Las religiones de la humanidad no sólo han sido cuna de magníficas representacionesartísticas sino que han ejercido un fuerte e incluso atrevido mecenazgo sobre el arte, sabedoras de la importancia de la calidad de estas expresiones. Mecenazgo que presupone siempre como sustentáculo la fortaleza de la experiencia religiosa en el mecenas y en el artista. La eleboración de los artefactos simbólicos que puedan ser animados y vitalizados por la estructura simbólica que les pone alma y vida supone la experiencia religiosa, única que puede dar vida y calidez a la auténtica obra de arte religioso en la que resplandezca la belleza de lo divino.
No me he resistido a copiar este párrafo del artículo de José Luis Sánchez Nogales en Scripta Theológica/vol 47/ 2015, pág 691, que lleva el sugerente título “Percepción de la divinidad y expresión artística“. Porque me parece que da en el clavo al remarcar la necesidad de mirar el arte religioso con ojos de fe para poder captar toda la belleza que expresa. Cuando se pierde ese modo de mirar, el arte religioso se ve superficialmente y se queda reducido a una insignificancia. Recuperar, por tanto, la visión de fe, ayudará a que no perdamos la gran herencia de arte religioso que hemos recibido, percibiéndolo en toda su grandeza original.
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