Misa de cara al pueblo o de espaldas al pueblo II


(Sigue del post de ayer.) La cuestión por tanto no es tanto una mera cuestión de orientación, sino de qué tipo de Iglesia es la que querría el Señor. Jesús, mientras estuvo sobre la tierra, no quiso dejar todo atado. Mientras enseñó, se centró en la esencia. A nosotros los humanos nos encantan las cuadrículas, no gusta pensar que nuestra opinión es la verdadera y dirimir las cuestiones para ahora y para siempre. Somos poco dados en dejar que sea el Tiempo el que decante las cosas. La sabiduría que llega con la edad es en buena parte entender que es el Tiempo y no nosotros el que hace de juez.

¿Qué tipo de Iglesia queremos? No nos equivoquemos, la lucha contra el relativismo no consiste en la uniformidad. La defensa de la Tradición no consiste en ser más estrictos y duros con la modernidad. Cuánta gente sueña con tener poder y ser estrictos. Curiosamente nadie quiere que la autoridad sea más estricta con él mismo. Hay que ser estrictos con los demás.

Yo prefiero una Iglesia en la que haya misa en latín y en lengua vernácula, de cara al pueblo y de espaldas a éste, en rito latino ordinario y extraordinario, en rito latino y en otros ritos católicos. Ésa es mi opinión. Y estoy seguro que la Iglesia es y seguirá siendo multiforme. 

En esa Iglesia como jardín, variada y en la que reina la libertad en todo lo que sea opinable, hay lugar para el diálogo, el debate y la discusión teológica. Pocas cosas no son opinables en la fe católica. Cuanto más viejo me hago, mé hago más paternal.

El lefebvrianismo me parece una versión moderna del fariseismo. Los teólogos de la Teología de la Liberación, aquellos que son heterodoxos, me parecen una versión moderna de los zelotes, que buscaban el Reino de Dios sobre la tierra con la espada. También ahora veo saduceos modernistas y sacerdotes sanedritas que se dedican exclusivamente a sus funciones litúrgicas sin demasiado interés por la conversión. Todo se vuelve a repetir como hace dos mil años.


Mi único consuelo es amar a todos, no ser exigente con nadie, tratar bien a todos (saludos Masiá) y no juzgar a nadie. Por supuesto que otra cosa sería si yo, como Frodo, tuviera en mi dedo el Anillo del Poder. 

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17:45

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