Patrono del Episcopado Latinoamericano. Fiesta. Blanco
Martirologio Romano: Santo Toribio de Mogrovejo, obispo de Lima, que siendo laico, de origen español y licenciado en leyes, fue elegido para esta sede y se dirigió a América donde, inflamado en celo apostólico, visitó a pie varias veces la extensa diócesis, proveyó a la grey a él encomendada, fustigó en sínodos los abusos y los escándalos en el clero, defendió con valentía la Iglesia, catequizó y convirtió a los pueblos nativos, hasta que finalmente en Saña, del Perú, descansó en el Señor (+1606 dC).
Antífona cf. Ez 34, 11. 23-24
Cuidaré de mis ovejas, dice el Señor, y suscitaré un pastor que las apaciente: Yo, el Señor, seré su Dios. Aleluya.
Oración colecta
Dios nuestro, que has hecho crecer a tu Iglesia en América con la dedicación pastoral y el celo por la verdad del obispo santo Toribio, concede al pueblo a ti consagrado crecer constantemente en la fe y en la santidad. Por nuestro Señor Jesucristo...
Oración sobre las ofrendas
Señor, mira con bondad las ofrendas que traemos a tu altar en la fiesta de santo Toribio, de manera que, alcanzándonos el perdón, glorifiquen tu nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Jn 15, 16
Dice el Señor: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto y ese fruto sea duradero”. Aleluya.
Oración después de la comunión
Renovados por tus sagrados misterios, te suplicamos humildemente, Señor, que, a ejemplo de santo Toribio, nos esforcemos en proclamar lo que él creyó y practicar lo que enseñó. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Lectura 2Tim 1, 13-14; 2, 1-3
Lectura de la segunda carta de san Pablo a Timoteo.
Toma como norma las saludables lecciones de fe y de amor a Cristo Jesús que has escuchado de mí. Conserva lo que se te ha confiado, con la ayuda del Espíritu Santo, que habita en nosotros. Tú, que eres mi hijo, fortalécete con la gracia de Cristo Jesús. Lo que oíste de mí y está corroborado por numerosos testigos, confíalo a hombres responsables que sean capaces de enseñar a otros. Comparte mis fatigas, como buen soldado de Jesucristo.
Palabra de Dios.
Comentario
Escuchar y transmitir, en esto consiste la tradición. Así se conserva la fe, no de manera estática, sino como una corriente dinámica que comunica la Buena Noticia. Todos los integrantes de la Iglesia mantenemos vigente esta tradición, viviendo la fe en comunión con los pastores.
Salmo 95, 1-3. 7-8a. 10
R. ¡Anuncien las maravillas del Señor!
Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su nombre. R.
Día tras día, proclamen su victoria. Anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos. R.
Aclamen al Señor, familias de los pueblos; aclamen la gloria y el poder del Señor. R.
Aclamen la gloria del nombre del Señor. Entren en sus atrios trayendo una ofrenda. R.
Digan entre las naciones: “¡El Señor reina! El mundo está firme y no vacilará. El Señor juzgará a los pueblos con rectitud”. R.
Aleluya Lc 4, 18
Aleluya. El Señor me envió a evangelizar a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos. Aleluya.
Evangelio Mt 9, 35-38
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias. Al ver a la multitud, tuvo compasión, porque estaban fatigados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para su cosecha”.
Palabra del Señor.
Comentario
La evangelización es una gran tarea que compromete a todos en la Iglesia. Ciertamente, hay mucho por hacer. ¡Cuántas personas que todavía no saben del amor de Dios en sus vidas! ¡Cuántos hay esperando una palabra que los guíe! Seamos nosotros obreros comprometidos en la evangelización.
Oración introductoria
Jesucristo, creo que Tú también me has llamado para llevar adelante esta misión, pero muchas veces siento que no puedo, pues experimento mi debilidad e incapacidad. Enséñame, Jesús, a creer que siempre estás actuando en mi vida, que Tú me llamaste a esta misión, que estás conmigo; para que siga adelante y ayude a mis hermanos, en medio de tantas dificultades.
Petición
Señor, ayúdame a ser tu testigo en este mundo y a transmitir mi fe a los que más la necesiten.
Meditación
El Evangelio de hoy nos narra cómo, ante aquella multitud de gente, Jesús tuvo compasión y les dijo: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Mt 9,37-38). Él ha querido confiar en nosotros y quiere que en las muy diversas circunstancias respondamos a la vocación de convertirnos en apóstoles de nuestro mundo. La misión para la que Dios Padre ha enviado a su Hijo al mundo requiere de nosotros que seamos sus continuadores. En nuestros días también encontramos una multitud desorientada y desesperanzada, que tiene sed de la Buena Nueva de la Salvación que Cristo nos ha traído, de la que nosotros somos sus mensajeros. Es una misión confiada a todos. Conocedores de nuestras flaquezas y handicaps, apoyémonos en la oración constante y estemos contentos de llegar a ser así colaboradores del plan redentor que Cristo nos ha revelado.
No podemos llevar este mensaje por nosotros mismos, estando alejados del pastor, de Cristo. Sólo lograremos cumplir con este mandato misionario en cada una de las difíciles situaciones en las que vivimos, si estamos unidos a Cristo.
No es con el poder, con la fuerza, con la violencia que el reino de paz de Cristo se extiende, sino con el don de sí. No podemos aceptar pasivamente el mal que sugiere el mundo y mucho menos querer combatirlo con la fuerza.
Sólo podremos ayudar este mundo siendo de verdad lo que somos: cristianos, misioneros, apóstoles de Cristo. Y eso implica el don de nosotros mismos, salir de nuestras seguridades, de nuestras comodidades, para que el prójimo tenga también la paz y el amor de Dios, que nosotros debemos transmitir.
Propósito
Hoy ofreceré un pequeño sacrifico a Dios, por todos los que sufren a causa de su fe.
Diálogo con Cristo
Señor, Tú necesitas de colaboradores para la gran obra de tu redención. Necesitas de apóstoles convencidos y entusiasmados, que enseñen a otros. Señor, Tú me llamas a esta misión. Y creo que si Tú me lo pides, Tú me darás las fuerzas para responder: "Aquí estoy". Cura, Señor, mis debilidades y mis flaquezas, para que pueda ser un instrumento que dé salud a los demás. Señor, que yo no pierda la esperanza de luchar, aunque el mundo sea cada vez más agresivo. Que nunca me olvide de que Tú, el Salvador de este mundo, estás conmigo. ¡Gracias, Señor, por tu compañía! En tus manos, pongo este nuevo día.
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