Domingo 11 de Enero de 2015
El Bautismo del Señor
Fiesta. Blanco. Tiempo de Navidad
Antífona de entrada cf. Mt 3, 16-17
Los cielos se abrieron después del bautismo del Señor, y el Espíritu, en forma de paloma, descendió sobre él. Se oyó la voz del Padre: “Éste es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección”.
Se dice Gloria
Oración colecta
Dios todopoderoso y eterno, que proclamaste a Cristo como Hijo tuyo muy amado, cuando era bautizado en el Jordán, y el Espíritu Santo descendía sobre él; concede a tus hijos, renacidos del agua y del Espíritu, perseverar siempre en el cumplimiento de tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
O bien:
Dios nuestro, tu Hijo unigénito se ha manifestado en la realidad de nuestra carne; concédenos que él nos transforme interiormente, ya que lo reconocemos semejante a nosotros en su humanidad. Él que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.
Se dice Credo.
Oración sobre las ofrendas
Recibe, Padre, los dones que te presentamos al celebrar la manifestación de tu Hijo amado, para que nuestra ofrenda se convierta en el sacrificio de Aquél que, misericordiosamente, quiso lavar los pecados del mundo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Prefacio Propio
Antífona de comunión Jn 1, 32. 34
Juan dio este testimonio: “Yo lo he visto, y doy testimonio de que él es el Hijo de Dios”.
Oración después de la comunión
Alimentados con el pan del cielo, te pedimos, Padre, que escuchemos con fidelidad a tu Hijo unigénito y así nos llamemos y seamos verdaderamente hijos tuyos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.
1ª Lectura Is 40, 1-5. 9-11
Lectura del libro de Isaías.
¡Consuelen, consuelen a mi Pueblo, dice su Dios! Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está pagada, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados. Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios! ¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies! Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca del Señor. Súbete a una montaña elevada, tú que llevas la buena noticia a Sión; levanta con fuerza tu voz, tú que llevas la buena noticia a Jerusalén. Levántala sin temor, di a las ciudades de Judá: “¡Aquí está su Dios!”. Ya llega el Señor con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede. Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz.
Palabra de Dios.
Comentario
El profeta anuncia que se revelará la gloria del Señor. La gloria de Dios es su manifestación hacia la humanidad, y se muestra en su poder salvador. De diversas maneras, Dios mostró su gloria al pueblo de Israel, rescatándolo y haciendo una Alianza con él. Con la llegada de Jesús a nuestra tierra, Dios será plenamente glorificado, porque se manifestará su obra salvadora a toda la humanidad.
Sal 103, 1b-4. 24-25. 27-30
R. ¡Bendice al Señor, alma mía!
¡Señor, Dios mío, qué grande eres! Estás vestido de esplendor y majestad y te envuelves con un manto de luz. Tú extendiste el cielo como un toldo. R.
Construiste tu mansión sobre las aguas. Las nubes te sirven de carruaje y avanzas en alas del viento. Usas como mensajeros a los vientos, y a los relámpagos, como ministros. R.
¡Qué variadas son tus obras, Señor! ¡Todo lo hiciste con sabiduría, la tierra está llena de tus criaturas! Allí está el mar, grande y dilatado, donde se agitan, en número incontable, animales grandes y pequeños. R.
Todos esperan de ti que les des la comida a su tiempo: se la das, y ellos la recogen; abres tu mano, y quedan saciados. R.
Si escondes tu rostro, se espantan; si les quitas el aliento, expiran y vuelven al polvo. Si envías tu aliento, son creados, y renuevas la superficie de la tierra. R.
2ª Lectura Tit 2, 11-14; 3, 4-7
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a Tito.
Querido hijo: La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres, no por las obras de justicia que habíamos realizado, sino solamente por su misericordia, él nos salvó, haciéndonos renacer por el bautismo y renovándonos por el Espíritu Santo. Y derramó abundantemente ese Espíritu sobre nosotros por medio de Jesucristo, nuestro Salvador, a fin de que, justificados por su gracia, seamos en esperanza herederos de la Vida eterna.
Palabra de Dios.
Comentario
Dios viene a nuestro mundo. ¿Podremos seguir viviendo ignorando su presencia? La amorosa manifestación de Dios nos exige dejar el pecado y encaminarnos en una vida donde se haga patente la gracia.
Aleluya Lc 3, 16
Aleluya. “Viene uno que es más poderoso que yo”, dijo Juan Bautista; “él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego”. Aleluya.
Evangelio Lc 3, 15-16. 21-22
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan Bautista no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo: “Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego”. Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”.
Palabra del Señor.
Comentario
El bautismo de Jesús señala el comienzo de su ministerio público. Hasta ese momento, Jesús había llevado la vida anónima de un hombre de Nazaret. El bautismo es la manifestación de la gloria divina: nos presenta a la Santísima Trinidad y señala el momento a partir del cual Jesús comenzará a manifestarse como el Ungido que viene a realizar la salvación y a evangelizar a los pobres.
Oración introductoria
Jesús, al igual que Juan, reconozco que no soy digno de tanto amor y tantas gracias con las que colmas mi vida. Permite que esta oración me lleve a conocerte de modo más profundo. Quiero esperar en Ti y amarte con más constancia en mi vida.
Petición
Jesús, dame el gran don de saber apreciar el don de mi bautismo para permanecer siempre en estado de gracia.
PREFACIO DEL BAUTISMO DEL SEÑOR.
V. El Señor esté con ustedes.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
R. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Tu quisiste señalar con signos portentosos
el nuevo bautismo en el Jordán
de modo que, por la voz que venia del cielo,
creyéramos que tu Verbo habitaba entre nosotros;
y por medio de tu Espíritu,
que descendió en forma de paloma,
se conociera que Cristo, tu Servidor,
era ungido con oleo de alegría
y enviado a evangelizar a los pobres.
Por eso con todos los coros celestiales
te aclamamos en la tierra,
diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
REFLEXIÓN
1. Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Las fotos del bautismo son siempre fotos del bautismo con agua. No puede ser de otra manera, porque aún no tenemos cámaras para fotografiar al Espíritu. Pero el agua, que limpia por fuera al cuerpo, es sólo un signo del Espíritu que limpia y llena de gracia por dentro al alma. El Espíritu que llena por dentro el alma del niño es Dios mismo, es el Espíritu de Jesús de Nazaret. La persona que está llena de este Espíritu actúa y vive con el Espíritu de Jesús de Nazaret. Es evidente que, según el antiguo dicho filosófico, todo lo que se recibe se recibe según la capacidad del que lo recibe. Ninguna persona humana puede recibir plenamente el Espíritu de Jesús de Nazaret porque nuestra capacidad no nos lo permite. El espíritu define a la persona y ninguno de nosotros puede ser plenamente Jesús de Nazaret. Pero en el bautismo recibimos el Espíritu de Jesús de Nazaret, según nuestra capacidad humana y esto puede hacernos, y de hecho nos hace, hijos de Dios y hermanos de Cristo. Todo esto, que puede parecernos teología abstracta, debe traducirse en comportamientos prácticos. Actuar según el Espíritu de Jesús de Nazaret es querer vivir como él vivió, defender los valores que él defendió y relacionarnos con Dios, nuestro Padre, como él se relacionó. Todo según nuestra capacidad humana, insistimos, que es una capacidad pobre y muy limitada, pero aspirando siempre a alcanzar y a seguir muy de cerca a nuestro Maestro, tratando de ser buenos discípulos suyos. No podremos nunca imitarle del todo, pero sí podemos y debemos seguirle, caminar atraídos por él, ser unos buenos discípulos suyos. A todo esto nos comprometemos cuando renovamos las promesas de bautismo, a todo esto se comprometieron nuestros padres y padrinos cuando nos acercaron a la pila bautismal, pidiendo para nosotros el bautismo cristiano. Hoy, en esta fiesta del bautismo del Señor, le damos gracias a Dios nuestro Padre por habernos enviado a su Hijo amado, el preferido, para que nos bautizara con su Espíritu a nosotros, pecadores, y nos limpiara de todos nuestros pecados.
2. Sobre él he puesto mi espíritu. El profeta Isaías habla de una persona que ha sido elegida por Dios, que es su siervo, a quien Dios prefiere. Vendrá a implantar el derecho en la tierra. No lo hará con armas, ni con violencia, sino con el Espíritu del Señor. Nosotros, los cristianos, referimos este texto a Jesús de Nazaret, nuestro Salvador, el Mesías que vino a salvarnos. Este siervo de Yahveh, es una persona al mismo tiempo fuerte y humilde, inquebrantable y manso, luchador y pacífico. No gritará, no clamará, no voceará por las calles, no quebrará la caña cascada, no apagará el pábilo vacilante, pero promoverá fielmente el derecho, abrirá los ojos de los ciegos, hará justicia, será alianza de un pueblo y luz de las naciones. Así actuó Jesús de Nazaret, movido siempre por su Espíritu, por el Espíritu del Dios que le había ungido. Así debemos actuar nosotros, los que hemos sido bautizados en su Espíritu, los que nos decimos discípulos suyos.
3. Pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo. Pasó haciendo el bien a todos, no haciendo distinciones, fueran de la nación que fueran. Lo que quería Jesús de Nazaret, ungido con el Espíritu de Dios, es que todos temieran al Señor, que le amaran y practicaran la justicia. Hizo el bien, con especial predilección, a los oprimidos por el diablo, es decir, a todos los que sufrían opresión, esclavitud, hambre o enfermedad, a los hijos pródigos, a las ovejas descarriadas. A todo esto nos comprometemos nosotros cuando nos bautizamos en su Espíritu, en el Espíritu de aquel que pasó por esta tierra haciendo el bien a todos. A todos y, por consiguiente, también a nosotros. Gracias, Señor.
4.- El compromiso de nuestro Bautismo. Nosotros ahora queremos que nuestro Bautismo sea algo vivo y no un recuerdo muerto. El bautismo de Juan era de penitencia, de preparación. Por eso dice San Agustín que “valía tanto como valía Juan. Era un bautismo santo, porque era conferido por un santo, pero siempre hombre. El bautismo del Señor, en cambio, valía tanto cuanto el señor: era, por tanto, un bautismo divino, porque el Señor es Dios”. Nosotros hemos recibido el auténtico bautismo “en el Espíritu Santo”. ¿Somos conscientes de la gracia recibida, de nuestra consagración como sacerdotes, profetas y reyes? Nuestra misión es ser fieles al honor recibido, no traicionar el amor de Dios Padre. Nuestra misión es aspirar a la santidad –somos sacerdotes todos–, luchar por un mundo donde reine la justicia –nuestra misión profética– y servir a los más necesitados con los dones recibidos –somos ungidos como reyes–. Renovemos nuestro compromiso bautismal en este día porque en nuestra vida de fe no debe haber “rebajas”.
Propósito
Que el evento más importante del día sea la participación en la Eucaristía, sugiriendo a la familia dar gracias por el don del bautismo, puerta de nuestra fe.
Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, por hacerme hijo tuyo. Gracias por hacerme miembro de tu Iglesia. No dejes que olvide que mis privilegios como bautizado me deben llevar a corresponderte, porque toda mi existencia tiene como objetivo llevar a plenitud la vida de gracia que recibí en el Bautismo. El Bautismo no sólo me hace hijo de Dios y me une a Jesucristo en la Iglesia, sino que me lanza como testigo y apóstol de tu Reino.
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