“En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente…” (Mt 23, 1-12)
¿Crítica a la autoridad?
¿Crítica al ejercicio de la autoridad?
Uno de los problemas hoy más comunes en las grandes asambleas eclesiales suele ser: La falta de coherencia entre lo que somos y lo que hacemos.
La falta de coherencia entre lo que decimos y lo que vivimos.
Y esta es la crítica de Jesús a las autoridades religiosas que dicen actuar en nombre de Moisés.
Tres rasgos fundamentales:
“Hagan lo que dicen”.
“No hagan lo que hacen”.
“Buscan ser vistos y admirados por la gente”.
“Cargan fardos pesados sobre los demás, sin que ellos muevan un dedo”.
Documentos estupendos.
Homilías bien armadas.
Grandes maestros.
Lo cual está bien. Jesús no cuestiona el magisterio.
“Hagan lo que dicen”.
Muchos títulos académicos.
Muchos diplomas de intelectualidad.
¿Serán suficientes los títulos académicos para ejercer la autoridad?
¿Serán suficientes los diplomas para elegir a los responsables de las comunidades?
No dudamos de la necesidad de conservar la ortodoxia.
No ponemos en duda la necesidad de defender la verdad.
Pero ¿lo es todo la ortodoxia en la vida de la Iglesia?
La verdad es necesaria, pero Jesús dirá luego “no dejéis que la gente os llame Maestros”.
Lo que Jesús cuestiona es la vida de los que ocupan la cátedra de Moisés.
“Porque ellos no hacen lo que dicen”.
Jesús es la verdad. ¿De que sirve la verdad sin vida?
Jesús es el camino. ¿De qué sirven los caminos si luego no andamos por ellos?
Por eso Jesús es la vida.
Y la vida es el mejor magisterio y el mejor camino.
Puede haber mucha vida, aunque no haya mucha teología.
El saber mucho puede ser una manera de lograr prestigio. “¡Cuánto sabe!”
La verdad si no va acompañada:
Del respeto a los demás.
De la valoración de los demás.
De la ayuda al servicio de los demás.
Puede convertirse más en valoración de sí mismo que en caridad para con los otros.
Uno de los signos de la coherencia entre autoridad y comunidad.
Uno de los signos de coherencia entre el servicio a la verdad y la comunidad.
Es sin duda alguna:
“No cargar fardos pesados sobre los demás”.
“No hacer más difícil el camino de los demás”.
“Ayudar a los demás a llevar sus propios problemas”.
“Aliviar a los demás sus propias dificultades”.
Cuando hay demasiadas “prohibiciones”.
Cuando hay demasiadas “leyes”.
Cuando hay demasiadas “obediencias”.
Estamos creando comunidades esclavas y que caminan, más bajo el miedo, que con la alegría del corazón.
Creamos comunidades tristes y sin alegría.
Comunidades que viven más de “la prohibición” que de la “alegría de la libertad de los hijos de Dios”.
“Solo uno es vuestro Padre, el del cielo”.
Por tanto somos comunidades de hijos. “Y el que se enaltece será humillado, y el que se humilla, será enaltecido”.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo B, Tiempo ordinario Tagged: amor, coherencia, ley
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