La otra cosa que quería añadir desde los días de la Semana Santa es que sería bonito que en una catedral se dispusieran distintas estaciones según el reloj de la Pasión para el jueves santo por la noche y el viernes. Y que se trasladase una figura del Ecce Homo con la Eucaristía en su pecho. Las dos naves laterales, las capillas, el ábside harían de reloj en el que se vería en qué momento de la Pasión se está. En cada estación habría un icono y una cartela que explicaría que, por ejemplo, era el momento de ser llevado ante Pilato o que era el momento de la flagelación. Aquí está el reloj:
De esta manera, la catedral se transformaría en un gran via crucis. Sin que eso sea óbice para que, en una capilla aparte de ese templo, haya un monumento fijo.
Esta duplicidad sería necesaria. Porque en la imagen del Ecce Homo sólo podría haber el viril de una custodia en el pecho, y este viril oculto a la vista tras una puertecita. Así se podría trasladar sin que se cayera. Mientras que en el otro monumento, estarían guardados varios copones para la comunión en la liturgia del Viernes Santo.
El Ecce Homo sólo tendría unas pocas velas alrededor, por ejemplo dieciocho velas, en recuerdo de las dieciocho horas de su Pasión. La gente se sentaría en sillas colocadas alrededor de este Ecce Homo. Sillas que se llevarían a la siguiente estación.
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