En estos días cuaresmales debemos llevar a Cristo a tantos hombres y mujeres que necesitan escuchar: “Lázaro, ven afuera”, para construir, vivificados por la fe, un mundo esperanzado y con más sentido que el que tenemos. Lo lograremos recuperando, nosotros primero, por el sacramento de la penitencia, la vida recibida el día de nuestro bautismo y acercándonos después a la Eucaristía con deseos renovados, recordando, a ser posible, esas palabras impresionantes de Cristo a la desconfiada hermana de Lázaro: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre ¿Crees esto? La respuesta que espera Cristo es, sin duda la que pronunció Marta, una vez convertida: -Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.
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