La liturgia diaria meditada - Se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer (Mc 3, 20-21) 20/01



Sábado 20 de Enero de 2018
Misa a elección:

Feria. Verde.
San Fabián, papa y mártir. (ML). Rojo.
San Sebastián, mártir. (ML). Rojo.
Santa María en sábado. (ML). Blanco.

San Fabián era laico cuando fue elegido Papa. Durante su pontificado, se destaca la organización de la Iglesia de Roma, el cuidado por las tumbas de los mártires y la evangelización de las Galias. Murió como mártir durante la persecución del emperador Decio (año 250).

Sebastián fue un joven soldado romano, que también fue martirizado al conocerse su condición de cristiano. Se recuerda juntos a estos dos mártires ya que sus sepulcros se encuentran en el mismo sitio.

Antífona de entrada         Cf. Sal 65, 4
Toda la tierra se postra ante ti, Señor, y canta en tu honor, en honor de tu nombre.

Oración colecta    
Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas el cielo y la tierra, escucha las súplicas de tu pueblo y concede tu paz a nuestro tiempo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:         de san Fabián
Dios nuestro, gloria de tus sacerdotes, te pedimos, por la intercesión del mártir san Fabián, alcanzar la comunión de la fe y la santidad en el servicio. Por nuestro Señor Jesucristo…

O bien:         de san Sebastián
Concédenos, Padre, el espíritu de fortaleza; e instruidos con el ejemplo admirable del mártir san Sebastián aprendamos a obedecerte a ti antes que a los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:         de Santa María en sábado
Padre misericordioso, ayúdanos en nuestra debilidad, para que, al celebrar a la Santa Madre de Dios, su intercesión nos libre de todo pecado. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Concédenos, Señor, participar dignamente de estos misterios, pues cada vez que celebramos el memorial del sacrificio de tu Hijo, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona      Cf. Sal 22, 5
Tú preparas ante mí una mesa, y mi copa rebosa.

Oración después de la comunión
Infunde en nosotros, Padre, tu espíritu de amor, para que, saciados con el único Pan de vida, permanezcamos unidos en la misma fe. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas        
En la conmemoración de la Madre de tu Hijo, te pedimos, Señor, que por la gracia de este sacrificio nos conviertas en ofrenda eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        Lc 1, 49
El Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas; su nombre es santo.

Oración después de la comunión
Señor y Dios nuestro, en esta celebración de la Madre de tu Hijo te pedimos que la participación en los misterios de la redención eterna, nos conceda experimentar la abundancia de tu gracia y nos lleve a la plenitud de tu salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura         2Sam 1, 1-4. 11-12. 17. 19. 23-27
Lectura del segundo libro de Samuel.
Después de la muerte de Saúl, David volvió de derrotar a los amalecitas y permaneció dos días en Siquelag. Al tercer día, llegó un hombre del campamento de Saúl, con la ropa hecha jirones y la cabeza cubierta de polvo. Cuando se presentó ante David, cayó con el rostro en tierra y se postró. “¿De dónde vienes?”, le preguntó David. Él le respondió: “Me he escapado del campamento de Israel”. David añadió: “¿Qué ha sucedido? Cuéntame todo”. Entonces él le dijo: “La tropa huyó del campo de batalla y muchos del pueblo cayeron en el combate; también murieron Saúl y su hijo Jonatán”. Entonces David rasgó sus vestiduras, y lo mismo hicieron todos los hombres que estaban con él. Se lamentaron, lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl, por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor y por la casa de Israel, porque habían caído al filo de la espada. David entonó este canto fúnebre por Saúl y su hijo Jonatán: “¡Tu esplendor ha sucumbido, Israel, en las alturas de tus montañas! ¡Cómo han caído los héroes! ¡Saúl y Jonatán, amigos tan queridos, inseparables en la vida y en la muerte! Eran más veloces que águilas, más fuertes que leones. Hijas de Israel, lloren por Saúl, el que las vestía de púrpura y de joyas y les prendía alhajas de oro en los vestidos. ¡Cómo han caído los héroes en medio del combate! ¡Ha sucumbido Jonatán en lo alto de tus montañas! ¡Cuánto dolor siento por ti, Jonatán, hermano mío muy querido! Tu amistad era para mí más maravillosa que el amor de las mujeres. ¡Cómo han caído los héroes, cómo han perecido las armas del combate!”.
Palabra de Dios.

Comentario
Las campañas militares para conquistar o defender territorios siempre se han cobrado vidas, y la muerte es la única ganadora. El dolor de David por la muerte del rey y de su amigo, son muestra de un dolor humano que podemos ver también hoy, en tantos lugares del mundo.

Sal 79, 2-3. 5-7
R. ¡Que brille tu rostro, Señor, y nos salve!

Escucha, Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño; tú que tienes el trono sobre los querubines, resplandece ante Efraím, Benjamín y Manasés. R.

Reafirma tu poder, y ven a salvarnos. Señor de los ejércitos, ¿hasta cuándo durará tu enojo, a pesar de las súplicas de tu pueblo? R.

Les diste de comer un pan de lágrimas, les hiciste beber lágrimas a raudales; nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos, y nuestros enemigos se burlan de nosotros. R.

Aleluya        cf. Hech 16, 14
Aleluya. Señor, toca nuestro corazón, para que aceptemos las palabras de tu Hijo. Aleluya.

Evangelio     Mc 3, 20-21
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer. Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: “Es un exaltado”.
Palabra del Señor.

Comentario
El evangelio de Marcos se preocupa en mostrar que Jesús no era aceptado por todos. A lo largo de sus páginas, las oposiciones son muchas. Hoy nos acerca una situación que habrá llenado de dolor al Señor: la actitud despectiva de su familia. Pero, en el mismo camino de estas oposiciones, crece la aceptación de la gente, como también nos muestra esta escena.

No es fácil reconocer cuándo alguien habla o no de parte de Dios. Se lo puede confundir con un fanático o un loco. Esto le debe haber pasado a los familiares de Jesús. Sólo después, al ver sus actitudes y su obra misericordiosa, pudieron reconocer en él a un hombre lleno de amor.

Oración introductoria
Jesucristo, permite que esta meditación me lleve a entregarme sin reservas a mi misión. Tú me has mostrado el camino, nada fácil, pero seguro a la felicidad. Quiero enamorarme y ser fiel a mi vocación, por eso te suplico el don de vivir solamente para Ti.

Petición
Señor, Tú sabes que te amo, pero acrecienta mi amor.

Meditación 

A primera vista parece que este Evangelio habla mal de Cristo en vez de hablar bien. Pero si leemos entre líneas encontraremos que no es así. Cristo se consagró al Padre para cumplir una misión dada, concreta e importantísima, que era precisamente la salvación de todos los hombres. Y Cristo, sabiendo la responsabilidad que tenía y teniendo un amor infinito hacia el Padre, no dudaba en sacrificar nada para cumplir su misión, por amor al Padre y a los hombres.

Si tenía que predicar todo el día, lo hacía, aunque esto implicara quedarse sin comer, aunque no durmiera, aunque apenas tuviera tiempo para descansar. Hasta cierto punto, es normal que sus parientes, al verle, dijeran "está fuera de sí." Y claro, una persona apasionada por llevar el Evangelio a todas las gentes no puede hacer otra cosa que aparecer como un loco delante de los hombres. Pero delante de Dios, es un héroe, pues su principal motivación es el amor. Contemplemos el ejemplo de Cristo e imitémosle en esa locura por hacer el bien a los que nos rodean, por amor a Cristo y su Reino.

Hoy vemos cómo los propios de la parentela de Jesús se atreven a decir de Él que «está fuera de sí» (Mc 3,21). Una vez más, se cumple el antiguo proverbio de que «un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio» (Mt 13,57). Ni que decir tiene que esta lamentación no “salpica” a María Santísima, porque desde el primero hasta el último momento —cuando ella se encontraba al pie de la Cruz— se mantuvo sólidamente firme en la fe y confianza hacia su Hijo.

Ahora bien, ¿y nosotros? ¡Hagamos examen! ¿Cuántas personas que viven a nuestro lado, que las tenemos a nuestro alcance, son luz para nuestras vidas, y nosotros...? No nos es necesario ir muy lejos: ¿Es posible que Jesús —dos mil años después— todavía siga en la Cruz por nuestra salvación, y que nosotros, desde abajo, continuemos diciéndole «baja y creeremos en ti» (cf. Mc 15,32)?

O a la inversa. Si nos esforzamos por configurarnos con Cristo, nuestra presencia no resultará neutra para quienes interaccionan con nosotros por motivos de parentesco, trabajo, etc. Es más, a algunos les resultará molesta, porque les seremos un reclamo de conciencia. ¡Bien garantizado lo tenemos!: «Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros» (Jn 15,20). 

¿Cuántas veces nos tachan a los católicos de ser “exagerados”? Les hemos de responder que no lo somos, porque en cuestiones de amor es imposible exagerar. Pero sí que es verdad que somos “radicales”, porque el amor es así de “totalizante”: «o todo, o nada»; «o el amor mata al yo, o el yo mata al amor». «En la causa del Reino no hay tiempo para mirar atrás, y menos para dejarse llevar por la pereza».

Propósito
Examinar qué tanto dejo que me influya el qué dirán de los demás en mis decisiones.

Diálogo con Cristo
Señor, yo tampoco quiero dar importancia al «qué dirán» ni quiero dejarme influenciar por el ambiente, desgraciadamente cada vez más alejado de tu verdad y de tu amor. No me debe interesar el grado de popularidad, ni la simpatía que mi estilo de vida pueda provocar en los demás. Yo sólo quiero que mi testimonio acerque a más personas a tu amor, por ello dame la luz para saber ser ese imán, no para mi vanagloria, sino únicamente para tu gloria, Señor.

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06:32

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