Tengo más miedo a Cáritas que a un nublado en mayo. A Cáritas institución, y cuanto más arriba en su organización, más miedo.
Creo en Cáritas de cada parroquia, en los miles de voluntarios que día a día acogen, dan clases, atienden familias, se dejan la vida para que todos puedan ir viviendo con dignidad. De quitarse el sombrero todos los que se dejan la vida en la atención a sus hermanos más pobres en despachos, roperos, economatos, centros educativos, asesorías, proyectos de solidaridad y desarrollo. Treinta y cinco años en Cáritas, y durante varios coordinando el trabajo en el arciprestazgo me dan para afirmar lo anteriormente dicho. Cáritas es un lujo en cada parroquia.
Eso sí, en cuanto subes, te pierdes, y cuanto más subes no es que te pierdas, es que te indignas.
Acabo de ver en la prensa la presentación de la campaña institucional de Cáritas para navidad. Seguimos empeñados en disfrazar lo que somos y en mandar mensajes ambiguos. Ni una referencia al nacimiento del Hijo de Dios, ni velada. En el cartel de Madrid al menos hay un nacimiento al fondo. En otros, ni eso.
Miren el cartel. Para empezar la frase: “Practica la justicia. Deja tu huella”. Frase que lo mismo sirve para un roto que para un descosido. Miren los colores a ver si les recuerdan algo.
Y luego lo que Cáritas pide a los políticos ahora en tiempo de elecciones, que ahí lo tienen. Yo no tengo nada más que decir. Si quieren conocer mejor estas propuestas, las pueden encontrar aquí
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