Oficio de lecturas – Martes de la semana III – Tiempo de Adviento



OFICIO DE LECTURA – MARTES DE LA SEMANA III – TIEMPO DE ADVIENTO
Del propio del Tiempo. Salterio III

V. Una voz clama en el desierto: Preparad el camino del Señor.
R. Enderezad las sendas para nuestro Dios. 

PRIMERA LECTURA

Del libro del profeta Isaías 30, 27-33; 31, 4-9

SALVACIÓN DE JERUSALÉN DEL PODER DE LOS ASIRIOS

Mirad: el Señor en persona viene de lejos, arde su cólera con espesa humareda, sus labios están llenos de furor, su lengua es fuego devorador, su aliento es torrente desbordado que llega hasta el cuello: para cribar a los pueblos con criba de exterminio, para poner bocado de extravío en la quijada de las naciones.

El Señor hará oír la majestad de su voz y mostrará su brazo que descarga con ira furiosa y llama devoradora, con tormenta y aguacero y pedrisco.

A la voz del Señor temblará Asiria, será golpeada con vara. Una y otra vez sufrirá la vara de castigo que el Señor descargará sobre ella.

Vosotros entonaréis un cántico como en noche sagrada de fiesta: se os alegrará el corazón como se le alegra al que va al compás de la flauta hacia el monte del Señor, hacia la Roca de Israel, entre panderos y cítaras y danzas. Pues está preparada desde hace tiempo en Tofet una pira ancha y profunda, con leña abundante: y el soplo del Señor, como torrente de azufre, le prenderá fuego.

Como ruge el león y sus cachorros sobre su presa y se reúne contra ellos un tropel de pastores, pero ellos no se asustan de sus voces ni se intimidan por su tumulto, así bajará el Señor de los ejércitos a combatir sobre el monte Sión, sobres su cumbre.

Como un ave aleteando, el Señor de los ejércitos protegerá a Jerusalén: la protegerá y la librará, la perdonará y la salvará. Hijos de Israel, volved a él de lo hondo de vuestra rebelión.

Aquel día, todos rechazaréis los ídolos de plata y los ídolos de oro que hicieron vuestras manos pecadoras. Asiria caerá bajo una espada no humana, espada no de mortal la devorará; y si sus jóvenes escapan de la espada, caerán en trabajos forzados.

Llena de terror, abandonará su roca y sus jefes huirán espantados de su estandarte -oráculo del Señor, que tiene una hoguera en Sión, un horno en Jerusalén-.

RESPONSORIO    Is 31, 4. 5; 30, 29

R. Bajará el Señor de los ejércitos a combatir sobre el monte Sión; * como un ave aleteando, el Señor protegerá a Jerusalén: la perdonará y la salvará.
V. Entonaréis un cántico como en noche sagrada de fiesta: se os alegrará el corazón.
R. Como un ave aleteando, el Señor protegerá a Jerusalén: la perdonará y la salvará.

SEGUNDA LECTURA

Del libro de la Imitación de Cristo
(Libro 2, 2-3)

SOBRE LA HUMILDAD Y LA PAZ

No te preocupes demasiado por saber quién está por ti o contra ti; busca más bien que Dios esté contigo en todo lo que haces.

Ten la conciencia tranquila y Dios te defenderá.

Ninguna maldad podrá dañar a quien Dios ayuda.

Si sabes callar y sufrir, sin duda recibirás la ayuda del Señor.

Él sabe cuándo y cómo ha de librarte, y por eso tú debes someterte a él.

Es propio de Dios ayudar y librar de toda angustia.

A veces nos es muy provechoso para conservar la humildad que los otros conozcan y reprendan nuestros defectos. Cuando el hombre se humilla por sus defectos, fácilmente apacigua a otros y sin dificultad aplaca a los que están airados contra él.

Dios protege y libra al humilde, lo ama y lo consuela; se inclina hacia el hombre humilde, le concede su gracia y, después de su abatimiento, lo eleva a la gloria.

Dios revela sus secretos al humilde y lo invita y atrae bondadosamente hacia sí.

El humilde, después de recibir una injuria, permanece en paz, porque su confianza está en Dios y no en el mundo. No pienses que has adelantado algo si no te estimas inferior a todos.

Pacifícate tú primero y después podrás pacificar a los demás.

El hombre que procura la paz es más útil que el muy letrado.

El hombre que se deja dominar por sus pasiones aun el bien lo convierte en mal y ve el mal en todo.

El hombre bueno y amante de la paz convierte todas las cosas en bien.

El que está en paz no piensa mal de nadie. En cambio, el descontento e inquieto es atormentado por muchas sospechas; ni descansa él ni deja descansar a los demás. Muchas veces dice lo que no debería decir y deja de hacer lo que sería más provechoso para él. Considera lo que otros deben hacer y descuida sus propias obligaciones.

En primer lugar preocúpate por cumplir tus obligaciones y después con justicia podrás ocuparte de las del prójimo.

Tú sabes muy bien excusar y atenuar tus faltas y no quieres oír las disculpas de los demás.

Más justo sería que te acusaras a ti mismo y que disculparas a tu hermano.

Si quieres que los demás te soporten, sopórtalos tú primero.

RESPONSORIO    Sal 24, 9-10; Za 7, 9

R. El Señor hace caminar a los humildes con rectitud, enseña su camino a los humildes. * Las sendas del Señor son misericordia y lealtad, para los que guardan su alianza y sus mandatos.
V. Que cada cual respete el derecho del prójimo y trate a su hermano con misericordia y piedad.
R. Las sendas del Señor son misericordia y lealtad, para los que guardan su alianza y sus mandatos.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios nuestro, que por medio de tu Hijo has hecho que volvamos a nacer como nuevas creaturas, mira con amor estas obras de tu misericordia y, por la venida de tu Hijo, borra en nosotros toda huella de pecado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

17:10

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