En la Iglesia, como en tantos otros sitios, hay axiomas que se aceptan porque sí y Dios te libre de llevar mínimamente la contraria. Me da igual quién inventara lo de la opción preferencial por los pobres, si fue Puebla o Medellín, el Vaticano II o los documentos de Aparecida. Me da igual, incluso, quién lo siga diciendo hoy.
Pasarnos el día con la cosa de los pobres y de la opción preferencial por los excluidos no es, a mi modestísimo y escasísimo entender, otra cosa que falsear el evangelio y dejar los problemas de nuestro mundo sin resolver.
Es falsear el evangelio, que comienza exhortando a la conversión: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio», y acaba enviando a los discípulos a predicar y bautizar: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.”
El mensaje evangélico, pues, es una llamada a la conversión y una urgencia en la predicación de la buena nueva para la salvación de los hombres. Me impresionan estas últimas palabras de Jesús, sobre todo pensando en lo que significan siempre las últimas palabras de alguien. Son el resumen, la síntesis de la vida y la enseñanza: predicación y bautismo. Convertir el evangelio en un simple estar preferentemente con los pobres, es falsear la doctrina, a no ser que estemos convencidos de que la mayor pobreza es la falta de fe. Entonces sí.
Y luego, en lo de resolver o no los problemas de nuestro mundo, hay un pequeño detalle que no podemos obviar desde la fe: y es que los humanos, desde nuestra concepción, estamos tocaditos por una cosa llamada pecado original, aunque sea de mal gusto recordarlo. Esto, lo que quiere decir, es que las personas estamos, por naturaleza, por pecado, inclinados al mal. Y como estamos inclinados al mal, haremos el mal, va en nuestra naturaleza, a no ser, ATENTOS, que nos convirtamos a Jesucristo.
La gente que se convierte DE VERDAD a Cristo es gente justa, equitativa, bondadosa, misericordiosa, y evidentemente solidaria con el débil. Por eso, si queremos un mundo de verdad justo, solidario, amable no queda más remedio que anunciar el evangelio, urgir a la conversión, recibir el bautismo y cambiar, en consecuencia, de vida. Entonces sí. Pero si no es por ese camino, todo quedará en postureo, que se dice ahora, bonitas palabras y foto en la prensa, porque lo de estar con el pobre siempre vende.
Por eso digo que nos equivocamos en el planteamiento superficial de ese “estar con los pobres” tan y como hoy lo entiende y lo practica mucho católico de tan buena voluntad, como escasez de teología. No. La clave no es estar con los pobres, y menos entendiendo pobreza como algo simplemente material. Por cierto, hay siete obras de misericordia espirituales. La clave está en predicar la conversión y volver a las gentes a Cristo, a la santidad. No hay un solo santo que viva al margen de las necesidades de sus hermanos. Pero sí conozco a mucho charlatán de la cosa de los pobres que vive como rico, hace lo que quiere, se lucra de su organización, se aprovecha para su personal medrar y encima te da lecciones.
¿Y si les dijera que donde más se hace por la causa de los pobres es en el confesionario…?
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