Echando la vista atrás, reconozco que me he equivocado en varias cosas que pensé que sucederían. En el año 2012, en lo peor del huracán de la crisis española, di por supuesto que el movimiento por la toma del congreso lograría asaltar ese edificio. El caldo de cultivo había fermentado, habían comenzado a organizarse y la masa de millares de enfurecidos manifestantes, concentrándose un día y otro, no hacía presagiar otra cosa distinta de que, al final, lo lograrían.
Otra cosa en la que me equivoqué (aunque los idus de marzo no han pasado) fue en pensar que si en la Iglesia había un movimiento cismático provendría de la parte más progresista. Di por supuesto que tendría su epicentro en la zona germánica: Austria, Suiza, Alemania. Nada me hacía pensar hace ocho años que esas tensiones alrededor de la sede de Pedro vendrían de figuras conservadoras que han logrado aglutinar en torno a ellos el descontento.
Otro tema en el que me equivoqué fue en dar por supuesto que los elementos más radicales de tipo antisistema, sobre todo de Barcelona, comenzarían una serie de disturbios graves tras la aplicación del artículo 155. Esta pax catalonica me cogió por sorpresa. También había dado por seguro que todos estos conflictos alejarían a los votantes de la ruta independentista. Me equivoqué. El 47,5% de los catalanes se han mantenido firmes.
Por último, que yo me acuerde, aunque seguro que hay más cosas en las que me he equivocado, ha resultado una sorpresa para mí el crecimiento del PIB de Estados Unidos o la creación de empleo en España. Con un desfase tan claro en la competitividad de la industria de Estados Unidos y Europa, daba por sentado una lenta pero continua línea descendente en el sector industrial que afectaría al sector servicios que sería la única parte donde todavía se presentarían fluctuaciones según los años y ciclos. Aún sigo sin entender el por qué de unos resultados tan buenos.
Habría que añadir a esta lista que di por seguro que en el 2018, al menos, perdería siete kilos. Misteriosamente, no ha sido así. Sigo investigando.
Contemplo mis errores y me entristezco. Contemplo el Olimpo cerduno y mi alma encuentra algún solaz dentro de la lógica tristeza.
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