l. – Claro, atrévete a rezar hoy un poco más que ayer. Al principio lo harás con miedo, con recelo y hasta con cierta desconfianza. Con Dios sucede como con las personas. La primera vez que las conoces te parecen distantes. Luego terminas viéndolas muy cercanas a ti. La oración acorta las distancias entre tú y Dios.
2.- Atrévete hoy a rezar. ¿Por dónde comienzas? Por cualquier sitio. ¿Crees que Dios te va a examinar de gramática? Si tienes miedo a hablar, díselo: Señor, te tengo miedo. Si no sabes cómo hablarle, díselo: Señor, no sé cómo decirte que… Él está muy acostumbrado a los torpes como tú. Y eso le encanta.
3.- Atrévete hoy a rezar. ¿Para qué? Para nada. ¿Es que para hablar con los demás siempre necesitas razones? Hablar sólo cuando existen razones es hablar por necesidad. Y con Dios se puede hablar hasta para pasar el tiempo, para no aburrirte y para que Él no se aburra. Comienza hoy.
4.-Atrévete hoy a rezar. ¿En qué momento? ¿Y por qué siempre hemos de andar buscando el momento oportuno? Los niños nunca hablan oportunamente. Para ellos no existen oportunidades. Ellos hablan, aunque los mayores se fastidien y los manden callar. Si esperas a tener oportunidades para hablar con Dios, nunca las encontrarás.
5.- Atrévete hoy a rezar. ¿Qué le pides? ¿Y por qué siempre tenemos que pedirle? Dios no es una farmacia donde se piden aspirinas. Dios es alguien. Y para hablar con alguien no se necesita pedirle nada. A Dios le encanta la gente que le pide. Pero le fascinan aquellos que le hablan por hablar y no le piden nada. El ya sabe lo que necesitas.
6.- Atrévete hoy a rezar. ¿Qué si te escuchará? ¿Le has hablado alguna vez y estás seguro de que no te escuchó? Dios no tiene orejas. Es pura oreja. Dios escucha siempre, hasta cuando le dices estupideces. ¿Y no tenemos derecho a hablarle a Dios también estupideces? Para un papa el hijo nunca habla estupideces… le basta saber que es su hijo.
7.- Atrévete hoy a rezar. Pero eso sí, cuando le reces, no pretendas convencerlo a Él. Él ya está convencido. Es preferible que trates de convencerte a ti mismo. Algunos creen que deben rezar para convencer a Dios de sus problemas. Sería preferible que se convencieran primero ellos de que Dios no les va a solucionar lo que ellos pueden solucionar. Pero siempre les dará fuerza para hacerlo. Comienza hoy.
Clemente Sobrado C. P.
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