No se dónde leí esta frase que me quedó retenida en la memoria: “Lo que hacemos por nosotros mismos muere con nosotros, lo que hacemos por los demás permanece y es inmortal”.
Tiene sabor cristiano, y además es cierta. Lo que hayamos hecho por nosotros mismos, por nuestro beneficio, por nuestro provecho, morirá con nosotros. Sólo en la medida en que trascienda nuestra vida tiene posibilidades de perdurar.
Hagamos de nuestra vida una opción fundamental a favor de los demás. Así nuestra vida cobrará sentido y habrá valido la pena de ser vivida. Digámoslo claramente: el egoísmo es estéril; sin entrega a los demás nuestra vida se hace infecunda o da frutos que son perecederos. Solo la generosidad se proyecta en el futuro.
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