La liturgia diaria meditada - ¿Qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna? (Lc 10,25-37) 10/10



Domingo 10 de Julio de 2016
15º Domingo durante el año
Verde.

Antífona de entrada          cf. Sal 16, 15
Por tu justicia, yo contemplaré tu rostro, y al despertar me saciaré de tu presencia.

Oración colecta     
Señor Dios, que iluminas a los extraviados con la luz de tu verdad, para que puedan volver al buen camino; danos, a quienes hacemos profesión de cristianos, la gracia de rechazar todo lo que se opone a este nombre y comprometernos con todas sus exigencias. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        
Señor y Dios nuestro, mira con bondad los dones de tu Iglesia en oración y concede que, al recibirlos, se acreciente la santidad de los creyentes. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        Sal 83, 4-5
Hasta el gorrión encontró una casa, y la golondrina tiene un nido donde poner sus pichones: junto a tus altares, Señor del universo, mi Rey y mi Dios. Felices los que habitan en tu casa y te alaban sin cesar.

O bien:         cf. Jn 6, 56
Dice el Señor: “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él”.

Oración después de la comunión
Alimentados con esta eucaristía, te pedimos, Padre, que por la celebración frecuente de este misterio crezca en nosotros el fruto de la salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

1ª Lectura    Deut 30, 9-14
Lectura del libro del Deuteronomio.
Moisés habló al pueblo, diciendo: El Señor, tu Dios, te dará abundante prosperidad en todas tus empresas, en el fruto de tus entrañas, en las crías de tu ganado y en los productos de tu suelo. Porque el Señor volverá a complacerse en tu prosperidad, como antes se había complacido en la prosperidad de tus padres. Todo esto te sucederá porque habrás escuchado la voz del Señor, tu Dios, y observado sus mandamientos y sus leyes, que están escritas en este libro de la Ley, después de haberte convertido al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma. Este mandamiento que hoy te prescribo no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. No está en el cielo, para que digas: “¿Quién subirá por nosotros al cielo y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica?”. Ni tampoco está más allá del mar, para que digas: “¿Quién cruzará por nosotros a la otra orilla y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica?”. No, la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la practiques.
Palabra de Dios.

Comentario
Los preceptos del Señor han sido dados, son una Gracia, para que vivamos nuestra vida con fidelidad. Dios nunca nos pedirá algo que nos exceda, sino aquello que nos haga mejores hijos suyos.

Sal 68, 14. 17. 30-31. 36-37
R. Busquen al Señor, y vivirán.

Mi oración sube hasta ti, Señor, en el momento favorable: respóndeme, Dios mío, por tu gran amor, sálvame, por tu fidelidad. R.

Respóndeme, Señor, por tu bondad y tu amor, por tu gran compasión vuélvete a mí; yo soy un pobre desdichado, Dios mío, que tu ayuda me proteja: así alabaré con cantos el nombre de Dios, y proclamaré su grandeza dando gracias. R.

Porque el Señor salvará a Sión y volverá a edificar las ciudades de Judá: el linaje de sus servidores la tendrá como herencia, y los que aman su Nombre morarán en ella. R.

O bien:         Sal 18, 8-11

R. Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón.

La ley del Señor es perfecta, reconforta el alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. R.

Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. R.

La palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. R.

Son más atrayentes que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo del panal. R.

2ª Lectura    Col 1, 15-20
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas.
Cristo Jesús es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de él y para él. Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en él. Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que él tuviera la primacía en todo, porque Dios quiso que en él residiera toda la Plenitud. Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.
Palabra de Dios.

Comentario
Este texto es un himno, un gran canto producto de la fe de la Iglesia. Experimentamos así que la Iglesia canta lo que cree y también anima la fe de quienes celebran.

Aleluya        cf. Jn 6, 63c. 68
Aleluya. Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida; tú tienes palabras de Vida eterna. Aleluya.

Evangelio     Lc 10, 25-37
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?”. Jesús le preguntó a su vez: “¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?”. Él le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo”. “Has respondido exactamente, –le dijo Jesús–; obra así y alcanzarás la vida”. Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: “¿Y quién es mi prójimo?”. Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: “Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver”. ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?”. “El que tuvo compasión de él”, le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: “Ve, y procede tú de la misma manera”.
Palabra del Señor.

Comentario
“El prójimo no es el que se acerca a mí a pedirme algún servicio, sino aquel al cual yo descubro necesitado y a quien acompaño para cuidar su vida y devolverle su dignidad, aunque pierda tiempo, bienes, honor, estima”.

Oración introductoria
Señor, dame la sabiduría y el amor para descubrir y actuar, buscando el bien de los demás, en las diversas situaciones de mi vida cotidiana. No permitas que el ajetreo de mis pendientes me haga pasar de largo y no ver a esa persona que necesita que me detenga a platicar con ella para darle consuelo o simplemente una sonrisa.

Petición
Señor, quiero amarte en los demás, con todo el corazón, con toda el alma y con todas mis fuerzas. Por eso pido a la santísima Virgen del Rosario, que celebramos hoy, que interceda por mí para que esta oración me ilumine y me ayude a nunca ser indiferente a las necesidades de los demás. 

Meditación 

1.- Todos buscamos la vida, todos queremos vivir para siempre. Todos deseamos vivir para siempre. ¿Qué he de hacer para heredar la vida eterna?, le pregunta el letrado. En nuestra época se diseñan multitud de estrategias y procedimientos para adquirir unos objetivos determinados. Así funcionan las empresas, lo fundamental es la productividad, la consecución de los fines propuestos. Si esto ocurre con las cosas de este mundo, ¿por qué no nos preocupamos de lo que va a ocurrir con nosotros para toda la eternidad? En la cultura postmoderna lo que importa es el ahora, lo inmediato, lo inmanente, carecen de valor los planteamientos a largo plazo, pero esto no elimina la pregunta fundamental de todo hombre/mujer: ¿Hacia dónde voy, que va a ser de mí después de esta vida? Al letrado del evangelio sí le preocupaba la cuestión del más allá, por eso se dirige al "Maestro". El hombre de hoy tarde o temprano se encuentra también con este interrogante.

2. - Misericordia es solidaridad. Jesús le devuelve la pregunta al letrado: ¿qué está escrito en la Ley? La respuesta está en la "Shemá", el alma de la fe del pueblo, manifestada en el capítulo 6 del Deuteronomio: "Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas". Estas palabras serán escritas en las jambas de las puertas, serán atadas a la muñeca y transmitidas de generación en generación. Pero el levita completa su respuesta con lo que recoge el Levítico en el capítulo 19: "Y al prójimo como a ti mismo". El binomio Dios-prójimo está presente en el Pentateuco. Haciendo esto el letrado tendrá vida. Pero él quiere saber quién es su prójimo. Es entonces cuando Jesús relata la historia más sobrecogedora de su mensaje, la historia que resume todo su mensaje. El samaritano se deja mover por la compasión, hoy diríamos que es solidario con la desgracia de su próximo, aquél pobre hombre que agoniza en la cuneta del camino. Pone en práctica lo que significa "misericordia quiero y no sacrificios", para él es más importante aquel "próximo", que el cumplimiento cultual, que es la opción tomada por el sacerdote y el levita. Estamos en el “Año de la misericordia”. Hoy se traduce como perdón y solidaridad. Ser solidario es sentir que "lo que a ti te pasa, a mí me importa", que yo me uno a tu sufrimiento y lo asumo como mío, que soy capaz de ponerme en tu lugar y ayudarte a salir del pozo en que te encuentras. Ahora pregúntate tú mismo, ¿eres solidario, o pasas de largo ante el sufrimiento de tu hermano? ¿Dónde está tu hermano, es la pregunta del Génesis que resuena en nuestros oídos?

3. - La Iglesia debe ser posada. Amar es una decisión más que un sentimiento. Amar es dedicación y entrega. Amar es un verbo que invita a la acción. El buen samaritano se acerca a aquél hombre herido –lo primero que hay que hacer es acercarse al hermano sufriente–, le vendó las heridas –hizo lo que sabía y lo que podía– y después lo llevó a la posada para que lo atendieran –lo puso en manos de aquellas personas que podían ayudarlo mejor que él para que se repusiera totalmente– y además de hacerse cargo de los gastos, prometió volver para visitarlo. La posada es el símbolo de aquellos organismos que dan, o deben dar cobijo a los menesterosos. La Iglesia debe ser esa posada, esa casa acogedora, en donde es posible rehabilitarse como persona. Nuestra comunidad parroquial debe ser esa posada abierta a todos, donde es posible encontrar la medicina material o espiritual que el enfermo necesita. Y tuvo que ser un samaritano, alguien peor que un extranjero, el que practicara con él la misericordia. Recuerdo ahora la hermosura del significado de esta palabra: "poner el corazón en la miseria". El samaritano puso su corazón en la miseria y pobreza de aquél hombre.

4.- "Haz tú lo mismo”. ¿Quién se portó como prójimo de aquel pobre hombre? Es Jesús el que pregunta al letrado: ¿quién se portó como prójimo de aquel pobre hombre?, ¿quién fue el que estuvo próximo a él? Los discípulos y el letrado comprendieron muy bien cuál era la respuesta. Jesús mismo nos dio ejemplo de "proximidad", cuando se hizo uno de nosotros, se rebajó hasta la muerte y una muerte de cruz. El sí que se portó como prójimo de nosotros. Pero ahora te dice a ti: "Haz tú lo mismo". Es el mejor método para conseguir tu objetivo: heredar la vida eterna. Todo lo demás es secundario, sólo importa el amor. Ama, es decir, acepta al otro, valora al otro, dale afecto y ternura, compréndele y ayúdale.

Propósito
Imitemos a Cristo en su vida de donación a los demás, y vivamos con confianza y constancia su mandamiento: "vete y haz tú lo mismo".

Diálogo con Cristo 
Señor, Tú lo sabes todo: mi debilidad al amar a los demás, especialmente aquellos que están más cerca de mí, porque si hay impaciencia, si hay juicios temerarios, si hay indiferencia, no hay verdadero amor. Ayúdame a crecer en la convicción de que Tú me has creado para amar y servirte en esta vida y que sólo superando mi egoísmo mediante la vivencia del amor, podré gozar de Ti y alabarte eternamente en el cielo.


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