Hoy se ha celebrado la misa crismal en la diócesis de Alcalá. Nada puedo decir de la misa ni de la predicación episcopal, porque he tenido que atender a varias personas en el hospital. Pero el almuerzo fraternal, como siempre, ha sido agradabilísimo. Hemos reído, bromeado y sí, también hemos comido muy satisfactoriamente.
Mientras la diócesis siga poniendo una carne tan buena de segundo plato, las mesas se llenarán de clérigos hambrientos año tras año, como hasta ahora. Es de las mejores carnes que como en todo el año.
Eso sí, de primero, como siempre, un poco de jamón y lomo embuchado y dos triángulos de queso. El primer plato me recuerda un poco al “León come gamba” de Master Cheff. No voy a hacer más comentarios del primer plato propter caritatem.
Y después está ese clásico que es el postre de bizcocho y nata: allí permanece perseverante, atormentando al clero reunido. Esta nata no le gusta ni a los canónigos ni a los arciprestes, ni a los coadjutores ni a los defensores del vínculo: ¡pero allí sigue!
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