Hoy ya estoy bien. El malestar de ayer se pasó. Lo que me preocupa ahora es la bolsa china. Los crujidos del parqué en los ultimos días son el signo indudable de que 2016 será el año en que la economía de ese gigante nos va a dar un gran susto con terribles consecuencias sociales para España y tantos otros países.
La tendencia bajista del PIB chino, sostenida desde hace años, lleva advirtiéndonos de que es sólo cuestión de tiempo el que la crisis de esa economía se produzca. No creo que China baje del 3% de crecimiento en el peor momento de su crisis, cosa que podría darse en tres o cuatro años. Pero esa ralentización de la economía sería para España una situación catastrófica. La situación de la sociedad española cambiaría radicalmente, como ya lo hizo en los últimos años.
La bolivarización de España, inevitable, va a estar muy unida al curso descendente al que se encamina la economía de China. Sé que puede parecer extraño, pero la llegada al poder en España de partidos más o menos anticlericales estará muy influida a la economía del gigante asiático. Cuanto peor le vaya a Pekín, los grupos políticos más radicales de mi patria tendrán más apoyo popular. Si la economía fuera muy bien en mi país, el anticlericalismo seguiría un camino más lento en su ascenso.
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