1.- El silencio es bueno.
Pero no hagas de tu silencio un castigo para los demás.
Muchos al sentirse heridos optan por el silencio, como una manera de castigar a quienes lo hirieron.
El silencio-castigo, castiga a los demás.
Pero te castiga también a ti, porque es un silencio que enferma el alma.
2.- No hagas de tus silencios una venganza.
¿No me hablan? Yo tampoco.
La venganza no es el mejor camino para abrir las puertas del diálogo.
3. – No conviertas tus silencios hoy en expresiones de tu orgullo.
No te hagas el resentido en tu amor propio, callándote.
Cuando tu silencio se hace voz de tu orgullo, lo único que haces es el ridículo.
4.- Haz, hoy, de tus silencios una palabra.
Sí, también el silencio puede ser palabra.
Hay momentos, incluso, en los que la mejor palabra es el silencio.
La contemplación cariñosa de alguien se manifiesta más callando que hablando.
5.- Haz de tus silencios un caluroso encuentro con el otro.
El silencio que escucha.
El silencio que calla para prestar atención al otro, es la manera más íntima de la mutua comunicación.
6.- No olvides que el silencio es el principio de la palabra.
Las palabras cuando salen del silencio interior llevan algo de ti.
Si no hay silencio dentro de tu corazón, es posible que tus palabras no digan nada.
7. – Saber hablar en el momento oportuno y saber callar oportunamente pueden evitar muchas heridas hoy en tu corazón y en el corazón de los que te rodean.
El hombre es alguien que sabe callar y sabe hablar.
El silencio de Dios en tu vida no es un castigo.
sino un estímulo a que lo sigas buscando.
Clemente Sobrado C. P.
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