Acabando un nuevo libro


Bueno, cosas varias. Estoy ya a punto de acabar la revisión de mi libro sobre el Apocalipsis, un libro de comentario teológico a las plagas. Quedará acabado en esta próxima semana como máximo. Pensé en publicarlo en papel con una editorial, como excepción. Pero estoy pensando, como siempre, en ponerlo en Internet gratis. La razón es que algunos emails de lectores justamente de estos últimos días me han hecho entender que los libros son semillas lanzadas al aire que germinan donde uno menos se lo imagina, que la escritura produce fruto, que la palabra escrita en mi pequeño pisito de Alcalá puede resonar en cualquier esquina del mundo, en un obispo, en un vicario general, en un monje, en un empresario, en un adolescente de dieciséis años.

Las preguntas que me hice hace varios meses siguen sin ser respondidas en mi mente: no veo por ningún lado quién puede ser la Bestia si tuviera que hacer una novela contemporánea del Apocalipsis. Y eso que tal es mi propósito, sin fecha fija todavía. Si lo hago será una novela con una ambientación formidable. Pero en ese punto de la Bestia tendré que hacerme violencia.

La otra cuestión a la que no veo salida desde un punto literario es que un apocalipsis por rápido que vaya me parece que precisaría de unos treinta años para formarse de un modo razonable. Y eso acortando plazos. Son muchas las cosas que dice el Libro de san Juan y buena parte de ellas meramente humanas, o mejor dicho: políticas.

Con lo cual el propósito inicial de escribir un fin del mundo ambientado en la época actual queda algo desvirtuado. ¿Cómo será el mundo en más de treinta años? ¿Razonablemente podemos deducirlo? 

Por supuesto que si escribo esa novela esa descripción de “lo razonable” será a grandes líneas, con trazos amplios. Pero, aun así, la novela que iba a ser inicialmente una novela que pintase un apocalipsis razonable, cómo sería si sucediese tal cosa en un decenio o algo más, pasará a ser un ejercicio mental fundado en un escenario poco previsible.

Puedo acercar el apocalipsis en el tiempo, pero a costa de un precio impagable: saltarme varios versículos de la Biblia. Puedo alejarlo, pero a costa de sacrificar también mi deseo inicial de escribir un drama en un escenario conocido. Y eso para mí, como escritor de novelas, era algo muy importante.


Al menos, mi libro teológico sí que está ya casi revisado. Soy consciente de que estos pensamientos (muy parecidos) ya os los transmití hace meses. Pero, al final, me encuentro como en el punto de partida respecto a lo dicho. 

Algunos afirman que Trump es el Anticristo. No, seguro que Trumpo y el Pato Donald no.

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05:16

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