La liturgia diaria meditada – Cuantos la tocaron quedaban salvados (Mc 6, 53-56) 08/02



Lunes 08 de Febrero de 2016
Misa a elección:

Feria. Verde.
San Jerónimo Emiliani, presbítero. (ML). Blanco.
Santa Josefina Bakhita, virgen. (ML). Blanco.

Jerónimo nació en Venecia, en 1486. Como militar fue apresado y luego de su liberación decidió a seguir el camino de Cristo. Fue ordenado sacerdote en 1518 y dedicó su vida a la atención de los pobres, enfermos, prostitutas y niños abandonados. Fundó la Orden de los Canónigos Regulares y murió de peste atendiendo a los enfermos en Somasca (norte de Italia).

Josefina Bakhita nació en Darfur, Sudán, en 1869. Fue vendida como esclava a un diplomático, quien la compró con el propósito de devolverle su libertad. Bakhita acompañó al diplomático a Génova (Italia), y posteriormente pasó a la Congregación de Hijas de la Caridad de Santa Magdalena de Canossa (Canosianas) en Venecia, donde el 9 de enero de 1890, fue bautizada con el nombre de Josefina, y el 8 de diciembre de 1896, ingresó a esa congregación, tomando como nombre religioso, el de Sor Josefina. Se destacó no sólo por su piedad y su amor a Cristo y la Eucaristía, sino también por su servicio social por los más pobres y desamparados, por lo que fue llamada la Madre Moretta (la Madre Morena). Murió en 1947, y sus restos incorruptos fueron sepultados bajo el altar de la iglesia del convento canossiano de Schio (Italia). Fue beatificada en 1992 y canonizada en Roma, por el papa Juan Pablo II, en octubre de 2000.

Antífona de entrada    Sal 94, 6-7
Vengan, inclinémonos para adorar a Dios, doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó; porque él es nuestro Dios.

Oración colecta         
Dios nuestro, cuida a tu familia con incansable bondad, y, ya que sólo en ti ha puesto su esperanza, defiéndela siempre con tu protección. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

O bien:             de san Jerónimo Emiliani
Padre de misericordia, que elegiste a san Jerónimo Emiliani para que fuera protector y padre de los huérfanos, concédenos, por su intercesión, la gracia de conservar fielmente el espíritu de adopción por el cual nos llamamos y somos hijos tuyos. Por nuestro Señor Jesucristo…

O bien: de santa Josefina Bakhita
Dios nuestro, que libraste a santa Josefina de la esclavitud y la hiciste hija tuya y esposa de Cristo, concédenos, por su ejemplo, seguir con amor constante a Jesús crucificado y perseverar con empeño en la caridad y en la misericordia. Por nuestro Señor Jesucristo…

Oración sobre las ofrendas  
Señor y Dios nuestro, que has creado los frutos de la tierra para sostener nuestra fragilidad, haz que estos dones se conviertan en sacramento de vida eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión  cf. Sal 106, 8-9
Den gracias al Señor por su misericordia y por sus maravillas en favor de los hombres, porque él sació a los que sufrían sed y colmó de bienes a los hambrientos.

O bien: Mt 5, 4.6
Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Oración después de la comunión
Señor, que nos hiciste compartir el mismo pan y el mismo cáliz, concédenos vivir de tal manera que, unidos en Cristo, demos fruto con alegría para la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectura           1 Rey 8, 1-7. 9-13
Lectura del primer libro de los Reyes.
El rey Salomón reunió junto a él en Jerusalén a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los príncipes de las casas paternas de los israelitas, para subir el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David, o sea, desde Sión. Todos los hombres de Israel se reunieron junto al rey Salomón en el mes de Etaním ?el séptimo mes? durante la Fiesta. Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los sacerdotes levantaron el Arca, y subieron el Arca del Señor, con la Carpa del Encuentro y todos los objetos sagrados que había en la Carpa. Los que trasladaron todo eso fueron los sacerdotes y los levitas. Mientras tanto, el rey Salomón y toda la comunidad de Israel, reunida junto a él delante del Arca, sacrificaban carneros y toros, en tal cantidad que no se los podía contar ni calcular. Los sacerdotes introdujeron el Arca de la Alianza en su sitio, en el lugar santísimo de la Casa ?el Santo de los santos? bajo las alas de los querubines. Porque los querubines desplegaban sus alas sobre el sitio destinado al Arca, y resguardaban por encima el Arca y sus andas. En el Arca se encontraban únicamente las dos tablas de piedra que Moisés, en el Horeb, había depositado allí: las tablas de la Alianza que el Señor había hecho con los israelitas a su salida de Egipto. Mientras los sacerdotes salían del Santo, la nube llenó la Casa del Señor, de manera que los sacerdotes no pudieron continuar sus servicios a causa de la nube, porque la gloria del Señor llenaba la Casa. Entonces Salomón dijo: “El Señor ha decidido habitar en la nube oscura. Sí, yo te he construido la Casa de tu señorío, un lugar donde habitarás para siempre”.
Palabra de Dios.

Comentario
El texto nos relata una gran peregrinación, en la que interviene el pueblo, las autoridades de la corte, el rey y los sacerdotes. No faltan los cantos, ni los sacrificios. Pero al final, es Dios quien con su Gloria aprueba todo esto. Sin ese gesto de Dios lo anterior sería simplemente un ritual.

Sal 131, 6-10
R. ¡Levántate, Señor, entra en tu Santuario!

Oímos hablar del Arca en Efratá, y la encontramos en los campos de Jaar. ¡Entremos en su Morada, postrémonos ante el estrado de sus pies! R.

¡Levántate, Señor, entra en el lugar de tu Reposo, tú y tu Arca poderosa! Que tus sacerdotes se revistan de justicia y tus fieles griten de alegría. Por amor a David, tu servidor, no rechaces a tu Ungido. R.

Aleluya           cf. Mt 4, 23
Aleluya. Jesús proclamaba la Buena Noticia del Reino y sanaba todas las dolencias de la gente. Aleluya.

Evangelio        Mc 6, 53-56
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Después de atravesar el lago, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba. En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban sanos.
Palabra del Señor.

Comentario
Jesús es fuente de sanación porque es fuente de vida. Lo que él hace no es magia, sino expresión del deseo del Padre de que la creación no se pierda. Por eso deja que los necesitados lo rodeen, que los que se sienten apartados y marginados lo busquen, y que los enfermos lo toquen. A todos, él da vida.

Oración introductoria 
Señor, creo en tu capacidad de curar física y espiritualmente. Me acerco a Ti en esta oración enfermo y débil espiritualmente, confío en tu deseo de sanarme y fortalecerme. Te ofrezco humildemente mi vida, herida por el cáncer del amor propio, el orgullo y la autosuficiencia y me abandono en tu misericordia. Pido a la santísima Virgen de Lourdes que interceda por mí.

Petición
Señor, sana mi alma y mi corazón. Ayúdame a hacer lo que necesito hacer, para mantenerme siempre en gracia.

Meditación 

Hoy, en el Evangelio del día, vemos el magnífico “poder del contacto” con la persona de Nuestro Señor: «Colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaban salvados» (Mc 6,56). El más mínimo contacto físico puede obrar milagros para aquellos que se acercan a Cristo con fe. Su poder de curar desborda desde su corazón amoroso y se extiende incluso a sus vestidos. Ambos, su capacidad y su deseo pleno de curar, son abundantes y de fácil acceso.

Este pasaje puede ayudarnos a meditar cómo estamos recibiendo a Nuestro Señor en la Sagrada Comunión. ¿Comulgamos con la fe de que este contacto con Cristo puede obrar milagros en nuestras vidas? Más que un simple tocar «la orla de su manto», nosotros recibimos realmente el Cuerpo de Cristo en nuestros cuerpos. Más que una simple curación de nuestras enfermedades físicas, la Comunión sana nuestras almas y les garantiza la participación en la propia vida de Dios. San Ignacio de Antioquía, así, consideraba a la Eucaristía como «la medicina de la inmortalidad y el antídoto para prevenirnos de la muerte, de modo que produce lo que eternamente nosotros debemos vivir en Jesucristo». 

El aprovechamiento de esta “medicina de inmortalidad” consiste en ser curados de todo aquello que nos separa de Dios y de los demás. Ser curados por Cristo en la Eucaristía, por tanto, implica superar nuestro ensimismamiento. Nutrirse de Cristo es el camino para no permanecer ajenos o indiferentes ante la suerte de los hermanos. Una espiritualidad eucarística, entonces, es un auténtico antídoto ante el individualismo y el egoísmo que a menudo caracterizan la vida cotidiana, lleva al redescubrimiento de la gratuidad, de la centralidad de las relaciones, a partir de la familia, con particular atención en aliviar las heridas de aquellas desintegradas».

Cuando se trata de una “enfermedad” del alma (habitualmente, palpable externamente), como puede ser que un hijo, un hermano, un pariente no asista a Misa los domingos, aparte de rezar conviene hablarle del remedio, tal vez transmitiéndole de palabra algún pensamiento o alguna orientación motivadora.

Todas las personas tienen necesidad del Salvador. Cuando no acuden a Él es porque todavía no le han reconocido, quizá porque nosotros todavía no hemos sabido anunciarle. El hecho es que, en cuanto le reconocían, «colocaban a los enfermos en las plazas y le pedían que les dejara tocar la orla de su manto» (Mc 6,56). Jesús curaba tanto más cuanto había algunos que «colocaban» (ponían al alcance del Señor) a los que más urgentemente necesitaban remedio.

Igual que aquellos que fueron curados de sus enfermedades tocando sus vestidos, nosotros también podemos ser curados de nuestro egoísmo y de nuestro aislamiento de los demás mediante la recepción de Nuestro Señor con fe.

Propósito
Ofrecer a la Virgen de Lourdes un rosario por todas las personas enfermas, física o espiritualmente, para que encuentren consuelo en Cristo.

Diálogo con Cristo 
Jesús, qué ciego he sido al temer más a la enfermedad o a los problemas cotidianos de la vida que al pecado. He abusado de tu eterna misericordia al no esforzarme por dominar mi debilidad, por eso suplico a la Virgen de Lourdes que me guíe para saber resistir la tentación.

16:39

Publicar un comentario

[facebook][blogger]

SacerdotesCatolicos

{facebook#https://www.facebook.com/pg/sacerdotes.catolicos.evangelizando} {twitter#https://twitter.com/ofsmexico} {google-plus#https://plus.google.com/+SacerdotesCatolicos} {pinterest#} {youtube#https://www.youtube.com/channel/UCfnrkUkpqrCpGFluxeM6-LA} {instagram#}

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets