Era don Matías cura entrado en años, de sotana, cara de entre pícaro y bonachón, gato a sus pies y vida atada a su parroquia hasta casi confundirse con el retablo, la torre, el confesionario y la imagen de Santa Teresa, de mucho mérito, según dicen, y muy especial arraigo en la feligresía.
Su vida pastoral gastada entre misas, confesiones, exposición del Santísimo, la catequesis a algunos chiquillos y un grupito de señoras que lo mismo escuchaban una charla, que atendían el despacho de Cáritas que colocaban unas flores. Parroquia bien atendida, no faltaban parroquianos que acudían en muy buen número a misas y demás actos de culto y hasta se confesaban de cuando en cuando.
Cada vez que don Matías asistía a las preceptivas reuniones mensuales de sacerdotes, encontraba una nueva urgencia y un renovado modelo de vida pastoral. El pobre no daba abasto para tanta junta, tanta actividad, sacar adelante una completa estructura sin la cual, por lo visto, se hacía imposible una santa vida parroquial.
Un día fue llamado a entrevista con el obispo que quería comentarle algunas cosas. De paso, sonriente, le preguntó por esas nuevas estructuras pastorales, si iba introduciendo en la parroquia diversos grupos y asociaciones para un mejor funcionamiento de todo.
– Bueno, bueno. Dígame, don Matías, ¿y qué tal va con la parroquia? Supongo que con dificultades para conseguir grupos, equipos y consejos.
– Pues no crea, monseñor, que me voy haciendo con ello.
– A ver cuénteme sus progresos.
– De momento tengo consejo pastoral y consejo de economía. He formado un grupo de liturgia y constituido la junta directiva de Cáritas. Acaba de comenzar un grupo de vida ascendente y la semana que viene se pondrá en marcha otro de misiones.
– Me deja anonadado, esto sí que es trabajar y ponerse al día.
– No crea que tanto. Al final todo se vuelve muy simple. ¿Consejo de Pastoral? Juan, Pepe y María. ¿De economía? María, Pepe y Juan. ¿Vida ascendente, dice? Sin problemas: Pepe, Juan y María. ¿Liturgia? Juan, María y Pepe, y dos monaguillos muy majos. Todo hecho. Era facilito. Y si no le importa, me vuelvo para la parroquia, que mire qué horas se nos han hecho y esta tarde tengo a los niños, rosario, misa, exposición y visita a enfermos.
– Buena tarde, don Matías. Y que siga así, con sus grupos.
– Buena tarde, monseñor.
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