“El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca…” (Mt 7,21-29)
Suele ser costumbre llamar al sacerdote para “bendecir la primera piedra”, cuando se comenzaba a construir un edificio. No sé a quién le vino la idea de que, mejor dábamos la bendición, terminado el edificio. Lo cual, siempre me pareció más acertado. Porque:
Son muchos los que comienzan.
Y no terminan.
Son muchos los que ponen la primera piedra.
Y nunca llegan a poner la última.
Son muchos los que comienzan el camino.
Pero luego se cansan y se quedan.
Son muchos los que dicen “un sí generoso” el día de la boda.
Y luego, ante las primeras dificultades, terminan en “divorcio”.
Son muchos los que dicen “un sí generoso” el día de su primera Profesión Religiosa.
Y luego, en el camino, tienen que pedir “dispensa de sus votos”.
Son muchos los que se “bautizan”.
Y luego terminan que ni recuerdan la fecha en que fueron bautizados.
Hay muchos “comienzos”, y demasiados “fracasos” en el camino.
¿Qué ha pasado en el camino?
En el camino, nada.
Mejor nos preguntamos ¿qué pasó al comenzar el camino?
Muchos no han medido sus fuerzas.
Muchos no han pensado suficientemente en sus posibilidades.
Muchos comenzaron con más ilusiones que realidades.
Es decir:
Nadie tiene obligación de creer en Jesús.
Será siempre una opción de su libertad.
Pero si decido “creer en El” tengo que pensar si soy capaz de ser consecuente.
Nadie nos obliga a “bautizarnos”.
Pero si nos bautizados ¿estamos convencidos de vivir con seriedad nuestro bautismo?
Nadie nos obliga a “casarnos por la Iglesia”.
Pero si nos casamos, ¿estamos seriamente dispuestos a asumir las consecuencias de nuestro sí “hasta que la muerte nos separe”, el día de la Boda?
Nadie nos obliga a hacer nuestra profesión de consagrados.
Pero si lo hacemos, ¿estamos seguros de asumir nuestro compromiso definitivo?
No se puede construir la vida sobre buenas intenciones.
No se puede comenzar algo, movidos por simples sentimientos.
No se puede comenzar algo, movidos por puras ilusiones.
Para construir es preciso hacerlo sobre algo serio.
Para construir es preciso hacerlo sobre buenos cimientos.
Para construir es preciso hacerlo sobre serios convencimientos.
Para construir es preciso hacerlo sobre decisiones motivadas.
Para construir es preciso hacerlo sobre compromisos definitivos.
Eso es construir sobre roca.
Porque quien construye sobre lo “provisional” construye sobre “arena”.
Porque quien construye sobre “sentimientos” sabe que los sentimientos cambian cada momento.
Porque quien construye sobre “ilusiones” sabe que la experiencia pronto acaba con ellas.
Porque quien construye “hasta que me sienta bien”, ya está poniendo límites a lo que construye.
Seguir a Jesús siempre será una opción de nuestra libertad.
Creer en Jesús siempre será una opción de nuestra libertad.
Se trata de decisiones demasiado serias, como para tomarlas a bromas.
Se trata de decisiones que comprometen hasta el final, como para hacer pruebas.
Si construimos tenemos que hacerlo sobre roca, es decir, sobre motivaciones serias.
Si construimos tenemos que hacerlo sobre roca, es decir, sobre convencimientos profundos.
La vida no es un juego de la “ruleta de la suerte”.
La vida no es un juego de “a ver si me toca”.
La vida no es un juego de la “lotería”.
La vida es demasiado seria para convertirla en un juego de “azar”.
Clemente Sobrado C. P.
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