganado». «Está bien, servidor bueno y fiel; y  que respondiste fielmente en lo poco, te encargare de mucho mas: entra a participar del gozo de tu señor».

Llegó luego el que había recibido un solo talento. «Señor, le dijo, sé que eres un hombre exigente: cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Por eso tuve miedo y fui a enterrar tu talento: ¡aquí tienes lo tuyo!» Pero el señor le respondió: «Servidor malo y perezoso, si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, tendrías que haber colocado el dinero en el banco, y así, a mi regreso, lo hubiera recuperado con intereses. Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene. Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil; allí habrá llanto y rechinar de dientes». 
Palabra del Señor.

O bien:         más breve Mt 25, 14-15. 19-21
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: El Reino de los Cielos es como un hombre que, al salir de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos, y uno solo a un tercero, a cada uno según su capacidad; y después partió. Después de un largo tiempo, llegó el señor y arregló las cuentas con sus servidores. El que había recibido los cinco talentos se adelantó y le presentó otros cinco. “Señor, le dijo, me has confiado cinco talentos: aquí están los otros cinco que he ganado”. “Está bien, servidor bueno y fiel, le dijo su señor; ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor”.
Palabra del Señor.

Comentario
Con un extraño ejemplo económico, Jesús nos enfrenta a una realidad: Dios nos ha dado “algo” que debemos multiplicar. Ahora bien, será necesario hacer un camino de búsqueda muy sincero para descubrir qué nos ha dado el Señor, luego agradecerlo (¡es un don!) y, por fin, ponerlo a disposición del Reino con absoluta sinceridad y coraje. Debemos saber que tenemos “algo” que solo nosotros podemos dar a los demás. Y Dios espera que así lo hagamos


Oración introductoria
Señor, gracias por los talentos que me has dado. No permitas que la apatía o el desánimo me lleven a enterrarlos o a utilizarlos para mi beneficio personal. Ilumina mi oración, permite que me acerque a Ti con confianza y con un corazón sincero, para desprenderme de mi voluntad y unirme más a la tuya.

Petición
Padre, ayúdanos a comprender que lo que se nos ha dado se multiplica dándolo. Es un tesoro que hemos recibido para gastarlo, invertirlo y compartirlo con todos.

Meditación

1.- Actitud productiva. En el evangelio de Mateo esta parábola de los talentos (o las minas) está situada después de la del criado fiel y de las diez vírgenes. A partir del versículo 31 del capítulo 25 se describe la parábola del juicio final que leeremos el próximo domingo, fiesta de Cristo Rey. Todas ellas tienen un carácter escatológico, pues describen lo que sucederá al final de los tiempos. Se nos pide una actitud de vela, de estar preparados. La parábola de los talentos nos enseña que además de la actitud de espera vigilante, es necesaria la actitud productiva, es decir dar frutos de buenas obras.

2.- Nos juzgarán sobre el modo en que hemos empleado los talentos recibidos. Por la fe nos fiamos de Jesucristo, le seguimos y dejamos que El transforme nuestra vida. Creer en Jesucristo es comprometerse en la construcción del Reino. No se trata, por tanto, de quedarse con los brazos cruzados o de cumplir una serie de normas cultuales o devocionales. El cristiano se distingue por lo que cree, por lo que celebra y por lo que vive. ¡Cuántas veces hemos esquivado el bulto, abandonando nuestro compromiso cristiano! ¡Que alguien actúe!, pero si todos decimos los mismo… Es más fácil contentarse con rezar, con no meterse con nadie, con cumplir el precepto dominical. Yo creo que al final de nuestra vida nos juzgarán sobre el modo en que hemos empleado los talentos que Dios nos ha dado. Es más fácil decir "yo no valgo", o "no tengo tiempo", o "no me atrevo", o "me da miedo". El evangelio de Mateo es duro con los temerosos, con aquellos que prefieren enterrar su talento.

3.- Lo primero que tenemos que hacer es descubrir nuestros talentos. Y lo digo en plural porque todos tenemos más de un don o carisma: inteligencia, palabra, espíritu de servicio, amabilidad, habilidad manual. ¿Cuáles son tus talentos? Después de reconocerlos hay que ponerlos en juego para bien de la comunidad. ¿Dónde soy necesario, qué servicio puedo prestar? Ahí está la llamada del Señor, Él cuenta contigo. Pero cuidado, no actúes por vanagloria, para que te vea la gente, por autocomplacencia. Muchas veces hay intenciones ocultas en nuestros actos. En nuestras comunidades cada cual está llamado a una misión según el carisma recibido. En ocasiones pretendemos desempeñar funciones para las que no estamos llamados, causando con ello más daño que beneficio. Si Dios no te ha dado el carisma del buen oído no te empeñes en cantar en el coro.

4.- Los dejó encargados de sus bienes; a cada cual según su capacidad. La parábola de los talentos es bastante clara y fácil de entender; lo importante es que cada uno de nosotros sepamos aplicarla a nuestra propia vida. Todos hemos nacido con unas cualidades y unas capacidades determinadas, después la vida nos ha dado a cada uno unas posibilidades distintas para realizar nuestras cualidades y nuestras capacidades. El Señor nos va a juzgar a cada uno según nuestras obras, pero teniendo siempre en cuenta nuestra capacidad real, las posibilidades reales que hemos tenido para hacer unas cosas u otras. Lo que no quiere el Señor es que seamos negligentes y holgazanes, como el siervo que recibió un solo talento, y que renunciemos, por cobardía o por miedo, a poner nuestras cualidades y capacidades al servicio del evangelio. Los talentos que tenemos son regalo de Dios, y Dios quiere que cada uno de nosotros pongamos a trabajar con dedicación y esfuerzo los talentos que Dios nos ha dado a cada uno. Si podemos llegar al diez, trabajemos para conseguir el diez y si sólo podemos llegar al cinco trabajemos para llegar al cinco, pero nunca renunciemos a dar todo lo que realmente podemos dar. Somos empleados de Dios, trabajemos para Dios, es decir, intentemos con todas nuestras fuerzas que el reino de Dios pueda realizarse en el mundo en el que Dios nos ha puesto a cada uno. Cada uno según nuestra capacidad.

Analiza tu jornada. ¿Qué has hecho hoy? ¿Qué cualidades han dado su fruto? ¿Cuántas veces has dejado sin hacer lo que debías?

Propósito
Señor, qué fácilmente olvido lo fugaz y lo temporal de esta vida. En vez de buscar multiplicar, en clave al amor a los demás, los numerosos talentos con los que has enriquecido mi vida, frecuentemente me dejo atrapar por el camino fácil de la comodidad o la ley del menor esfuerzo. Concédeme la gracia de saber reconocer y multiplicar los dones recibidos.

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