Pequeños momentos de felicidad


La foto no tiene ningún sentido y, realmente, no sé que hace aquí. El otro día estuve con dos amigos: a mi dentista y a un guardia civil. En realidad, había quedado a comer con mi amigo el de los servicios de seguridad del Estado. Pero a la 1.30 me llama mi dentista y me dice que se viene a comer a mi casa.

-¿¡A mi casa!?

-Sí, ¿no te acuerdas que me dijiste que un día me harías un plato de pasta?

Me di cuenta de que ese día había llegado. En casa no tenía nada. Puedo ser un artista gastronómico, pero necesito materiales. Lo que pasa es que mi dentista no cejaba en su empeño. Al final, le dije:

-Está bien. Te aseguro que tendrás un plato de pasta.

Me puse manos a la obra. Lo primero era fregar: y os aseguro que había mucho que fregar. Pero después, sí, me salió un plato de pasta muy sabroso. Hice un sofrito a fuego lento de casi una hora de coles de Bruselas. Muchas especias, queso fundido. Finalmente lo sofreí todo junto con vino blanco. Todos se chuparon los dedos. O, por lo menos, yo creí ver eso.


Pero lo mejor fue la larga sobremesa con un café y unos buñuelos rellenos de crema. El tiempo pareció detenerse. Estábamos tan relajados, la conversación era tan agradable, el sillón tan blando. Todo era perfecto. Qué placidez.

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10:55

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