Periodistas pro papa Francisco. Con estos, ni a por una herencia.

Hace unos días se ha reunido pomposamente un grupo de personas en una cosa llamada I encuentro de periodistas pro papa Francisco. Como pueden comprender, por mí como si se reúne la asociación de vendedores de gominolas pro consumo razonable de azúcar o las pilinguis del madrileño polígono Marconi reivindicando la figura de la Tacones. Viva la libertad y viva el derecho de reunión. Me fijo en este encuentro porque uno es cura, aunque de pueblo, y las cosas de la Iglesia me interesan.

Empiezo por decir que ya se equivocan gravemente con el título: pro papa Francisco. Mal empezamos. Uno llegaría a comprender que unos periodistas medio normales reflexionaran sobre el modo correcto que la prensa debe tratar la figura del santo padre. Sea Francisco, Juan Pablo, Pablo, Juan, Pio o León. Pero no, empezamos diciendo que es pro Francisco. Mal negocio.

Mal negocio porque no hay nada más cruel que una hemeroteca, y ya sabemos lo que pensaba esta gente de otros papas, aunque hoy sean santos. Es decir, que se han reunido unos cuantos supuestos periodistas supuestamente católicos para ver cómo ensalzan a un papa concreto básicamente metiéndose con los que piensan de forma distinta a ellos, es decir, la que denominan la caverna.

El segundo fallo es el mismo encuentro, porque hacerlo supone de facto reconocer que las tan cacareadas reformas de Francisco, que aún no hay quien las haya visto, excepto en pequeños gestos con escaso contenido, no calan y no cuelan. Tan mal van las cosas que nos vamos a reunir los mejores y más sólidos periodistas de información religiosa para convertirnos en el apoyo de Francisco. Menos mal que nos tiene a nosotros.

Y se reunieron. En San Antón, cómo no. Con el P. Ángel, of course. Y Vidal y Bastante, autoproclamados referentes de la nueva iglesia bergogliana. Y Castillo, referente juvenil. Es decir, que los grandes apoyos de Francisco son Spadaro, vale, Vidal, ecuánime donde los haya, y si no que pregunten por su psicótica fobia a Rouco.

He leído las conclusiones. Del todo previsibles. Que hay que ser más evangélicos ¿qué entenderá cada uno por eso?, que hay que hacer periodismo desde la periferia, que hay que actualizar las formas de gobierno de la Iglesia, que la sencillez y la verdad. Echo en falta que, en esta ocasión, cosa del todo extraña, no se hayan aprovechado las conclusiones para pedir el celibato opcional y el sacerdocio femenino. Otra vez será. Seguro.

El remate de todo esto es acudir a la web “Pro papa Francisco” y entretenerse en leer qué grupos y asociaciones apoyan el asunto. Por supuesto lo más progre de los progres: atrio, fe adulta, eclesalia, moceop, asociación ecuménica interreligiosa, proconcil, una cosa llamada papaboys México, o la asociación de pensionistas y jubilados de Baleares.

Seamos claros. Los más críticos, de manera feroz, con Juan Pablo II y Benedicto XVI ahora pidiendo fidelidad y obediencia al santo padre. Ja. Los hay con cara. Con estos, ni a por una herencia. 

Con el papa, sea Francisco, Juan Pablo, Pablo, Juan, Pio, León… amor, obediencia, respeto y oración. Y libertad de expresión, que toda la vida diciéndonos que teníamos que ser libres y acoger críticamente las palabras del santo padre, y que había que distinguir entre infalibilidad y opiniones, y ahora, cuando lo haces, te declaran hereje. Estos mismos. Ni a por una herencia. 

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