Martes 28 de Junio de 2016
San Ireneo, obispo y mártir
(MO). Rojo.
Ireneo fue obispo de Lyon (Francia) en el siglo III. Evangelizó la Galia, en tiempos del emperador Marco Aurelio. Trabajó por las buenas relaciones entre los cristianos de Oriente y Occidente. Fue discípulo de Policarpo, quien fue discípulo de Juan. Sus escritos exponen la fe y la vida cristiana de los primeros tiempos.
Antífona de entrada Mal 2, 6
La doctrina de verdad estaba en su boca y no se encontró maldad en sus labios; caminaba conmigo en paz y rectitud, y apartó a muchos de la iniquidad.
Oración colecta
Dios nuestro, que diste al obispo san Ireneo la gracia de mantener con firmeza la doctrina de verdad y la paz de la Iglesia, concédenos, por su intercesión, que, renovados en la fe y en la caridad, trabajemos siempre por la unidad y la concordia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Oración sobre las ofrendas
El sacrificio que te ofrecemos con alegría, en la fiesta de san Ireneo te glorifique, Señor, y nos obtenga amar siempre la verdad para conservar íntegra la fe de la Iglesia y afianzar su unidad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Jn 15, 4-5
Permanezcan en mí, como yo en ustedes, dice el Señor; el que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto.
Oración después de la comunión
Padre misericordioso, por estos sagrados misterios, concédenos crecer en la fe para que, así como el obispo san Ireneo la confesó hasta su muerte gloriosa, a nosotros nos justifique la fiel perseverancia en la verdad. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura Am 3, 1-8; 4, 11-12
Lectura de la profecía de Amós.
Escuchen esta palabra que el Señor pronuncia contra ustedes, israelitas, contra toda la familia que yo hice subir del país de Egipto. Sólo a ustedes los elegí entre todas las familias de la tierra; por eso les haré rendir cuenta de todas sus iniquidades. ¿Van juntos dos hombres sin haberse puesto de acuerdo? ¿Ruge el león en la selva sin tener una presa? ¿Alza la voz el cachorro desde su guarida sin haber cazado nada? ¿Cae el pájaro a tierra sobre una trampa, si no hay un cebo? ¿Salta la trampa del suelo sin haber atrapado nada? ¿Suena la trompeta en una ciudad sin que el pueblo se alarme? ¿Sucede una desgracia en la ciudad sin que el Señor la provoque? Porque el Señor no hace nada sin revelar su secreto a sus servidores los profetas. El león ha rugido: ¿quién no temerá? El Señor ha hablado: ¿quién no profetizará? Yo les envié una catástrofe como la de Sodoma y Gomorra, y ustedes fueron como un tizón salvado del incendio, ¡pero ustedes no han vuelto a mí! Por eso, mira cómo voy a tratarte, Israel; y ya que te voy a tratar así, prepárate a enfrentarte con tu Dios, Israel.
Palabra de Dios.
Comentario
El Señor ha elegido a este pueblo para salvarlo de las esclavitudes, y ahora debe evaluar cómo ha respondido. La elección proviene del amor de Dios y, en definitiva, la conducta del pueblo también tiene que ver con una respuesta de amor a quien amó primero.
Sal 5, 5-8
R. ¡Guíame por tu justicia, Señor!
Tú no eres un Dios que ama la maldad; ningún impío será tu huésped, ni los orgullosos podrán resistir delante de tu mirada. R.
Tú detestas a los que hacen el mal y destruyes a los mentirosos. ¡Al hombre sanguinario y traicionero lo abomina el Señor! R.
Pero yo, por tu inmensa bondad, llego hasta tu Casa, y me postro ante tu santo Templo con profundo temor. R.
Aleluya Sal 129, 5
Aleluya. Espero en el Señor y confío en su palabra. Aleluya.
Evangelio Mt 8, 23-27
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús subió a la barca y sus discípulos lo siguieron. De pronto se desató en el mar una tormenta tan grande, que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, Jesús dormía. Acercándose a él, sus discípulos lo despertaron, diciéndole: “¡Sálvanos, Señor, nos hundimos!”. Él les respondió: “¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?”. Y levantándose, increpó al viento y al mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres se decían entonces, llenos de admiración: “¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?”.
Palabra del Señor.
Comentario
Los discípulos son seguidores de Jesús. Si bien van tras de él, todavía no se han liberado de sus miedos y sus limitaciones. Aunque estén con el Maestro, la tormenta los asusta. No obstante, el peligro es la ocasión para que crezcan como seguidores. No se trata solamente de estar con Jesús, sino de descubrir de manera profunda quién es él. Este es el descubrimiento que vamos haciendo como discípulos a lo largo de toda nuestra vida: conocer a Jesús para confiarle plenamente nuestra vida.
Oración introductoria
Jesucristo, muchas veces no comprendo muchas cosas que me suceden ni sé explicar los problemas que surgen en mi vida diaria. Tú eres Dios, y duermes en la barca de mi alma si yo te soy fiel; por eso necesito tu ayuda, para confiar en ti, aunque duermas y parezca que "no te enteras de mi vida". Dame ese poco de fe que le faltó a los apóstoles, pues aun dormido, Tú eres el Dueño del universo. Oh, Jesús, calma la tempestad de mis tentaciones y de mis dificultades y, entonces, yo podré ver de una manera diferente tu voluntad.
Petición
Dulce Jesús, aunque muchas veces no comprendo las circunstancias que vivo, yo me acojo a ti para ver en todas ellas tu mano amorosa y protectora. Que sepa decir, desde hoy, hágase como quieras, pues la misma tormenta obedece a tu amor.
Meditación
Hoy, Martes XIII del tiempo ordinario, la liturgia nos ofrece uno de los fragmentos más impresionantes de la vida pública del Señor. La escena presenta una gran vivacidad, contrastando radicalmente la actitud de los discípulos y la de Jesús. Podemos imaginarnos la agitación que reinó sobre la barca cuando «de pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas» (Mt 8,24), pero una agitación que no fue suficiente para despertar a Jesús, que dormía. ¡Tuvieron que ser los discípulos quienes en su desesperación despertaran al Maestro!: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!» (Mt 8,25).
El evangelista se sirve de todo este dramatismo para revelarnos el auténtico ser de Jesús. La tormenta no había perdido su furia y los discípulos continuaban llenos de agitación cuando el Señor, simplemente y tranquilamente, «se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza» (Mt 8,26). De la Palabra increpatoria de Jesús siguió la calma, calma que no iba destinada sólo a realizarse en el agua agitada del cielo y del mar: la Palabra de Jesús se dirigía sobre todo a calmar los corazones temerosos de sus discípulos. «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?» (Mt 8,26).
Los discípulos pasaron de la turbación y del miedo a la admiración propia de aquel que acaba de asistir a algo impensable hasta entonces. La sorpresa, la admiración, la maravilla de un cambio tan drástico en la situación que vivían despertó en ellos una pregunta central: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?» (Mt 8,27). ¿Quién es el que puede calmar las tormentas del cielo y de la tierra y, a la vez, las de los corazones de los hombres? Sólo quien «durmiendo como hombre en la barca, puede dar órdenes a los vientos y al mar como Dios».
Cuando pensamos que la tierra se nos hunde, no olvidemos que nuestro Salvador es Dios mismo hecho hombre, el cual se nos acerca por la fe. Pidámosle a Cristo que aumente nuestra fe en los momentos de difíciles, para saber y comprender quién está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo.
Propósito
Hoy dedicaré en medio de mis ocupaciones habituales, 10 minutos para hablar con Cristo, pidiéndole el regalo de confiar más en Él.
Diálogo con Cristo
Jesús, desde hoy quiero vivir viendo más allá de lo que veo. Sé que dificultades siempre he de tener y que me enfrentaré con tormentas y con baches en el camino. Pero Tú vas a mi lado. Ojalá no te despierte con mis quejas inútiles. Inútiles, porque Tú sabes lo que me sucede y te propones arreglarlo, y eso desde que moriste por mí. Por supuesto, dame la fe necesaria y la voluntad para resistir en el barco aunque éste se tambalee de aquí a allá. Jesús, no quiero preocuparme excesivamente por el futuro, pues aún no existe. Más bien quiero encontrar en ti la serenidad y el equilibrio entre lo que puedo hacer por mí solo y lo que ya corresponde a tu amor.
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