La liturgia diaria meditada - Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos (Mc 1, 1-8) 10/12




Domingo 10 de Diciembre de 2017
2° de Adviento
Morado

Semana II para el Salterio.

La Santa Casa de Loreto es la misma casa de Nazaret que visitó el Arcángel Gabriel en la Anunciación a la Santísima Virgen María. Es allí donde el Verbo se hizo Carne y habitó entre nosotros. Allí también vivió la Sagrada Familia a su regreso de Egipto y donde Jesús pasó 30 de sus 33 años junto a La Virgen y San José. 

Pronto La Santa Casa se convirtió en lugar de reunión para la celebración de la Santa Misa de los primeros Cristianos. Podemos imaginarnos con qué amor y veneración cuidaban este Santo Lugar. 

Actualmente la Santa Casa está situada dentro de la Basílica que para ella se construyó en Loreto, Italia. Dentro de la casa de Loreto se venera la pequeña estatua de La Virgen de Loreto. La Santa Casa en Nazaret tenía dos partes: una parte era una pequeña gruta y la segunda parte una pequeña estructura de ladrillos que se extendía desde la entrada de la gruta. La estructura de ladrillos no tenía sino tres paredes, ya que un lado pegaba con la pared de la gruta. 

Antífona de entrada         Cf. Is 30, 19. 30
Pueblo de Sión, el Señor vendrá para salvar a las naciones. Él hará oír su voz majestuosa y llenará de alegría sus corazones.

Oración colecta    
Dios todopoderoso y rico en misericordia, que nuestras ocupaciones cotidianas no nos impidan acudir presurosos al encuentro de tu Hijo, para que, guiados por tu sabiduría divina, podamos gozar siempre de su compañía. Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas       
Te pedimos, Dios nuestro, que te agraden nuestras humildes oraciones y ofrendas, y ya que carecemos de méritos propios socórrenos con tu misericordia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión      Bar 5, 5; 4, 36
Levántate, Jerusalén, sube a lo alto, y contempla la alegría que te viene de Dios.

Oración después de la comunión
Saciados con el alimento espiritual, te rogamos, Padre, que por la participación en este santo misterio, nos enseñes a valorar sabiamente las realidades terrenas con el corazón puesto en las celestiales. Por Jesucristo, nuestro Señor.



1ª Lectura    Is 40, 1-5. 9-11
Lectura del libro de Isaías.
“¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios! Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está pagada, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados”. Una voz proclama: “¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios! ¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras los terrenos escarpados, en planicies! Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente”, porque ha hablado la boca del Señor. Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: “¡Aquí está tu Dios!”. Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede. Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.
Palabra de Dios.

Comentario
Con estas palabras comienza una sección muy importante del libro de Isaías, que se llama “Libro de la consolación” y abarca muchos capítulos. El pueblo, desfallecido en el exilio obligado en Babilonia, alejado de su tierra, se siente abandonado por Dios y recibe ahora unas palabras de consuelo. Dios intervendrá para forjar el camino de regreso a casa. Así también ha de forjar nuestro corazón para que regrese a él.


Sal 84, 9-14
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Voy a proclamar lo que dice el Señor. El Señor promete la paz, la paz para su pueblo y sus amigos. Su salvación está muy cerca de sus fieles, y la Gloria habitará en nuestra tierra. R.

El Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán; la Verdad brotará de la tierra y la Justicia mirará desde el cielo. R.

El mismo Señor nos dará sus bienes y nuestra tierra producirá sus frutos. La Justicia irá delante de él, y la Paz, sobre la huella de sus pasos. R.

2ª Lectura    2Ped 3, 8-14
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro.
Queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un día es como mil años y mil años como un día. ElSeñor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan. Sin embargo, el Día del Señor llegará como un ladrón, y ese día, los cielos desaparecerán estrepitosamente; los elementos serán desintegrados por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será consumida. Ya que todas las cosas se desintegrarán de esa manera, ¡qué santa y piadosa debe ser la conducta de ustedes, esperando y acelerando la venida del Día del Señor! Entonces se consumirán los cielos y los elementos quedarán fundidos por el fuego. Pero nosotros, de acuerdo con la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia. Por eso, queridos hermanos, mientras esperan esto, procuren vivir de tal manera que él los encuentre en paz, sin mancha ni reproche.
Palabra de Dios.

Comentario
En tiempos en que se escribió esta carta, muchos cristianos pensaban que, si Jesús aún no volvía, todo estaba perdido y todo era una mentira. El autor corrige esta creencia: Dios espera el tiempo oportuno para el retorno de su Hijo, mientras tanto, este es el tiempo de la esperanza, el compromiso y la entrega.


Aleluya        Lc 3, 4. 6
Aleluya. Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos. Todos los hombres verán la salvación de Dios. Aleluya.

Evangelio     Mc 1, 1-8
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Comienzo de la Buena Noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios. Como está escrito en el libro del profeta Isaías: “Mira, yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino. Una voz grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”, así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Toda la gente de Judea y todos los habitantes de Jerusalén acudían a él, y se hacían bautizar en las aguas del Jordán, confesando sus pecados. Juan estaba vestido con una piel de camello y un cinturón de cuero, y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y predicaba, diciendo: “Detrás de mí vendrá el que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de ponerme a sus pies para desatar la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero él los bautizará con el Espíritu Santo”.
Palabra del Señor.

Comentario

La palabra “evangelio” significa “buena noticia”. De esta manera, comienza esta obra de Marcos. Él nos hace notar que Jesús es la Buena Noticia que viene a este mundo. ¿Por qué es buena noticia para nosotros? Porque nos ha liberado del pecado, de nuestro egoísmo y ambición. Es la Buena Noticia porque los desamparados del mundo ahora son llamados bienaventurados, y los sufrientes encuentran en él su descanso.



Oración Introductoria
Señor Jesús, heme aquí, ante ti, a unas semanas de la Navidad. Concédeme enderezar mis pensamientos, palabras y obras hacia ti. Quiero prepararme sinceramente para ofrecerte un corazón cálido en este 24 de diciembre. Por eso, te pido, Jesús, que me concedas llenarme de ti de tal manera, que no pueda menos que transmitirte a las personas con las que convivo día a día.

Petición
Señor Jesucristo, que no haga oídos sordos a tu voz. Concédeme acogerte con un corazón nuevo, atenderte con mil atenciones y transmitirte a los demás a manos llenas.

Meditación 

1.- Preparemos el camino al Señor. El desierto ha sido considerado como lugar privilegiado de encuentro con Dios. Los Santos Padres se retiraron al desierto buscando allí la presencia de Dios. Hoy el profeta Isaías, en el Libro de la Consolación, nos pide que preparemos un camino al Señor en el desierto. ¡Cuántos desiertos hay a nuestro alrededor! Desde el que sufre el inmigrante que ha dejado su patria y no acaba de encontrar el trabajo que busca, hasta los hombres y mujeres que viven el desamor de una familia desestructurada, pasando por los niños y ancianos desatendidos porque hay otras prioridades que atender... ¡Cuánta soledad, vacío y desesperación! Estos son los desiertos de nuestro tiempo, quizás también los tuyos. El lugar inhóspito se convertirá en un lugar de salvación gracias a la intervención de Dios, que se hace presente en medio del pueblo en el exilio como pastor que apacienta su rebaño y lleva en brazos los corderos. El Señor trae la paz y la justicia, pero espera nuestra colaboración.

2. - “La Navidad es el encuentro de Dios con su pueblo”. Hace falta que aceptemos la invitación del Señor. Nuestra tarea es preparar una calzada a nuestro Dios para que llegue a nosotros: "que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale". ¿Cuál nuestra colina? Quizá sea nuestro orgullo y nuestra autosuficiencia. El gran pecado del hombre actual es prescindir de Dios y creerse él mismo el todopoderoso. Pero podemos también vivir sin valorarnos, con una falsa humildad y abatimiento. Por eso se nos dice que nos levantemos y reconozcamos los dones que Dios nos ha dado para ponerlos a disposición de los hermanos. A veces nos empeñamos en caminar por caminos tortuosos o escabrosos. Dios quiere que eliminemos los baches y las curvas que nos desvían de la senda verdadera. Tanto Isaías como Juan Bautista nos hacen una llamada a la conversión.

3.- Necesitamos convertirnos. El domingo pasado se nos pedía una esperanza activa. El Señor viene, pero nosotros tenemos que ir hacia Él. Esto exige un cambio de mente y de corazón. Es decir, requiere volvernos a Dios. El mensaje de este segundo domingo de Adviento es la conversión. El bautismo de Juan es una preparación para la llegada de aquél que viene detrás "y yo no merezco agacharme para desatarles las sandalias". El bautismo de agua es sólo de penitencia. Hay que empezar por ahí, es decir cambiando de rumbo y de actitud. Pero la auténtica transformación viene del Bautismo con el Espíritu Santo que proclama y ofrece Jesús. Como el fuego purifica y transforma, así también seremos trasformados por el Espíritu si vivimos el Evangelio.

4. - Navidad es misterio de consolación. En este Adviento tienes la oportunidad de pararte y preguntarte: ¿qué camino estás siguiendo, el falso o el que conduce a la felicidad? Si vives obsesionado por el dinero, el placer, la vanagloria, el pensar sólo en ti mismo, te estás equivocando. Esto no te hace feliz. Tienes la oportunidad de rectificar y enderezar tu camino. ¿Cómo puedes preparar el camino que conduce a Jesús, qué piedras son las que te hacen tropezar, qué baches son los que te encuentras? Sólo si tienes ilusión y ganas por llegar a la meta, podrás llegar. No lo harás solo, pues hay otros muchos que te acompañan. Prepárate para la Navidad. No te dejes arrastrar por el desenfreno de las cenas, el gasto inútil, las prisas..... Sólo merecerá la pena esta Navidad si encuentras de nuevo tu camino interior y escuchas al Dios de la misericordia, que viene a consolarte y a regalarte la salvación. ¿Estarás atento a su voz? .

Propósito
Predicaré con mi testimonio y con mis palabras a mis seres queridos que Jesús está cerca.

Diálogo con Cristo
Jesucristo, quiero ser testigo tuyo ante el mundo. Quiero seguirte más de cerca, y, en especial, durante este adviento. Deseo cambiar y enderezar aún más mis senderos hacia ti. Por eso, te pido que me infundas tu fuerza y que me sostengas en mis buenos propósitos. Pues sé que si Tú me ayudas, nada es imposible para mí. Mas si, en cambio, me lanzo a cambiar por mis propias fuerzas, sé que sucumbiré tarde o temprano, pues soy débil y frágil. Ayúdame, Jesús. Muestra tu poder en mi debilidad.




"La manera de enseñar algo con autoridad es practicarlo antes de enseñarlo, ya que la enseñanza pierde toda garantía cuando la conciencia contradice las palabras" (San Gregorio Magno, Moralia, 23, 23-24)

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