Carta Encíclica del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común, de fecha el 24 de mayo de 2015, solemnidad de Pentecostés, año tercero de su Pontificado
La nueva encíclica del Papa Francisco, dirigida a todos los hombres, y no solo a los miembros de la Iglesia católica, plantea un desafío urgente: proteger nuestra casa común; un desafío que exige la unión de toda la familia humana para lograr un desarrollo sostenible e integral, con la esperanza de que se puede conseguir.
Índice
Laudato si’, mi’ Signore
Nada de este mundo nos resulta indiferente
Unidos por una misma preocupación
San Francisco de Asís
Mi llamado
Capítulo primero
Lo que le está pasando a nuestra casa
I. Contaminación y cambio climático
Contaminación, basura y cultura del descarte
El clima como bien común
II. La cuestión del agua
III. Pérdida de biodiversidad
IV. Deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social
V. Inequidad planetaria
VI. La debilidad de las reacciones
VII. Diversidad de opiniones
Capítulo segundo
El Evangelio de la Creación
I. La luz que ofrece la fe
II. La sabiduría de los relatos bíblicos
III. El misterio del universo
IV. El mensaje de cada criatura en la armonía de todo lo creado
V. Una comunión universal
VI. Destino común de los bienes
VII. La mirada de Jesús
Capítulo tercero
Raíz humana de la crisis ecológica
I. La tecnología: creatividad y poder
II. Globalización del paradigma tecnocrático
III. Crisis y consecuencias del antropocentrismo moderno
El relativismo práctico
Necesidad de preservar el trabajo
Innovación biológica a partir de la investigación
Capítulo cuarto
Una ecología integral
I. Ecología ambiental, económica y social
II. Ecología cultural
III. Ecología de la vida cotidiana
IV. El principio del bien común
V. Justicia entre las generaciones
Capítulo quinto
Algunas líneas de orientación y acción
I. Diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional
II. Diálogo hacia nuevas políticas nacionales y locales
III. Diálogo y transparencia en los procesos decisionales
IV. Política y economía en diálogo para la plenitud humana
V. Las religiones en el diálogo con las ciencias
Capítulo sexto
Educación y espiritualidad ecológica
I. Apostar por otro estilo de vida
II. Educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente
III. Conversión ecológica
IV. Gozo y paz
V. Amor civil y político
VI. Signos sacramentales y descanso celebrativo
VII. La Trinidad y la relación entre las criaturas
VIII. Reina de todo lo creado
IX. Más allá del sol
Oración por nuestra tierra
Oración cristiana con la creación
1. «Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba»[1].
2. Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.
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