Sobre los hábitos personales que acompañan a la fisonomía personal de Santo Tomás de Aquino tenemos unas cuantas impresiones convincentes y confirmantes: Cuando no estaba sentado leyendo un libro, daba vueltas y vueltas a los claustros, caminando deprisa y hasta furiosamente, que es una acción muy característica de los hombres que libran sus batallas por dentro. Cada vez que se le interrumpía se mostraba muy cortés, y era más bien él el que se disculpaba. Pero de algún modo daba a entender que en el fondo prefería que no se le interrumpiera.
Me encanta ese modo de ser, tan atinadamente descrito por G.K. Chestertón en su biografía sobre Santo Tomás. Y megustaría tener algo de la concentración y capacidad de raciocinio y argumentación de tan gran Maestrapara ganar batallas al error que amenaza siempre. Y, al mismo tiempo, su suave carácter para diculpar las interrupciones que constantemente sobrevienen en la inquieta vida parroquial.
Esta foto me la hizo la Doctora Miller (o su eficiente traductora Magdalen Roiter) en una de sus visitas a Sololá hace ya muchos años, y no leyendo un libro precisamente, sino a punto de levantarme de la mesa en una de aquellas invitaciones que ella hacía en sus recordados viajes. Pero puede ilustrar esta reflexión sobre concentración ¿A que sí?
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