Es que somos así. Creo que ha sido recibir el nombramiento para las parroquias de mis tres pueblos y lo rural, que uno tenía adormecido, se ha abierto paso con una fuerza incontestable.
Ayer domingo, en la misa de las 13 h., me despedí de la parroquia de la Beata Mogas. Permítanme que les haga partícipes de la celebración en la que, entre otros ilustres, conté con la presencia en la misma de nuestro director, Juanjo Romero, acompañado por su familia. Muchísima gente. Tanto el templo principal como la capilla de diario, abarrotados de fieles y mucha gente de pie. Recordaba el día de mi toma de posesión hace doce años en aquel barracón prefabricado. No creo que pasáramos entonces de cincuenta personas, y la mitad los había aportado yo… Ayer el Señor quiso recompensarme.
Ya he dicho en algún momento que cuando un sacerdote deja una parroquia, debe dejarla y no entrometerse jamás en lo que suceda a partir de ese momento, sea para bien o para mal. Así es. Desde ayer a las 14 h. en que acabó la misa, y muy especialmente desde las 16 h., cuando entregué las llaves, la vida de la parroquia de la Beata Mogas ya no es cosa mía más que en la oración constante por la parroquia, que lo haré siempre.
Se lo dije. Lo dejé muy clarito… con una excepción. Lo que sea la parroquia a partir de hoy es cosa de ustedes y de los sacerdotes. Pero, atentos a lo que les voy a decir. Como yo me entere de que la capilla de la adoración perpetua flojea, como llegue a mis oídos que racanean en esa tarea, me vuelvo del pueblo y les corro a gorrazos. Y es que la vida de la Beata Mogas yo sé que hoy tiene sus raíces más profundas en esa capilla de adoración perpetua, que Dios quiso bendecir a la parroquia con ese don y que sería de necios no agradecer y cuidar ese regalazo.
Dios cuida de cada uno y de cada parroquia. Deja sus huellas de amor allá por donde quiere. En nosotros está saber reconocerlas, quererlas y vivirlas. En la parroquia de la Beata Mogas se pasó con esa capilla de adoración perpetua. Todo lo demás sale de tantas horas de vela ante Jesús Sacramentado. Sé que hoy de esa capilla sale la fuerza de la parroquia y saldrá, lo sé porque los adoradores van a pedir por mí y por mi nuevo ministerio, la bendición de Dios sobre las parroquias de Braojos, Gascones y La Serna.
Confío en Dios a la hora de comenzar esta nueva etapa en mi sacerdocio. Y confío en que la fuerza de esa capilla que pusimos en marcha, va para cinco años, nos llegará al último rincón de la sierra madrileña.
Sé que no es muy poético ni especialmente fino hablar de correr a gorrazos. Pero es que uno se ha hecho de pueblo y los que somos de pueblo no somos especialmente dados a retóricas ni palabras bellas. Debe ser cosa de la boina.
Publicar un comentario