La liturgia diaria meditada - ¡El celo por tu casa me devora! (Jn 2, 13-22) 09/11




Jueves 09 de Noviembre de 2017
La dedicación de la basílica de san Juan de Letrán
(F). Blanco

Cuando terminaron las persecuciones del Imperio romano contra los cristianos, diversos emperadores obsequiaron a la Iglesia terrenos para edificar sus templos. Constantino cedió una casa que había pertenecido a una familia de Letrán, y la basílica allí construida se conoce como “lateranense”. Esta fue inaugurada en el año 324, y se la considera “Iglesia Madre”. Allí se han celebrado varios concilios.

Antífona de entrada          cf. Apoc 21, 2
Vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo.

Oración colecta     
Dios nuestro, que construyes un templo eterno para ti con las piedras vivas que son tus elegidos, multiplica en tu Iglesia la gracia que le has dado, para que tu pueblo fiel continúe edificando la Jerusalén celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas        
Recibe, Señor, la ofrenda que te presentamos; concédenos el fruto de tus sacramentos y el cumplimiento de nuestros deseos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        cf. 1Ped 2, 5
Como piedras vivas, ustedes son un edificio espiritual y un sacerdocio santo.

Oración después de la comunión
Dios nuestro, que manifiestas en tu Iglesia un signo visible de la Jerusalén celestial; te pedimos que, por la participación de este sacramento, seamos transformados en templos de tu gracia y lleguemos a la morada de tu gloria. Por Jesucristo, nuestro Señor.

1ª Lectura    Ez 47, 1-2. 8-9. 12
Lectura de la profecía de Ezequiel.
El ángel me llevó a la entrada de la casa, y vi que salía agua por debajo del umbral de la casa, en dirección al oriente, porque la fachada de la casa miraba hacia el Oriente. El agua descendía por debajo del costado derecho de la casa, al sur del altar. Luego me sacó por el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por un camino exterior, hasta la puerta exterior que miraba hacia el Oriente. Allí vi que el agua fluía por el costado derecho. Entonces me dijo: “Estas aguas fluyen hacia el sector oriental, bajan hasta la estepa y van a desembocar en el Mar. Se las hace salir hasta el Mar, para que sus aguas sean saneadas. Hasta donde llegue el torrente, tendrán vida todos los seres vivientes que se mueven por el suelo y habrá peces en abundancia. Porque cuando esta agua llegue hasta el Mar, sus aguas quedarán saneadas, y habrá vida en todas partes adonde llegue el torrente. Al borde del torrente, sobre sus dos orillas, crecerán árboles frutales de todas las especies. No se marchitarán sus hojas ni se agotarán sus frutos, y todos los meses producirán nuevos frutos, porque el agua sale del santuario. Sus frutos servirán de alimento y sus hojas de remedio”.
Palabra de Dios.

Comentario
El profeta Ezequiel predica durante el exilio en Babilonia, cuando el pueblo de Dios estaba lejos de su tierra y no tenía templo. En esta visión simbólica, Ezequiel presenta la promesa del templo como un lugar desde el cual Dios hace fluir su gracia.

O bien:          1Cor 3, 9C-11. 16-17

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos: Ustedes son el campo de Dios, el edificio de Dios. Según la gracia que Dios me ha dado, yo puse los cimientos como lo hace un buen arquitecto, y otro edifica encima. Que cada cual se fije bien de qué manera construye. El fundamento ya está puesto y nadie puede poner otro, porque el fundamento es Jesucristo. ¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él. Porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo.
Palabra de Dios.

Salmo 45, 2-3. 5-6. 8-9
R. Vengan a contemplar las obras del Señor.

El Señor es nuestro refugio y fortaleza, una ayuda siempre pronta en los peligros. Por eso no tememos, aunque la tierra se conmueva y las montañas se desplomen hasta el fondo del mar. R.

Los canales del río alegran la Ciudad de Dios, la más santa Morada del Altísimo. El Señor está en medio de ella: nunca vacilará; él la socorrerá al despuntar la aurora. R.

El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro baluarte es el Dios de Jacob. Vengan a contemplar las obras del Señor, él hace cosas admirables en la tierra. R.

Aleluya        2Crón 7, 16
Aleluya. “Yo he elegido y consagrado esta Casa, a fin de que mi nombre resida en ella para siempre”, dice el Señor. Aleluya.

Evangelio     Jn 2, 13-22
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: “Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio”. Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: “El celo por tu casa me consumirá”. Entonces los judíos le preguntaron: “¿Qué signo nos das para obrar así?”. Jesús les respondió: “Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar”. Los judíos le dijeron: “Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?”. Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.
Palabra del Señor.

Comentario
En tiempos de Jesús, el templo de Jerusalén simbolizaba la presencia de Dios en medio del pueblo. Pero el tiempo del simbolismo llegó a su fin ya que Jesucristo mismo es la presencia de Dios en medio de la humanidad. Él nos pone en contacto con la santidad infinita de Dios.

Oración introductoria
Señor, quiero imitarte, tener el celo que Tú tenías por las cosas del Padre; las cosas del Padre, también son mis cosas, pues soy su hijo. Ayúdame a crecer en mi espíritu sobrenatural, a comprender tus palabras, a creer en Ti, no sólo por los signos que Tú haces, sino porque hacer realmente una verdadera experiencia de Ti.

Petición
Señor, que el celo por tus cosas también me devore, que sea un católico auténtico y coherente con lo que soy y con lo que profeso.

Meditación

1.- La presencia de Dios en medio del pueblo. La Iglesia celebra hoy la dedicación de la Basílica de Letrán, iglesia-madre, catedral de la ciudad de Roma desde el 9 de noviembre del año 324. La primera lectura, del profeta Ezequiel, recuerda otro templo, el de Jerusalén, símbolo de la presencia de Dios en medio del pueblo. Salomón construyó el santuario, que ya había querido realizar su padre, David. Con el final de estas obras se cierra la gran etapa de peregrinación por el desierto desde tierras de Egipto. El Dios peregrino instaura su morada entre los habitantes de la ciudad. La Nube que dirigió al pueblo por el desierto mora en el templo. Con la deportación a Babilonia, el sacerdote y profeta Ezequiel vio "que venía del norte un viento huracanado, una gran nube y zigzagueo de relámpagos...". La Gloria del Señor, su Nube abandona el templo de Jerusalén para morar entre los desterrados de Babilonia. Es la infidelidad del pueblo a Dios lo que ocasiona su ruina. Con el abandono del templo por Dios se consuma el destierro. Pero el seguirá presente en medio del pueblo, porque no puede encerrarse en unos muros.

2.- Jesucristo es el auténtico fundamento de nuestra fe. Pablo presenta la metáfora del templo para explicar la realidad del ser cristiano y de la comunidad de quienes están en el Señor. Naturalmente es una metáfora, en la cual lo más importante no es el templo material, sino la comunidad cristiana. Aun cuando la comunidad, la Iglesia, sea muy importante, es imposible olvidar a Cristo como fundamento. El texto subraya la responsabilidad de colaborar con Cristo y la seriedad de ese compromiso.

3.- Culto y compromiso cristiano. Juan presenta el episodio de la purificación del templo como el principio de la automanifestación de Jesús. La vida de Jesús está en peligro. El celo por la casa de Dios le llevará a la muerte. Esto evidencia a los ojos de los discípulos que este acto de Jesús representa un momento decisivo en su vida y en su muerte. Jesús relativiza la importancia del Templo como "lugar de culto", señalando que la cuestión no es si en Jerusalén o en Garizím, sino en el corazón y en la actitud que tenemos cuando damos culto a Dios. Ya en el Antiguo Testamento Dios había dicho que quería misericordia y no sacrificios. Por eso se atreve Jesús a decir que era capaz de destruir el Templo y levantarlo en tres días. Hablar así para los judíos ortodoxos era una blasfemia. Pero Él se refería al templo de su cuerpo, que iba a morir y resucitar. 

4.- ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? El templo de Dios es santo, ese templo sois vosotros. San Pablo conocía por propia experiencia las limitaciones y tendencias pecaminosas de su cuerpo, hasta el punto de que en alguna ocasión llegó a exclamar: ¡cuándo me libraré de este cuerpo mortal! Pero también conocía por propia experiencia que el espíritu que habitaba en él, el espíritu de Cristo, era santo, hasta tal punto que también en otra ocasión exclamó: no soy yo quien vive en mí, ¡es Cristo quien vive en mí! Pues también nosotros, cada uno de los cristianos, debemos ser conscientes de esta doble realidad: tenemos un cuerpo mortal, con tendencias carnales y muchas veces pecaminosas, pero también hemos sido revestidos del espíritu de Cristo y este espíritu es santo. Procuremos vivir dirigidos y gobernados por el espíritu, no por el cuerpo. “Las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza… odios, discordias, celos… divisiones, rencillas… y otras cosas semejantes; en cambio, el fruto del espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí… Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu” (Gal 5, 19, 25). Si vivimos conscientes de que somos templos de Dios, nos esforzaremos constantemente en vivir según el Espíritu de Cristo.

5.- Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Ya sabemos que Juan ha clocado este relato de la purificación del templo al comienzo de su evangelio, en contra de los sinópticos que lo colocan al final. Y es que en los tiempos en los que Juan escribe su evangelio el templo de Jerusalén ya había sido destruido y a Juan le interesa dejar ya claro, desde el comienzo de su evangelio, que ya no es el templo material, como ocurría en el Antiguo Testamento, el centro de la fe de los creyentes. Tenemos un Nuevo Testamento y, para los cristianos, el verdadero templo de Dios es Cristo. El verdadero templo donde Dios habita ahora es en Cristo, no en templos materiales. A Dios debemos adorarlo en espíritu y en verdad, es decir, en el espíritu de Cristo. Los cristianos que viven en el espíritu de Cristo son también ellos mismos templos de Dios y Dios habita en ellos. Es lo que, siglos más tarde, se llamaría la inhabitación de la Santísima Trinidad en el alma cristiana que vive en comunión con Cristo.

Propósito
Hoy voy a esforzarme por ver a Cristo en mi prójimo y tener este celo por la casa del Padre, hablando bien de los demás.

Diálogo con Cristo
Señor, sé que Tú me conoces perfectamente y que sabes lo que tengo en mi Corazón, como lo demostraste con los fariseos. Ayúdame a ser celoso por tus cosas, a destruir mi templo como Tú, a darme muerte a mí mismo, a mis gustos personales, para levantar un nuevo templo contigo en la Resurrección.

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