Yo creía que estas cosas solo pasaban ya en las películas de Berlanga y que, desde luego, eran impensables a cincuenta años del concilio Vaticano II.
Cuando un servidor era niño, en mi pueblo existía la costumbre de los apóstoles del día de Jueves Santo. Tal día eran escogidos doce varones pobres, los más pobres de la localidad, llevados a una gran casa de la población y banqueteados espléndidamente. Por la tarde, en los oficios del Jueves Santo, el sacerdote les lavaba los pies. Evidentemente al día siguiente, tras ser agasajados por las almas y los cuerpos más caritativos de la localidad, volvían a su santa pobreza y hasta el año que viene. Es verdad que algo se les ayudaba después, pero ya me entienden.
De estos apóstoles me he acordado, por supuesto de la película “Plácido”, al leer en la prensa que esta nochebuena doscientos indigentes cenarán espléndidamente en la galería del palacio de Cibeles, en cena organizada por “Mensajeros de la Paz” y a la que ya ha confirmado su asistencia, al menos para saludar y salir en la foto, la señora alcaldesa. Doscientos indigentes que seguirán tan indigentes en Navidad, pero el gesto es el gesto.
Ingenuo un servidor que se pensaba que esto de invitar a un pobre por Navidad y hasta el año que viene, era cosa de la más rancia derecha, de cuatro marquesonas y de señoras bien de la calle Serrano con abrigo de visón, y que la izquierda de este país, siempre tan solidaria y amante de la auténtica justicia, en jamás de los jamases podría tolerar. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.
Comprendería que, con motivo de alguna fecha señalada, evidentemente laica, constitucional y ciudadana, la señora alcaldesa aprovechase para indultar definitivamente de la pobreza a algunas familias aumentando los presupuestos municipales de asuntos sociales, inaugurando viviendas de protección social o bien ofreciendo a gente con escasez de recursos becas, apoyo y renta mínima. Si me dicen que la señora Carmena, con motivo del día de la Constitución, ha realizado estos gestos, lo comprendería. Pero que la Carmena, nada menos que la Carmena, actúe como una ricachona de Berlanga, no me cuadra, a no ser que en el fondo lo sea, que me lo estoy barruntando, porque entre los 120.000 euros entregados en metálico para un pisito y alguna cosa rara con la empresa del marido, es la impresión que da.
Pues no. Nada de sacar de la pobreza. Se cede el palacio de Cibeles, cena opípara, foto, decimos que es todo un símbolo, más fotos, que Navidad es solidaridad, y mañana, hermanos, se van ustedes a donde puedan quizá con unos calcetines y el bocata con las sobras.
Apenas se ha dejado en Madrid un lugar para el nacimiento. En el ayuntamiento un rinconcito. Reducidísimos los belenes en sitios oficiales municipales. Cristo estorba. Navidad reducida a mera solidaridad humana. Hoy cenamos, mañana Dios le ampare hermano –mejor, la constitución le ampare- o Cáritas, que es donde el ayuntamiento de Madrid deriva a tantas familias sin recursos.
Menos galería de Cibeles, menos gestitos, menos foto y camarero con langostinos, y más hacer por un Madrid de verdad solidario, justo y donde los pobres no tengan que rebajarse a cenar en Cibeles con luz y taquígrafos, llevados en taxi y sonriendo a las cámaras.
Yo creía que esto era de los años sesenta y que lo habían superado el Concilio y la democracia. Pues ya lo ven. Esto es lo que entiende “Podemos” por respeto al débil, dignidad de la persona y estar con los pobres. Llevarlos a Cibeles para hacerse la foto.
Admito apuestas: ¿cuántos y quiénes acudirán a saludar a los pobres de Carmena y el P. Ángel?
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