Oficio de lecturas - Viernes de la semana XXXIII - Tiempo ordinario



OFICIO DE LECTURA - VIERNES DE LA SEMANA XXXIII - TIEMPO ORDINARIO
De la Feria.

PRIMERA LECTURA

Año I

Del libro del profeta Ezequiel     28, 1-19

ORÁCULO CONTRA TIRO, CIUDAD ORGULLOSA

    En aquellos días, el Señor me dirigió la palabra y me dijo:
    «Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: Esto dice el Señor: Se hinchó tu corazón y dijiste: "Soy Dios, entronizado en solio de dioses en el corazón del mar", tú que eres hombre y no dios; te creías listo como los dioses. ¡Si eres más sabio que Daniel!, ningún enigma se te resiste. Con tu talento, con tu habilidad, te hiciste una fortuna; acumulaste oro y plata en tus tesoros. Con agudo talento de mercader, ibas acrecentando tu fortuna, y tu fortuna te llenó de presunción.
    Por eso, así dice el Señor: Por haberte creído sabio como los dioses, por eso, traigo contra ti bárbaros pueblos feroces; desenvainarán la espada contra tu, belleza y tu sabiduría, profanando tu esplendor. Te hundirán en la fosa, morirás con muerte ignominiosa en el corazón del mar. Tú que eres hombre y no dios, ¿osarás decir: "Soy Dios", delante de tus asesinos, en poder de los que te apuñalen? Morirás con muerte de incircunciso, a manos de bárbaros. Yo lo he dicho -oráculo del Señor-.»
    Me vino esta palabra del Señor:
    «Hijo de hombre, entona una elegía al rey de Tiro. Así dice el Señor: Eras cuño de perfección, colmo de la sabiduría, de acabada belleza; tabas en un jardín de dioses, revestido de piedras preciosas: cornalina, topacio y aguamarina, crisolito, malaquita y jaspe, zafiro, rubí y esmeralda; de oro afiligranado tus zarcillos y dijes, preparados el día de tu creación.
    Te puse junto a un querubín protector de alas extendidas. Estabas en la montaña sagrada de los dioses, entre piedras de fuego te paseabas. Era irreprensible tu conducta desde el día de tu creación hasta que se descubrió tu culpa. A fuerza de hacer tratos, te ibas llenando de atropellos, y pecabas. Te desterré entonces de la montaña de los dioses y te expulsó el querube protector de entre las piedras de fuego. Te llenó de presunción tu belleza y tu esplendor te trastornó el sentido; te arrojé por tierra, te hice espectáculo para los reyes.
    Con tus muchas culpas, con tus sucios negocios, profanaste tu santuario; hice brotar de tus entrañas fuego que te devoró; te convertí en ceniza sobre el suelo, a la vista de todos. Tus conocidos de todos los pueblos se espantaron de ti; ¡siniestro desenlace!, para siempre dejaste de existir.»

Responsorio     Cf. Ez 28, 6. 7. 16. 17. 18

R. Así dice el Señor: Por haberte creído sabio como los dioses, * por eso, traigo contra ti bárbaros pueblos feroces; te desterraré de la montaña de los dioses y te convertiré en ceniza.
V. Tu esplendor te trastornó el sentido; con tus muchas culpas, profanaste tu santuario.
R. Por eso, traigo contra ti bárbaros pueblos feroces; te desterraré de la montaña de los dioses y te convertiré en ceniza.


Año II

Del libro del profeta Daniel     2, 26-47

VISIÓN DE LA ESTATUA Y DE LA PIEDRA. EL REINO ETERNO DE DIOS

    En aquellos días, tomó el rey Nabucodonosor la palabra y dijo a Daniel (por sobrenombre Beltsasar): «¿Eres tú capaz de manifestarme el sueño que he tenido y su interpretación?»
    Daniel tomó la palabra en presencia del rey y dijo:
    «El misterio que el rey quiere saber no hay sabios, magos, adivinos ni astrólogos que lo puedan revelar al rey; pero hay un Dios en el cielo, que revela los misterios y que ha dado a conocer al rey Nabucodonosor lo que sucederá al fin de los días. Tu sueño y las visiones de tu cabeza cuando estabas en tu lecho eran éstos:
    Oh rey, los pensamientos que agitaban tu mente en el lecho se referían a lo que ha de suceder en el futuro, y el que revela los misterios te ha dado a, conocer lo que
sucederá. A mí, sin que yo posea más sabiduría que cualquier otro ser viviente, se me ha revelado este misterio con el solo fin de manifestar al rey su interpretación y de que tú conozcas los pensamientos de tu corazón.
    Tú, oh rey, has tenido esta visión: Una estatua, una enorme estatua, de extraordinario brillo, de aspecto terrible, se levantaba ante ti. La cabeza de esta estatua era de oro puro, su pecho y sus brazos de plata, su vientre y sus lomos de bronce, sus piernas de hierro, sus pies parte de hierro Y parte de arcilla.
    Tú estabas mirando, cuando de pronto una piedra se desprendió, sin intervención de mano alguna, vino a dar a la estatua en sus pies de hierro y arcilla, y los pulverizó. Entonces quedó pulverizado todo a la vez: el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro; quedaron como el tamo de la era en verano, y el viento se lo llevó sin dejar rastro. Y la piedra que había golpeado la estatua se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra. Tal fue el sueño; ahora diremos ante el rey su interpretación.
    Tú, oh Rey, rey de reyes, a quien el Dios del cielo ha dado reino, imperio, poder y gloria -los hijos de los hombres, las bestias del campo, los pájaros del cielo, dondequiera que habiten, los ha dejado en tus manos y te ha hecho soberano de ellos-, tú eres la cabeza de oro. Después de ti surgirá otro reino, inferior a ti, y luego un tercer reino, de bronce, que dominará la tierra entera. Y habrá un cuarto reino, duro como el hierro, como el hierro que todo lo pulveriza y machaca; como el hierro que aplasta, así él pulverizará y aplastará a todos los otros.
    Y lo que has visto, los pies y los dedos, parte de arcilla y parte de hierro, es un reino que estará dividido; tendrá la solidez del hierro, según has visto el hierro mezclado con la masa de arcilla. Los dedos de los pies, parte de hierro y parte de arcilla, es que el reino será en parte fuerte y en parte frágil. Y lo que has visto, el hierro mezclado con la masa de arcilla, es que se mezclarán ellos entre sí por simiente humana, pero no se mezclarán el uno al otro, de la misma manera que el hierro no se mezcla con la arcilla.
    En tiempo de estos reyes, el Dios del cielo hará surgir un reino que jamás será destruido, y este reino no pasará a otro pueblo. Pulverizará y aniquilará a todos estos reinos, y él subsistirá eternamente: tal como has visto desprenderse del monte, sin intervención de mano humana, la piedra que redujo a polvo el hierro, el bronce, la arcilla, la plata y el oro. El Dios grande ha manifestado al rey lo que ha de suceder. El sueño es verdadero y su interpretación digna de confianza.»
    Entonces, el rey Nabucodonosor cayó rostro en tierra, se postró ante Daniel y ordenó que se le ofreciera oblación y calmante aroma. El rey tomó la palabra y dijo a Daniel:
    «Verdaderamente vuestro Dios es el Dios de los dioses, el Señor de los reyes, el revelador de los misterios, ya que tú has podido revelar este misterio.»

Responsorio     Dn 2, 44; cf. Lc 20, 17. 18

R. El Dios del cielo hará surgir un reino que jamás será destruido, y que pulverizará y aniquilará a todos los demás reinos; * pero este reino de Dios subsistirá eternamente.
V. La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular; aquel sobre quien cayere esta piedra será aplastado.
R. Pero este reino de Dios subsistirá eternamente.


SEGUNDA LECTURA

Del Tratado de san Juan Eudes, presbítero, Sobre el reino de Jesús
(Parte 3, 4: Opera omnia 1, 310-312)

EL MISTERIO DE CRISTO EN NOSOTROS Y EN LA IGLESIA

    Debemos continuar y completar en nosotros los estados y misterios de la vida de Cristo, y suplicarle con frecuencia que los consume y complete en nosotros y en toda su Iglesia.
    Porque los misterios de Jesús no han llegado todavía a su total perfección y plenitud. Han llegado ciertamente a su perfección y plenitud en la persona de Jesús, pero no en nosotros, que somos sus miembros, ni en su Iglesia, que es su cuerpo místico. El Hijo de Dios quiere comunicar y extender en cierto modo y continuar sus misterios en nosotros y en toda su Iglesia, ya sea mediante las gracias que ha determinado otorgarnos, ya mediante los efectos que quiere producir en nosotros a través de estos misterios. En este sentido quiere completarlos en nosotros.
    Por esto san Pablo dice que Cristo halla su plenitud en la Iglesia y que todos nosotros contribuimos a su edificación y a la edad de Cristo en su plenitud, es decir, a aquella edad mística que él tiene en su cuerpo místico, y que no llegará a su plenitud hasta el día del juicio. El mismo Apóstol dice, en otro lugar, que él va completando las tribulaciones que aún le quedan por sufrir con Cristo en su carne mortal.
    De éste modo el Hijo de Dios ha determinado consumar y completar en nosotros todos los estados y misterios de su vida. Quiere llevar a término en nosotros los misterios de su encarnación, de su nacimiento, de su vida oculta, formándose en nosotros y volviendo a nacer en nuestras almas por los santos sacramentos del bautismo y de la sagrada eucaristía, y haciendo que llevemos una vida espiritual e interior, oculta con él en Dios.
    Quiere completar en nosotros el misterio de su pasión, muerte y resurrección, haciendo que suframos, muramos y resucitemos con él y en él.. Finalmente, completará en nosotros su estado de vida gloriosa e inmortal cuando haga que vivamos con él y en él una vida gloriosa y eterna en el cielo. Del mismo modo quiere consumar y completar los demás estados y misterios de su vida en nosotros y en su Iglesia, haciendo que nosotros los compartamos y participemos de ellos, y que en nosotros sean continuados y prolongados.
    Según esto, los misterios de Cristo no estarán completos hasta el final de aquel tiempo que él ha destinado para la plena realización de sus misterios en nosotros y en la Iglesia, es decir, hasta el fin. del mundo.

Responsorio     Col 1, 24. 29

R. Ahora me alegro de los padecimientos que he sufrido por vosotros, * y voy completando en favor del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, las tribulaciones que aún me quedan por sufrir con Cristo en mi carne mortal.
V. Con este fin me esfuerzo y lucho, contando con la eficacia de Cristo, que actúa poderosamente en mí.
R. Y voy completando en favor del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, las tribulaciones que aún me quedan por sufrir con Cristo en mi carne mortal.

Oración

Señor, Dios nuestro, concédenos alegrarnos siempre en tu servicio, porque la profunda y verdadera, alegría está en ser fiel a ti, autor de todo bien. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

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19:28

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