Hace años, en un día como hoy, os hubiera echado un sermoncito. Pero a estas alturas, el sermón lo subo a mi sermonario
y aquí os pongo unas líneas que os distraigan. Porque, pobrecillos, a veces estáis cansados, necesitáis distraeros y los que os rodean, de tanto en tanto, son como rosas como espinas. Y alguno es, más bien, un cactus. Si este blog os pudiera pasar la mano por la cabeza como hago con los gatos, lo haría.
Se me olvidó deciros que ayer estábamos cinco curas con sotana: tres del clero secular y dos del regular.
Ahora sólo deseo sumergirme en este triduo lo más intensamente que pueda. Vivir esta parte del Evangelio como si ocurriera hoy, en mi ciudad.
Ah, una comentarista ya se dio cuenta de que mis zapatos no eran precisamente de alto diseño. Ando mucho, así que hace años que ya tomé la decisión de escoger los zapatos en función de dos únicas razones: su comodidad y que fueran negros.
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