La liturgia diaria meditada - ¿Es lícito curar en sábado, o no? (Lc 14,1-6) 03/11


Viernes 03 de Noviembre de 2017
Misa a elección:

Feria. Verde.
San Martín de Porres, religioso. (ML). Blanco.

Semana 30ª durante el año. Semana II para el Salterio.

Martirologio Romano: San Martín de Porres, religioso de la Orden de Predicadores: hijo de un español y de una mujer negra, desde su niñez, ya sea por las dificultades derivadas de su condición de hijo ilegítimo y de mestizo, tomó la profesión de médico, que una vez, siendo religioso, ejerció con abnegación en Lima en Perú entre los pobres y, dedicado a los ayunos, a la penitencia y a la oración, llevó una existencia de simplicidad y humildad, irradiada del amor. 

Antífona de entrada         Cf. Sal 37, 22-23
Señor, no me abandones, Dios mío, no te quedes lejos de mí; apresúrate a venir en mi ayuda, mi Señor, mi Salvador.

Oración colecta    
Dios omnipotente y lleno de misericordia, que concedes a tus fieles celebrar dignamente esta liturgia de alabanza; te pedimos que nos ayudes a caminar sin tropiezos hacia los bienes prometidos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:         de san Martín de Porres
Dios nuestro, que guiaste a san Martín de Porres hasta la gloria del cielo por el camino de la humildad, concédenos imitar sus ejemplos, para ser llevados con él a la patria celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Te pedimos, Señor, que este sacrificio sea para ti una ofrenda pura, y para nosotros una fuente generosa de tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión      Cf. Sal 15, 11
Señor, me darás a conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia.

Oración después de la comunión
Te pedimos, Padre, que crezca en nosotros la acción de tu poder para que, restaurados con estos sacramentos celestiales, tu gracia nos prepare a recibir lo que ellos nos prometen. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura        Rom 9, 1-5
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Digo la verdad en Cristo, no miento, y mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo. Siento una gran tristeza y un dolor constante en mi corazón. Yo mismo desearía ser maldito, separado de Cristo, en favor de mis hermanos, los de mi propia raza. Ellos son israelitas: a ellos pertenecen la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto y las promesas. A ellos pertenecen también los patriarcas, y de ellos desciende Cristo según su condición humana, el cual está por encima de todo, Dios bendito eternamente. Amén.
Palabra de Dios.

Comentario
A partir de aquí, san Pablo comienza a presentar la situación de sus hermanos de raza: los judíos. Él mismo, como judío y fariseo, conoce bien los beneficios que Dios ha dado a su pueblo. Al escribir a los romanos, no judíos, quiere presentar claramente el lugar que tiene el pueblo de Israel en la historia de la salvación.

Salmo 147, 12-15. 19-20
R. ¡Glorifica al Señor, Jerusalén!

¡Glorifica al Señor, Jerusalén, alaba a tu Dios, Sión! Él reforzó los cerrojos de tus puertas y bendijo a tus hijos dentro de ti. R.

Él asegura la paz en tus fronteras y te sacia con lo mejor del trigo. Envía su mensaje a la tierra, su palabra corre velozmente. R.

Revela su palabra a Jacob, sus preceptos y mandatos a Israel: a ningún otro pueblo trató así ni le dio a conocer sus mandamientos. R.

Aleluya        Jn 10, 27
Aleluya. “Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen”, dice el Señor. Aleluya.

Evangelio     Lc 14, 1-6
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente. Delante de él había un hombre enfermo de hidropesía. Jesús preguntó a los doctores de la Ley y a los fariseos: “¿Está permitido sanar en sábado o no?”. Pero ellos guardaron silencio. Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo sanó y lo despidió. Y volviéndose hacia ellos, les dijo: “Si a alguno de ustedes se le cae en un pozo su hijo o su buey, ¿acaso no lo saca en seguida, aunque sea sábado?”. A esto no pudieron responder nada.
Palabra del Señor.

Comentario
Jesús quiere hacer una curación en sábado y durante una comida. De esta manera, este hecho se convierte en una advertencia para aquellos que han convertido el sábado en una ley asfixiante. Jesús siempre pone en el centro al débil, al enfermo y al necesitado, y nos exige que nosotros hagamos lo mismo.

Oración introductoria 
Señor, sólo en la oración puedo encontrar el sentido que debo dar a los sucesos de este día. En la medida en que te ame y te escuche en esta meditación, en esa medida podré transmitir tu amor a los demás.

Petición 
¡Ven Espíritu Santo! Aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad para que sea digno de poder dialogar contigo en esta oración.

Meditación 

Hoy fijamos nuestra atención en la punzante pregunta que Jesús hace a los fariseos: «¿Es lícito curar en sábado, o no?» (Lc 14,3), y en la significativa anotación que hace san Lucas: «Pero ellos se callaron» (Lc 14,4).

Son muchos los episodios evangélicos en los que el Señor echa en cara a los fariseos su hipocresía. Es notable el empeño de Dios en dejarnos claro hasta qué punto le desagrada ese pecado —la falsa apariencia, el engaño vanidoso—, que se sitúa en las antípodas de aquel elogio de Cristo a Natanael: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño» (Jn 1,47). Dios ama la sencillez de corazón, la ingenuidad de espíritu y, por el contrario, rechaza enérgicamente el enmarañamiento, la mirada turbia, el ánimo doble, la hipocresía.

Lo significativo de la pregunta del Señor y de la respuesta silenciosa de los fariseos es la mala conciencia que éstos, en el fondo, tenían. Delante yacía un enfermo que buscaba ser curado por Jesús. El cumplimiento de la Ley judaica —mera atención a la letra con menosprecio del espíritu— y la presunción de su conducta intachable, les lleva a escandalizarse ante la actitud de Cristo que, llevado por su corazón misericordioso, no se deja atar por el formalismo de una ley, y quiere devolver la salud al que carecía de ella.

Los fariseos se dan cuenta de que su conducta hipócrita no es justificable y, por eso, callan. En este pasaje resplandece una clara lección: la necesidad de entender que la santidad es seguimiento de Cristo —hasta el enamoramiento pleno— y no frío cumplimiento legal de unos preceptos. Los mandamientos son santos porque proceden directamente de la Sabiduría infinita de Dios, pero es posible vivirlos de una manera legalista y vacía, y entonces se da la incongruencia de pretender seguir a Dios para terminar yendo detrás de nosotros mismos.

Una de las actitudes que Jesús rechaza con más fuerza es la hipocresía. Es la actitud de la gente que quiere aparentar que son buenos, inteligentes o rectos, para luego comportarse al contrario de lo que profesan ser. Esta es la actitud de los escribas en este Evangelio. Jesús llama al hombre enfermo para hacer una obra buena en él. Los escribas quieren acusarle por curar en sábado, que estaba prohibido por la Ley de Moisés. 

Jesús les pregunta si es lícito o no hacer el bien en sábado. Era obvia la respuesta, pero por querer acusar a Jesús, callan. Como si no supieran qué responder. Pero sí lo sabían, y aún así, callaron para no tragarse sus propias palabras de prohibición de la Ley. Para seguir aparentando que lo sabían todo, que aplicaban la ley al pie de la letra, que eran justos y no pecaban en su comportamiento. Pero sí pecaban en su corazón, lleno de soberbia e hipocresía.

Eso era lo que más disgustaba a Jesús. Pero al mismo tiempo era lo que le daba más tristeza. Porque Jesús vino a salvar a todo el mundo. Tanto a los buenos como a los malos. Pero necesita nuestra colaboración, que nuestro corazón esté desprendido de nuestro egoísmo para que pueda acoger los criterios de Cristo, que es el amor, la generosidad, la donación personal, y sobretodo la humildad de corazón.

Es una falsificación del Evangelio. En cambio, el camino del amor, el camino del Evangelio, es sencillo: es el camino que han comprendido los santos: ¡Los santos son aquellos que llevan la Iglesia adelante! 

Dejemos que la encantadora sencillez de la Virgen María se imponga en nuestras vidas.

Propósito
No dudar en ayudar a la persona más cercana a mi con amor y generosidad. 

Diálogo con Cristo 
Jesucristo, Tú eres fuente de la auténtica libertad, aquella que me puede llevar a optar siempre por el mejor bien. Te pido que me concedas la gracia de saber darte siempre el lugar que te corresponde en mi vida, Tú eres mi mejor amigo porque hasta has dado tu vida por mí, ¡ayúdame! Quiero serte siempre fiel y corresponder plenamente a tu amor. 

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09:32

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