La liturgia diaria meditada – Estaban como ovejas que no tienen pastor (Mc 6, 30-34) 06/02



Sábado 06 de Febrero de 2016
Santos Pablo Miki, presbítero y compañeros, mártires
(MO). Rojo.

Pablo Miki nació en Kioto, Japón, entre 1564 y 1566. Era un catequista que tenía la vocación de sacerdote. Por orden del emperador Toyotomi Hideyoshi, los misioneros extranjeros fueron expulsados de Japón. Sin embargo, muchos se quedaron clandestinos. El 9 de diciembre de 1593, fueron arrestados misioneros franciscanos, jesuitas y laicos, entre los que se encontraba Pablo Miki. Luego de padecer la tortura, fueron crucificados en Nagasaki.

Antífona de entrada   
Los santos derramaron su sangre por el Señor, amaron a Cristo en su vida, lo han imitado en su muerte y por eso merecieron la corona de gloria.

Oración colecta         
Dios todopoderoso, fortaleza de los santos, que llamaste a la gloria por el suplicio de la cruz a san Pablo Miki y a sus compañeros mártires, concédenos, por su intercesión, confesar con firmeza, hasta la muerte, la fe que profesamos. Por nuestro Señor Jesucristo…

Oración sobre las ofrendas  
Padre santo, acepta los dones que te presentamos en la conmemoración de tus santos mártires, y concédenos la gracia de permanecer fieles en la confesión de tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona          cf. Lc 22, 28- 30
Dice el Señor: “Ustedes son los que han permanecido siempre conmigo en medio de mis pruebas. Por eso yo les confiero el Reino, y ustedes comerán y beberán en mi mesa”.

Oración después de la comunión
Dios nuestro, que en los santos mártires manifestaste admirablemente el misterio de la cruz, concédenos por tu bondad que, fortalecidos por este sacrificio, permanezcamos fielmente unidos a Cristo y trabajemos en la Iglesia por la salvación de todos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura           1Rey 3, 4-13
Lectura del primer libro de los Reyes.
El rey Salomón fue a Gabaón para ofrecer sacrificios allí, porque ése era el principal lugar alto. Sobre ese altar, Salomón ofreció mil holocaustos. En Gabaón, el Señor se apareció a Salomón en un sueño, durante la noche. Dios le dijo: “Pídeme lo que quieras”. Salomón respondió: “Tú has tratado a tu servidor David, mi padre, con gran fidelidad, porque él caminó en tu presencia con lealtad, con justicia y rectitud de corazón; tú le has atestiguado esta gran fidelidad, dándole un hijo que hoy está sentado en su trono. Y ahora, Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor en lugar de mi padre David, a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo. Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?”. Al Señor le agradó que Salomón le hiciera este pedido, y Dios le dijo: “Porque tú has pedido esto, y no has pedido para ti una larga vida, ni riqueza, ni la vida de tus enemigos, sino que has pedido el discernimiento necesario para juzgar con rectitud, yo voy a obrar conforme a lo que dices: Te doy un corazón sabio y prudente, de manera que no ha habido nadie como tú antes de ti, ni habrá nadie como tú después de ti. Y también te doy aquello que no has pedido: tanta riqueza y gloria que no habrá nadie como tú entre los reyes, durante toda tu vida”.
Palabra de Dios.

Comentario
El pedido de Salomón no solo agrada a Dios; también debe agradarnos a nosotros. Que un gobernante no pida tener poder, ni negociados, ni abundancia material es una alegría para todo el pueblo.

Sal 118, 9-14
R. ¡Enséñame, Señor, tus preceptos!

¿Cómo un joven llevará una vida honesta? Cumpliendo tus palabras. Yo te busco de todo corazón: no permitas que me aparte de tus mandamientos. R.

Conservo tu palabra en mi corazón, para no pecar contra ti. Tú eres bendito, Señor: enséñame tus preceptos. R.

Yo proclamo con mis labios todos los juicios de tu boca. Me alegro de cumplir tus prescripciones, más que de todas las riquezas. R.

Aleluya           Jn 10, 27
Aleluya. “Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen”, dice el Señor. Aleluya.

Evangelio        Mc 6, 30-34
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Al regresar de su misión, los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
Palabra del Señor.

Comentario
A veces tenemos proyectos muy sanos y coherentes con nuestra fe, como puede ser un descanso, un estudio o un tiempo de retiro, y hasta un tiempo de oración y contemplación. Pero este proyecto puede ser interrumpido por la necesidad de hermanos muy necesitados de nuestro servicio o palabra. Que en esos momentos nos sintamos como Jesús, compadecidos de aquellos que vienen a buscar un pastor.

Oración introductoria
Jesucristo, te doy gracias por los momentos en que piensas en mí sin que yo me dé siquiera cuenta. Concédeme imitar tu ejemplo. Que aprenda a mirar las necesidades de los demás antes que las mías. Que lo haga de corazón, no por aparentar. Te pido por mis seres queridos, por mis amigos y por las personas que aún no te conocen. Quiero ofrecerte esta oración en acción de gracias por tu presencia en la Eucaristía y en mi corazón.

Petición
Llévame, Señor, al silencio de mi alma para estar contigo y gozar de tu presencia.

Meditación 

Hoy, el Evangelio nos plantea una situación, una necesidad y una paradoja que son muy actuales.

Una situación. Los Apóstoles están “estresados”: «Los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer» (Mc 6,30). Frecuentemente nosotros nos vemos abocados a lo mismo. El trabajo exige buena parte de nuestras energías; la familia, donde cada miembro quiere palpar nuestro amor; las otras actividades en las que nos hemos comprometido, que nos hacen bien y, a la vez, benefician a terceros… ¿Querer es poder? Quizá sea más razonable reconocer que no podemos todo lo que quisiéramos.

Una necesidad. El cuerpo, la cabeza y el corazón reclaman un derecho: descanso. En estos versículos tenemos un manual, frecuentemente ignorado, sobre el descanso. Ahí destaca la comunicación. Los Apóstoles «le contaron todo lo que habían hecho» (Mc 6,30). Comunicación con Dios, siguiendo el hilo de lo más profundo de nuestro corazón. Y —¡qué sorpresa!— encontramos a Dios que nos espera. Y espera encontrarnos con nuestros cansancios.

Jesús les dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco» (Mc 6,31). ¡En el plan de Dios hay un lugar para el descanso! Es más, nuestra existencia, con todo su peso, debe descansar en Dios. Lo descubrió el inquieto Agustín: «Nos has creado para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que no descanse en ti». 

La caridad de Jesucristo no conoce el ensimismamiento en los propios problemas o dificultades. Él nos enseña a salir del círculo estrecho de mi “yo y mis circunstancias”, sean éstas felices o penosas. Cuando más queramos encerrarnos en nosotros mismos, levantemos la mirada del corazón y veamos a Cristo en la barca, predicando sin descanso a sus hermanos, los hombres. Imitemos su ejemplo y extendamos su Reino con generosidad. Pensemos en lo que realmente vale la pena: la salvación de las almas a nosotros encomendadas.

Propósito
Procuraré escuchar a mis amigos, familiares y compañeros con atención y sin dar muestras de prisas.

Diálogo con Cristo
¡Gracias Jesús por enseñarme a mirar las necesidades de los demás antes que las propias! Ayúdame a entender que sólo el contacto contigo en la Eucaristía logrará cambiar mi corazón. No lo logrará ni mi buena voluntad, ni medicina alguna en el mundo. Haz que anhele el recogimiento de mi alma, ese humilde sagrario donde me esperas para enseñarme a vivir como Tú.

17:27

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