Un nuevo totalitarismo
Un cardenal, Antonio Cañizares, advierte en una homilía del ataque a la libertad y a la familia que supone la ideología de género y de su carácter incompatible con la visión cristiana del hombre. Esto no debiera ser noticia, pues es, sin más, es evidente que la ideología de género es una antropología radicalmente opuesta a la cristiana como acredita la literatura científica al respecto (cfr. por ejemplo las recientes obras de María Calvo y Jesús Trillo-Figueroa al respecto) y así lo han dicho reiteradamente los últimos Papas, tanto Benedicto XVI como Francisco.
Y también es evidente que la agenda política de género es, junto al fundamentalismo islamista, la mayor amenaza a las libertades que existe hoy en el mundo occidental, pues ambas ideologías exigen que los poderes públicos hagan suya e impongan a todos la visión de la persona y la sexualidad de unos pocos acabando así con la libertad de pensamiento, ideológica y religiosa; pues es también evidente que en materia de sexualidad coexisten varias concepciones en nuestra sociedad y, si una se impone ex lege, quienes no la compartan se verán privados de su libertad de pensar y opinar.
Lo dicho por Cañizares es lo que se podía esperar de un obispo católico. Noticia relevante hubiera sido que hubiera dicho lo contrario, que hubiera afirmado que el ser humano no tiene sexo, sino que se crea a sí mismo en materia sexual definiendo autónomamente su «género» y que esa autodefinición es el único criterio relevante en materia sexual; que hubiera defendido que el único criterio moral en materia sexual es la autónoma libertad de autoconfiguración de cada individuo, que el hombre no es, sino que se hace. Si un cardenal hubiese hecho estas afirmaciones radicalmente contradictorias con la fe cristiana y propias de la ideología de género, entendería que los medios de comunicación se ocupasen del tema, pues sería una noticia relevante, como si Pablo Iglesias declarase que el capitalismo es el ideal y la supresión de impuestos y la desregulación del mercado laboral, su ideal político.
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