“Al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajar y les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido. Salió hacia el mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros parados y les dijo:”Nadie nos contratado”. “Id también vosotros a mi viña”. (Mt 20,1-16)
En la Iglesia hay mucho que hacer.
En el mundo hay mucho que hacer.
Hay mucho que hacer en la transformación del mundo.
Hay mucho que hacer en el anuncio del Evangelio.
Y mientras tanto: hay demasiados cristianos de brazos caídos en la plaza de la vida.
Y Dios nos sigue llamando a todos.
No hay edad en la que tengamos disculpa para decir que no podemos.
El Papa Francisco, hablando a los seglares de Corea del Sur, durante su visita les dice:
“Este precioso legado sigue vivo en sus obras actuales de fe, de caridad y de servicio.
Hoy, como siempre, la Iglesia tiene necesidad del testimonio creíble de los laicos sobre la verdad salvífica del Evangelio,
su poder para purificar y trasformar el corazón,
y su fecundidad para edificar la familia humana
en unidad, justicia y paz.
Sabemos que no hay más que una misión en la Iglesia de Dios,
y que todo bautizado tiene un puesto vital en ella.
Sus dones como hombres y mujeres laicos son múltiples y sus apostolados variados,
y todo lo que hacen contribuye a la promoción de la misión de la Iglesia, asegurando que el orden temporal esté informado y perfeccionado por el Espíritu de Cristo y ordenado a la venida de su Reino”.
Hemos vivido durante siglos una Iglesia clerical.
Mientras los laicos no tenía nada que hacer.
Mientras los laicos no eran invitados más que escuchar.
Invitados a la pasividad.
No invitados a “trabajar en la viña”.
Ahora los laicos comienzan a sentirse llamados.
Pero el peso de la historia hace difícil la respuesta,
Tanto por parte de los sacerdotes como por parte de los mismos laicos.
El Papa los invita:
Al testimonio creíble sobre la verdad salvífica del Evangelio.
Su esfuerzo y poder para edificar la familia humana.
Existe un solo bautismo común a laicos y sacerdotes.
Pero existen muchos dones tanto en hombres como en mujeres.
Para comprometerse con el Evangelio con el mundo
Y Dios llama a todos.
Ningún bautizado queda excluido.
No todos sienten la llamada a la misma hora.
Unos antes y otros después.
Y ninguno puede disculparse.
Están llamados los niños.
Están llamados los jóvenes.
Están llamados los adultos.
Están llamados los ancianos.
Serán estilos distintos, pero una sola misión.
Dios llama a todas las edades.
Dios llama a cualquier hora.
Dios llama a cada uno según sus posibilidades.
¿Has sentido la llamada de Dios en la Iglesia?
No tienes edad alguna para decir que no.
¿Has respondido a la llamada de Dios en la Iglesia y el mundo?
Supongo no habrás puesta la excusa de Nicodemo: la edad.
No es cuestión de edad. Es cuestión de sentir la llamada.
Clemente Sobrado C. P.
Archivado en: Ciclo B Tagged: evangelizacion, iglesia, laicos, mision, testimonio, viña, vocacion
Publicar un comentario