Leído en el clima del Adviento, lleno de esperanzas, donde resuenan las promesas de los profetas, el alma se ensancha y desea ya la venida inmediata de Jesucristo Salvador, el salmo 71, que tanto se canta en la liturgia de estos días, está refiriéndose clarísimamente a Jesucristo.
Sabemos de sobra que todos los salmos hablan de Cristo veladamente, pero algunos parecen que no es velada, sino clarísimamente.
Si hacemos una paráfrasis sencilla del salmo 71, veremos hasta qué punto estamos hablando de Jesucristo, de su venida y del deseo que tenemos de que llegue. Entonces, al cantarlo en la liturgia, gozaremos hablando de Cristo y deseando su venida gloriosa.
Dios mío, confía tu juicio a Cristo rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
y los collados justicia;
que Jesús defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
Que en su presencia se inclinen sus rivales,
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.
Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones,
y viniendo los magos de Oriente,
y que todos los pueblos le sirvan.
al afligido que no tenía protector,
a la cananea con su hija y a la viuda de Naín;
él se apiadará del pobre y del indigente,
del ciego de nacimiento y del leproso que le pide ser limpiado,
y salvará la vida de los pobres,
multiplicará los panes y los peces
Cristo rescatará sus vidas de la violencia del pecado y de la muerte,
su sangre derramada en la cruz será preciosa a sus ojos.
Sí, ¡viene el Señor! ¡¡¡Ven, Señor Jesús!!!

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