Dos hipótesis para la interpretación de las pinturas de la Iglesia de Alaiza


Hace dos días, El País se hizo eco de las pinturas de una iglesia de Álava que son un gran misterio. Los frescos son del siglo XIII o XIV. Cubriendo todo el ábside de esta pequeña iglesia de la localidad de Alaiza hay un programa iconográfico que resulta incomprensible por qué está allí, ¡en el ábside!

¿En qué cabeza medieval cabe colocar unas pinturas extrañísimas que representan un castillo siendo atacado en el centro de ese lugar? Ninguna referencia a Dios ni a Cristo ni a los santos. Sólo infinidad de figuras que representan a caballeros y soldados. He dicho, además, pinturas extrañísimas, porque ese estilo no lo había visto nunca. Algunos autores hablan del “gótico lineal”, pero el gótico lineal es muy distinto. Esa obra es verdaderamente única en su especie. Lo más parecido lo he visto en las pinturas murales del Castillo de Alcañiz, pero incluso ésas son muy distintas.

Las teorías que he escuchado no me convencen. Algunos han mencionado que pueden ser fruto de una secta. ¿Pero qué secta no coloca ni a Dios ni a Jesucristo en el centro?

Le he dado vueltas al asunto me gustaría ofrecer mi opinión. No soy historiador del arte, pero a estas alturas de mi vida he visto suficiente gótico como para poder exponer mi opinión con la seguridad de que soy razonable. Y después de haber leído lo que he podido sobre esta iglesia y estas pinturas y no haber encontrado a nadie que hablara de ninguna de las dos hipótesis que voy a explicar es por lo que me atrevo a decir algo.

Sea dicho de paso, me siento muy contento de mi artículo sobre la Puerta del Filarete del Vaticano. En fin, retornemos a Alaiza.

Hay que partir del hecho de que jamás en una iglesia, en el ábside, se colocaría una escena profana. Eso no es posible. Partiendo de ese axioma, tengo dos como las posibilidades más realistas.

Primera posibilidad, la Hipótesis del aprendiz que practica:
El aprendiz pintó la parte de la bóveda y paredes adyacentes al ábside. Se ve en esa mano un artista que está comenzando, inexperto. Hay más de improvisación personal que de copia de patrones previos. Por eso, se le permitió sólo ornamentar esas partes menos nobles. Dejando el ábside para una mano experta, que haría, mejor o peor, algo parecido a lo que hemos visto en tantos pueblos pequeños.

Pero bien el patrono o el maestro que le acompañaba le permitió seguir practicando en el ábside. La técnica del fresco no se puede practicar sobre un pergamino, hay que experimentar la técnica sobre cal en una pared. El patrono tal vez le dejó que practicara allí, a sabiendas de que todo iba a ser cubierto de un fresco normal.

Pintó en el ábside precisamente, porque ésa iba a ser la superficie que iba a ser cubierta sin duda. Ese espacio se convirtió en su cuaderno de borradores. Experimentó, pintó lo que le pareció.

Finalmente, allí acabó habiendo un retablo. Quién sabe si precedido de un tríptico no conservado.

A favor de esta hipótesis del aprendiz que ensaya y practica, está el hecho de que los elementos son inconexos en su temática y no mantienen un orden geométrico. Lo usual hubiera sido dividir ese espacio en tres campos lineales. Cualquier cosa, menos ir añadiendo elementos sin más, uno al lado del otro. Esa división en campos, sí que está en los muros. Lo que favorece la idea de que empezó por ahí, porque ése era el encargo, y lo otro fue una explosión creativa sin programa.

Sin programa, salvo el hecho de tener claro que el castillo iba en el centro. Después, sin ninguna duda, por cuestiones de medidas se ve que añadió los caballeros de la base de la pintura. Por último, ya sin seguir ningún equilibrio de medidas siguió añadiendo elementos y más elementos encima.

Segunda posibilidad, la Hipótesis de cambio de finalidad de ese espacio.
Ese ábside tal vez fue construido como obra eclesiástica. Sea ello así o no, lo cierto es que al final se decidió que continuar el resto de la construcción como salón profano de un señor temporal. Hay varios elementos arquitectónicos esenciales a la fábrica de ese edificio que apuntan ligeramente hacia esa posibilidad.

Se decidió colocar una decoración profana. Algo que le fuera querido al noble: un asedio en el que había participado. Pero, al final, con el pasar del tiempo, el edificio acabó siendo consagrado como iglesia. Las pinturas lineales estaban allí, pero se decidió cubrirlas con cal y tal vez colocar un tríptico.


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20:22

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