Es importante que los padres entiendan que no es lo mismo leer en internet que leer un libro. Cuando estamos en una página de internet vemos enlaces a otras páginas y nos preguntamos si no nos convendría buscar otra página. Es decir, en vez de concentrarnos en leer y en reflexionar sobre lo que estamos leyendo, estamos dividiendo la atención entre la lectura y las decisiones que estamos en curso de tomar. El que siempre haya más páginas y más información tiende a disminuir el valor de lo que tenemos delante de los ojos. Cuando estamos en una página web usamos más los lóbulos frontales, que constituyen la parte del cerebro que activamos cuando estamos tomando decisiones. Si estamos leyendo un libro, hemos decidido leerlo, así que no tenemos que tomar otra decisión, lo cual nos permite concentrarnos en la comprensión de lo escrito.
El niño necesita también aprender vocabulario para asumir el reto de la lectura. En la nueva pedagogía se critica al profesor que da clase en vez de dejar que los alumnos trabajen por sí mismos, individualmente o en grupo. Esta corriente enfatiza muchísimo la coeducación y la colaboración entre compañeros. Sin embargo, los alumnos aprenden mucho más vocabulario escuchando a los profesores, que tienen un acervo lingüístico mayor y más preciso. Si se quiere ayudar a los alumnos, especialmente a los alumnos con problemas, se debería aumentar el número de clases en las que el profesor explica los contenidos. Además, los adultos dan mejor retroalimentación que los compañeros.
Nos enfrentamos al reto de la educación, en el que la lectura juega un papel determinante. Los postulados de la nueva pedagogía, determinados por la ausencia de contenidos, reglas y prohibiciones, obstaculizan el esfuerzo que requiere la lectura. Sabemos que las personas que no leen son más fácilmente manipulables, se vuelven superficiales, tienden a repetir argumentos y conversaciones. Una humanidad cabal requiere un mundo rico en lecturas.
Inger Enkvist y Carlos Granados
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