Hasta el día 8 de abril, aparecerán posts, pero no podré escribir nada sobre la situación de Venezuela, porque me encontraré fuera de España. Y lamento no poder escribir nada, porque ese país se encuentra ya en la fase de descomposición final. El castillo de naipes está a punto de derrumbarse.
Maduro ha llevado al Pueblo a la desesperación perfecta. Sólo una fuerza de opresión titánica ha evitado que la olla a presión explotara.
Sólo una fuerza brutal y salvaje ha logrado lo impensable: que un Pueblo aguantara lo inaguantable hasta el grado máximo. Pero parece ser que Maduro no puede ir más allá de lo máximo.
Las calles de Caracas van camino de convertirse en una perenne batalla medieval de piedras y palos contra escudos policiales y porras. De momento, las cosas siguen así: Maduro contra todos.
No sé, mi olfato me dice que no veo a Maduro como un octogenario jubilado que pasea tranquilamente por Caracas disfrutando de su pensión y que se sienta a dar de comer a las palomas.
Hay gobernantes que sólo pueden pensar en el exilio. Maduro se ha cargado incluso su exilio. Ya sólo queda la huida adelante. Contra todos, contra la Razón. Maduro pronto será una pesadilla que todos tratarán de olvidar. El agua se está desbordando por todas partes.
Macbeth, desde las almenas, por primera vez comprueba que el Bosque de Birnam se mueve. Las brujas de la playa tenían razón, serás rey pero no padre de rey. Ahora el padre de Hamlet, cientos de padres, claman venganza como fantasmas. Y tus manos siguen rojas, mientras gritas desesperado: ¿Es que no hay nadie que pueda detener a ese Bosque de Birnam?
Ya es demasiado tarde para todo. Has ido demasiado lejos. Pero ya estamos en el último acto. Demasiado ha durado esta tragedia con un protagonista de opereta ridícula.
Publicar un comentario