BAJA la luna su frialdad callada
hasta el cóncavo amor del valle entero.
Es un remanso mudo y sin sendero
el viento de la tierra desvelada.
Un corazón que vela, una mirada
que la vigilia avanza, un frío acero
que la mano atenaza, y un primero
adelantar el sueño hacia la nada.
Noche de luna, noche centinela
sin más amor que tú, luna insensible,
sin otro fiel amor, mi carne vela.
Vela mi carne un sueño, que imposible
ya no tiene otro amor, y se desvela,
amarrado, sin nadie, incomprensible.
BARTOLOMÉ LLORÉNS (CATARROJA, 1922-1946) FUE PARA DÁMASO ALONSO "LA JUVENTUD QUIZÁ MÁS TRASPASADA DE VIDA Y ESPÍRITU". CARLOS BOUSOÑO, GRAN AMIGO SUYO Y POETA, SEÑALABA QUE "ESTOS VERSOS TIENEN UN SEGURO PUESTO ENTRE LAS VOCES AUTÉNTICAS DE NUESTRO GRAN SIGLO LÍRICO." NO CABE DUDA DE QUE SUS VERSOS Y SU VIDA -ÍNTIMAMENTE UNIDOS- SIGUEN HABLANDO AL CORAZÓN DE CADA HOMBRE Y MUJER QUE BUSCA "AQUELLA ETERNA FONTE".
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