Del Vatican Insider
Cuando Francisco publicó su encíclica sobre el cuidado del medio ambiente, Laudato Si’, recibió no pocas críticas. Entre otras cosas lo acusaron de superficialidad documental, porque el texto no tiene citas directas a estudios científicos, y tildaron a algunos de sus colaboradores de “favorecer a abortistas”, por vincularse con personajes como el secretario general de las Naciones Unidas, Ban ki-Moon, y el intelectual Jeffrey Sachs. Para el canciller de la Academia Pontificia para las Ciencias, Marcelo Sánchez Sorondo, esos señalamientos son simplemente “ridículos”. Y aclaró: “La ONU nos copió en la lucha contra el cambio climático”.
Esa Academia se ha convertido en un emblema en el actual pontificado. Por ella pasan las actividades que son prioridad para el Papa. Desde los congresos de la red de escuelas para el encuentro, “Scholas Occurrentes”, hasta la reunión de alcaldes contra la trata de personas; pasando por el primer encuentro mundial de Movimientos Populares. En esta entrevista, Sánchez Sorondo sale al paso de las críticas y habla de las prioridades de Francisco.
Acaba de pasar una reunión de alcaldes contra el cambio climático y la trata de personas, ¿qué se busca con estas y otras actividades dedicadas a esos temas?
Queremos que las Naciones Unidas, entre los nuevos objetivos del milenio, hablen de la exclusión social no en abstracto, sino que denuncien las nuevas formas de esclavitud que son el trabajo forzado, la prostitución, ciertas drogas y el tráfico de órganos, que es terrible y pasa en los hospitales más elegantes, en los cruceros donde no hay ley porque todo depende del capitán.
Estas dos emergencias tienen una conexión clarísima, ambas vienen con la globalización, una causa la otra. El el mal uso de la tierra lleva a provocar esta crisis del clima. Por ejemplo, si en Filipinas hay un tifón esto crea más pobreza y pone a estos pobres en situación de ser esclavos, de prostituirse para poder sobrevivir.
¿La Academia se ocupa de esto sólo porque son temas que preocupan al Papa Francisco?
Nos apoyamos en la ola que levantó la encíclica Laudato Si’, que dice estas mismas cosas, entre otras que el problema del clima es un problema humano no sólo porque genera pobreza sino también nuevas formas de esclavitud. Queremos que las Naciones Unidas escuchen. Lo del clima ya lo copiaron, fuimos nosotros -la Academia de las Ciencias- los primeros que lanzamos el tema hace 20 años y ahora convencimos a los economistas y las otras disciplinas. Pero nosotros decíamos antes lo mismo que estamos diciendo ahora.
Antes el trabajo de la Academia era más elevado, sólo a nivel de los intelectuales ¿no?
Eso es verdad. Ahora el Papa Francisco quiere que nos ocupemos concretamente, no sólo de hablar, sino de hacer cosas en lo posible concretas. En eso nos dice que debemos tener un pie en la especulación y el otro en la práctica.
¿Su trabajo era menos incómodo cuando se hablaba solamente?
Con incomodidad trabajamos siempre. Que la Academia estuviese diciendo estas cosas no gustaba mucho tampoco. Por mi parte tuve mucho apoyo de los otros Papas, de Juan Pablo II y Benedicto XVI.
¿Recuerda otros tiempos de muchas críticas contra la Academia? Porque ahora, con la encíclica de Francisco, ha habido mucha polémica ¿no?
Evidentemente este Papa toca más los pies de muchos, entonces las críticas son más fuertes porque los intereses económicos que se mueven son grandes. Incluso nos han acusado que estamos con el aborto porque hemos invitado a gente que en algún momento supuestamente habló de eso. Que ni siquiera es verdad, porque Ban ki-Moon nunca habló a favor del aborto y Jeffrey Sachs dice que muy pocas veces. Él está en contra del aborto, como las Naciones Unidas están en contra del aborto. Desde la derecha nos acusan que somos abortistas, es ridículo. No se dan cuenta que no sólo el aborto destruye la familia, que también la destruye la prostitución.
¿Laudato si’ es un texto científico?
Francisco usó los datos de la ciencia para una encíclica que no es científica. En esta encíclica se toman todos los datos de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales, porque el Papa habla de la ecología integral, la ética y la justicia social, eso es filosofía. Pero también de las Ciencias, porque habla de las actividades humanas que usan combustibles fósiles y que producen el desequilibrio que genera el calentamiento global. Esa situación la sufre la mayor parte de la gente, justo la que no tiene la ventaja de la energía del petróleo.
¿Entonces, en la encíclica, el Papa no especuló? Lo atacan argumentando que no cita estudios científicos.
Aunque no los cite, todos los científicos lo dicen, no sólo la Academia. Los primeros que se refirieron a estos temas fueron (Paul) Crutzen y (Mario) Molina, (premios Nobel). Crutzen habló del clima antrópico, el clima que por primera vez está determinado por la acción humana. Siempre la acción humana ha influido el clima, pero ahora lo determina.
Pero los críticos dicen que la encíclica omitió indicar que no existe un consenso científico sobre el cambio climático, ¿es así?
La Academia dice todo lo contrario. Y la encíclica dice que hay que seguir discutiendo, pero refleja que los datos de la comunidad científica que son estos: Que la actividad humana basada en los combustibles fósiles provoca el calentamiento global. Hace 20 años que la Academia lo viene diciendo.
¿Cómo se vive este nuevo dinamismo en la Academia? Porque su organismo parece ser el emblema en el Vaticano de las acciones que le interesan al Papa.
El Papa es muy fértil y nos entusiasma a todos, nos apoya y nos deja hacer para organizar estas cosas. No sería tan fácil si no tuvieras el apoyo del Papa. Por ejemplo en la Curia (Romana), sin ese apoyo, en julio no podrías organizar nada, están todos de vacaciones y sólo se hacen fiestas, conciertos, pero ningún seminario. Nosotros hacemos lo que el Papa nos pide, si los otros institutos hicieran lo que el Papa les pide, el Papa iría también. Hay que decirle a los otros que hagan lo que el Papa pide y que no estén ahí mirando lo que pasa.
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